
La esperanza, más allá de ser un sentimiento, podría convertirse en una herramienta clave para mejorar la salud de quienes padecen enfermedades cardiovasculares. Así lo sugieren los resultados de una revisión de estudios presentada recientemente por investigadores británicos en la British Cardiovascular Society, en Manchester.
Según reportó MIT Technology Review, los pacientes cardíacos que mantienen una actitud esperanzada y optimista no solo experimentan una mejor calidad de vida, sino que también enfrentan un menor riesgo de muerte en comparación con quienes se sienten desesperanzados.
Este trabajo fue desarrollado por expertos de la Universidad de Liverpool y el Lancashire Cardiac Centre, con apoyo de la British Heart Foundation. La investigación reforzó la importancia de integrar la salud mental y el apoyo emocional en el tratamiento de afecciones físicas.

Esperanza y resultados en salud cardíaca
La revisión sistemática fue encabezada por el Dr. Alexander Montasem, psicólogo de la Universidad de Liverpool. De acuerdo con lo compartido por MIT Technology Review, los pacientes con mayores niveles de esperanza reportaron menos síntomas, como angina y fatiga post-accidente cerebrovascular, así como una calidad de vida superior y menor riesgo de muerte.
El Dr. Montasem señaló que “la revisión sistemática sugiere que la desesperanza podría aumentar el riesgo de muerte”. Una de las investigaciones analizadas evidenció que hombres con afecciones cardiovasculares y sentimientos de desesperanza presentaban un riesgo de muerte seis veces mayor que aquellos con una actitud más positiva.
Asimismo, la esperanza, definida como un “estado motivacional positivo” basado en la agencia y la planificación para alcanzar metas personales, fue medida mediante cuestionarios estandarizados. Los datos indicaron que este factor ayuda a afrontar síntomas físicos y protege contra eventos graves como el infarto de miocardio, incluso controlando variables como edad, depresión y situación socioeconómica.
Análisis de estudios y medición de la esperanza
El equipo científico revisó estudios que relacionaban la esperanza con la evolución clínica de enfermedades cardiovasculares. También, la muestra incluyó a 5.540 pacientes y los cuestionarios utilizados evaluaban motivación, establecimiento de metas y planificación.
Aunque resulte difícil de cuantificar, la esperanza puede medirse objetivamente a través de estos instrumentos. Uno de los más usados considera la esperanza como resultado de la agencia personal y la capacidad de generar planes efectivos.
Los hallazgos también vincularon la esperanza con niveles más bajos de depresión y ansiedad, así como con mayor resiliencia. Además, unos 6 estudios analizaron variables psicológicas, confirmando el impacto positivo en la salud mental y la calidad de vida.

Rol de las creencias: efecto placebo y nocebo
La relación entre mente y cuerpo también se refleja en los efectos placebo y nocebo. El MIT Technology Review recordó que el efecto placebo mejora síntomas gracias a expectativas positivas, mientras que el nocebo produce o agrava síntomas por creencias negativas.
Algunas investigaciones previas demostraron que el placebo puede aliviar dolor, migrañas, enfermedad de Parkinson, depresión y ansiedad. Su eficacia incluso depende de aspectos como el color o el precio del medicamento simulado. El efecto nocebo, en cambio, puede intensificar molestias físicas o emocionales.
Aunque los mecanismos aún no están completamente claros, se reconoce la participación de sustancias como los opioides endógenos. Los especialistas también destacan que las expectativas del paciente pueden tener consecuencias fisiológicas reales.
Perspectivas sobre el valor del apoyo emocional
Alexander Montasem subrayó la necesidad de incluir la salud mental en el abordaje de enfermedades cardíacas. “Los pacientes suelen enfrentar síntomas debilitantes y ansiedad por el futuro”, declaró, argumentando que el acompañamiento emocional podría beneficiar ampliamente a personas con problemas cardiovasculares.
La autogestión y la adherencia al tratamiento son factores clave en la relación entre esperanza y evolución clínica. Es por ello que pacientes más esperanzados suelen seguir con mayor rigor sus tratamientos, lo que podría explicar su menor riesgo de muerte.
Por otra parte, Laurie McLouth, de la Universidad de Kentucky, en un análisis científico demostró que las conversaciones sobre valores y objetivos personales incrementaron la esperanza en pacientes con cáncer de pulmón avanzado, lo que resalta el potencial terapéutico de estas intervenciones.

Nuevas terapias para fortalecer la esperanza
El equipo de Montasem planea explorar intervenciones específicas para fomentar la esperanza en pacientes cardíacos. De esta manera, se evalúan alternativas como terapias especializadas o apoyo espiritual durante hospitalizaciones.
En una misma sintonía, recomendaron establecer metas personales y diseñar planes para lograrlas: “El minuto en que dejamos de perseguir nuestras metas, comenzamos a caer en la desesperanza”. El líder del estudio añadió que los objetivos personales o familiares ofrecen más bienestar que los materiales.
A través de estas estrategias, se podrían beneficiar otras personas de la población, más allá del ámbito clínico. El equipo científico continúa explorando cómo la esperanza puede convertirse en un recurso clave frente a enfermedades crónicas y en favor de la salud mental.
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