
Consumir verduras en cantidades adecuadas sigue siendo un desafío para la mayoría de la población. A modo de ejemplo, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), solo el 10% de los adultos estadounidenses alcanza la ingesta recomendada.
Este dato resulta preocupante, ya que es posible que se replique en distintas partes del planeta, dado que las verduras contienen nutrientes esenciales que contribuyen a prevenir enfermedades cardiovasculares, cáncer y otras afecciones crónicas.
Un aspecto poco conocido es que ciertas verduras conservan mayor valor nutricional cuando se consumen crudas en lugar de cocidas. El calor de la cocción puede destruir vitaminas y antioxidantes clave, lo que reduce sus beneficios para la salud.

De acuerdo con Harvard Health Publishing, muchos nutrientes esenciales en las verduras, como la vitamina C y algunos antioxidantes, son especialmente sensibles al calor y al contacto con el agua. Al hervirse, por ejemplo, se puede ocasionar pérdidas de hasta un 81 % en ciertos compuestos antioxidantes del brócoli, mientras que el vapor reduce esas pérdidas a apenas un 11 %.
Además, Harvard señala que otros compuestos bioactivos presentes en verduras crucíferas —como los glucosinolatos y su derivado, el sulforafano— también disminuyen con la cocción, siendo el vapor el método más eficaz para preservarlos.
La vitamina C, el folato y otros compuestos hidrosolubles presentes en verduras también se degradan rápidamente por el calor, la luz y el contacto prolongado con agua. Por eso, Harvard Health Publishing recomienda métodos que usen poco líquido y tiempos cortos, para conservar mejor el contenido nutricional. Estos procedimientos permiten mantener una mayor proporción de antioxidantes y vitaminas que otros métodos de cocción más agresivos
1. Ajo crudo y su compuesto estrella: la alicina

El ajo no solo potencia el sabor de las comidas, sino que posee efectos positivos sobre el colesterol, la presión arterial y el azúcar en sangre. Estos beneficios se atribuyen a la alicina, un compuesto que se forma tras cortar, triturar o prensar el ajo fresco.
Stacey Woodson, nutricionista certificada, explicó a EatingWell que “al cortar, triturar o prensar ajo fresco, se rompen las paredes celulares. Esto permite que dos compuestos naturales, la aliina y la enzima alinasa, se mezclen, formando la beneficiosa alicina”.
Para quienes prefieren cocinar el ajo, recomendó cortar o prensar y dejar reposar al menos 10 minutos antes de someterlo al calor. Esta pausa permite que la reacción química genere la alicina, preservando algunos de sus efectos saludables.
2. Brócoli: conservar sus antioxidantes es clave

El brócoli destaca por su contenido en folato, vitaminas A, C y K, calcio, hierro y potasio, además de compuestos bioactivos como glucosinolatos, sulforafano e indol-3-carbinol. Estos elementos poseen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias vinculadas a la protección contra el cáncer y la mejora de la salud intestinal, ósea y cardíaca.
La nutricionista Lisa Andrews señaló que “el brócoli pierde algunos de sus antioxidantes y vitaminas, como la vitamina C y el folato, durante la cocción”.
El vapor se identifica como el método de cocción que mejor conserva estos nutrientes, mientras que hervir o saltear conlleva una mayor pérdida. Para aprovechar el brócoli crudo, se recomienda consumirlo en ensaladas o como snack acompañado de salsa ranch.
3. Remolacha cruda para preservar antioxidantes y controlar la presión arterial

La remolacha debe su color rojo brillante a las betalaínas, antioxidantes con propiedades antiinflamatorias que se degradan fácilmente con el calor. Juliana Crimi, licenciada en nutrición, indicó a EatingWell que “comer remolacha cruda ayuda a conservar estos nutrientes intactos, junto con la vitamina C y los nitratos naturales”.
Los nitratos presentes en la remolacha cruda se convierten en óxido nítrico en el cuerpo, facilitando la relajación de los vasos sanguíneos y mejorando el flujo sanguíneo. Esto contribuye a reducir la presión arterial. Estudios demostraron que el jugo de remolacha cruda puede disminuir la presión arterial de manera más efectiva que la cocida.
Para incorporar la remolacha cruda, se sugiere rallarla para ensaladas, agregarla a batidos o cortarla en rodajas finas para preparar ensaladas frescas con queso feta o de cabra.
4. Kale: preservar la enzima mirosinasa

El kale contiene glucosinolatos y una enzima llamada mirosinasa, que ayuda a convertir estos compuestos en isotiocianatos, conocidos por sus propiedades antiinflamatorias y anticancerígenas. El calor destruye la mirosinasa, por lo que el consumo crudo maximiza estos beneficios.
Sapna Peruvemba, experta en nutrición, señaló a EatingWell que “estas verduras contienen una enzima llamada mirosinasa que ayuda a convertir los glucosinolatos en potentes compuestos llamados isotiocianatos, que tienen beneficios antiinflamatorios y anticancerígenos. El calor destruye la mirosinasa, por lo que comerlas crudas ayuda a conservar estos efectos beneficiosos para la salud”.
Un estudio reveló que quienes consumen una ración y media semanal de verduras crucíferas crudas, como el kale, tienen un 40% menos de probabilidades de desarrollar cáncer de páncreas que quienes solo consumen media ración.
5. Morrones: fuente concentrada de vitamina C y antioxidantes

Los morrones rojos contienen más del doble de vitamina C que una naranja, además de folato y polifenoles con propiedades antioxidantes. Trista Best, nutricionista certificada, afirmó que “la vitamina C, el folato y los polifenoles pueden descomponerse durante la cocción. Comerlos crudos te asegurará obtener más de estos nutrientes”.
Se recomienda consumir los morrones crudos como refrigerio con hummus o guacamole, incorporarlos en ensaladas o rellenarlos con ensalada de atún para una opción ligera.
Consumo crudo versus cocido: alternativas y precauciones
Aunque las verduras crudas aportan mayores cantidades de ciertos nutrientes, no siempre son bien toleradas por el sistema digestivo. En estos casos, la cocción al vapor suele conservar mejor los nutrientes que otros métodos y resulta una alternativa recomendable.
Peruvemba enfatizó que “si las verduras crudas causan malestar, cocidas siguen siendo increíblemente nutritivas, y comerlas es mucho mejor que omitirlas por completo o comerlas crudas y sentirte fatal”.
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