
La enfermedad de Alzheimer constituye la forma más frecuente de demencia y abarca entre el 60 y el 70 por ciento de los casos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se trata de una de las principales causas de discapacidad y dependencia en adultos mayores. En 2021, más de 57 millones de personas vivían con demencia en el mundo, y se proyecta que esa cifra podría ascender a 139 millones para 2050.
Según los expertos, las intervenciones preventivas son una de las herramientas claves para enfrentar este problema a futuro.
En este marco, está comprobado que existen 14 factores de riesgo a evitar, lo que podría reducir en un 45% los casos de esta enfermedad neurodegenerativa.
Pero, según un estudio, hay algo más que podemos hacer para prevenir el Alzheimer: dormir. El sueño profundo podría prevenir el deterioro de la salud cerebral que eventualmente puede conducir al Alzheimer.

“Piense en el sueño profundo casi como una balsa salvavidas que mantiene la memoria a flote, en lugar de que la memoria sea arrastrada por el peso de la enfermedad de Alzheimer”, dijo Matthew Walker, uno de los autores del estudio, neurocientífico de la Universidad de California (UC) Berkeley.
En el estudio realizado con 62 adultos mayores cognitivamente sanos, investigadores de las universidades de California en Berkeley e Irvine y de la Universidad de Stanford observaron que quienes presentaban cambios cerebrales vinculados al Alzheimer obtenían mejores resultados en pruebas de memoria cuando lograban un sueño profundo prolongado. Este efecto fue independiente de otros factores asociados a la resiliencia cognitiva en la vejez, como la actividad física, la educación o la interacción social.
Por el contrario, las personas con indicadores similares de Alzheimer que no alcanzaban fases profundas de sueño mostraron un rendimiento más bajo. En quienes tenían escasos depósitos cerebrales relacionados con la enfermedad, el sueño no tuvo un impacto significativo. Los hallazgos sugieren que un descanso profundo podría ayudar a mitigar el deterioro de la memoria en las etapas iniciales de la demencia.

El estudio se hace eco de investigaciones anteriores que han encontrado una acumulación de proteínas beta amiloide en los cerebros de personas con apnea del sueño.
Sin embargo, la falta de sueño es tanto un factor de riesgo como un síntoma de la enfermedad de Alzheimer, lo que dificulta distinguir causa y efecto.
Se requieren investigaciones a más largo plazo en adultos mayores para evaluar si mantener un sueño profundo sostenido durante varios años contribuye a preservar la función cognitiva, incluso frente al aumento de los niveles de beta amiloide, causa del Alzheimer.
Este trabajo se suma a una creciente evidencia que identifica al sueño como un posible factor de riesgo modificable en la enfermedad de Alzheimer, al permitir que el cerebro elimine residuos moleculares acumulados durante el día. También destaca la relevancia de la calidad del descanso en la salud cerebral.

“Por lo tanto, representa una posibilidad de intervención que puede contribuir a la preservación de la función cognitiva frente a la enfermedad de Alzheimer, tanto en el momento presente como longitudinalmente”, concluyeron los investigadores.
Cómo lograr un sueño profundo
La Fundación del Sueño de Estados Unidos recomienda dormir de 7 a 9 horas cada noche. El insomnio puede ser un problema frecuente, con dificultades para conciliar o mantener el sueño al menos tres veces por semana. Su manejo incluye buenos hábitos al acostarse, terapia cognitivo-conductual y uso de medicación asesorado por un profesional, si es que corresponde.
Los trastornos del movimiento también afectan el sueño. El síndrome de piernas inquietas produce sensaciones molestas que mejoran al moverse. El trastorno del movimiento periódico de las extremidades genera sacudidas involuntarias; mientras que el de conducta del sueño REM hace que la persona actúe sus sueños.

¿Cómo dormir mejor?
El NIH brindó las siguientes estrategias para una mejor calidad del sueño:
- Seguir un horario regular, acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana o al viajar.
- Establecer una rutina para la hora de dormir. Buscar maneras de relajarse antes de acostarse cada noche. Leer un libro, escuchar música relajante o darse un baño caliente.
- Hacer que la habitación sea cómoda para dormir y mantener la temperatura ni demasiado caliente ni demasiado fría.
- Hacer ejercicio con regularidad, pero evitar hacerlo dentro de las tres horas previas a la hora de acostarse.

- Evitar tomar siestas al final de la tarde o por la noche.
- Evitar consumir cafeína a última hora del día, ya que puede dificultar el sueño. Entre los productos a evitar se incluyen café, té, chocolate y refrescos.
- Evitar beber alcohol, incluso en pequeñas cantidades.
- No mirar televisión ni usar computadora, teléfono celular o tableta en el dormitorio.
- Evitar comer comidas copiosas dos o tres horas antes de acostarse y evitar beber grandes cantidades de líquido al final del día.
- Hablar con un médico si existen dificultades para dormir.
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