
Una crítica puede transformar rápidamente el diálogo en un campo de batalla verbal, donde cada argumento se percibe como un ataque personal. El fenómeno conocido como defenderse atacando está presente en la comunicación tanto personal como laboral, con consecuencias que superan el ámbito de un simple malentendido. Resulta esencial comprender las causas de estas reacciones y su impacto para favorecer la convivencia y el bienestar emocional.
Este patrón surge cuando, ante una crítica o señalamiento, la persona responde con reproches, ironías o recordando errores ajenos, en vez de tratar el argumento planteado. Este mecanismo puede aparecer en cualquier contexto: desde desacuerdos entre una pareja hasta diferencias en un grupo de trabajo.
Para los expertos, una conversación que podría haber sido constructiva suele transformarse en un intercambio tenso, donde la comunicación pierde su sentido y la confianza se ve afectada.
El Instituto Gottman, referente internacional en investigación sobre relaciones, describe la “contradefensa” o “retaliation” como uno de los principales patrones disfuncionales en conflictos de pareja y grupos. John Gottman lo identifica como uno de los “cuatro jinetes del apocalipsis” que predicen la ruptura de relaciones.
Rasgos y causas del patrón defenderse atacando

La reacción de defenderse atacando suele vincularse a estilos de comunicación agresivos o pasivo-agresivos. Quien percibe un ataque responde con reproches o descalificaciones, destaca errores ajenos o cualidades propias, pero evita expresar su malestar de manera asertiva.
Este patrón puede activarse ante cualquier comentario interpretado como ataque, aun si no existía tal intención. La respuesta suele ser impulsiva, haciendo que el diálogo se aparte del tema inicial y se dificulte la resolución del conflicto.
Identificar este tipo de comunicación no siempre resulta evidente. Son comunes expresiones como “y tú también…”, “yo no he hecho eso” o “es que tú hiciste o dijiste...”, pronunciadas de inmediato ante cualquier crítica. El sarcasmo, las ironías, las bromas pesadas o inclusive las humillaciones en público son señales claras de esta conducta, que revela dificultad para considerar perspectivas ajenas y para asumir errores propios.
Según especialistas, las parejas y equipos que utilizan estrategias de comunicación directa y abierta, incluso cuando enfrentan conflictos incómodos, logran abordar los problemas de forma más eficaz y experimentan un mayor nivel de satisfacción en sus relaciones.
Si se manejan bien, los conflictos brindan “la oportunidad de mejorar y crecer en nuestras relaciones”, dijo Nickola Overall, profesora de psicología en la Universidad de Auckland, especializada en la ciencia de las relaciones.

Esto refuerza la importancia de dialogar con honestidad y de afrontar los desacuerdos sin evadir responsabilidades ni recurrir a reproches, para preservar la confianza y la salud emocional de los vínculos.
Consecuencias y estrategias para interrumpir el ciclo
Las consecuencias del patrón defenderse atacando pueden pasar inadvertidas en discusiones puntuales, pero a largo plazo afectan la salud mental y la calidad de los vínculos. Esta forma de responder puede proporcionar un alivio temporal, ya que a menudo induce a los demás a evitar expresar críticas, pero conlleva la instauración de un ciclo disfuncional y una sensación de rechazo, sobre todo en conversaciones delicadas.

La comunicación se vuelve poco efectiva: los mensajes no se transmiten adecuadamente, los conflictos quedan sin resolver y los acuerdos parecen inalcanzables. Con el paso del tiempo, la confianza y la conexión disminuyen, y los conflictos escalan incluso ante desacuerdos menores.
Superar este ciclo implica un esfuerzo consciente, especialmente para quienes reconocen este patrón en su comportamiento. El primer paso consiste en identificar la actitud y distinguir entre lo que se dijo y la forma en que se interpretó. Por ejemplo, ante una propuesta rechazada, la negativa puede referirse solo a la actividad y no a la relación o a la persona. Reformular lo que se escuchó, utilizando palabras propias y demostrando comprensión, aunque exista desacuerdo, ayuda a prevenir malentendidos.
Para los especialistas, resulta fundamental reconocer el motivo real del malestar y expresar con claridad las necesidades auténticas. Entre las estrategias más eficaces se encuentran hacer una pausa antes de responder, evitar la reacción automática y emplear frases que partan del “yo”, como “yo siento…” o “yo necesito…”, en lugar de generalizaciones como “siempre” o “nunca”.

Además, destacan que si se recibe una reacción defensiva, adoptar una actitud asertiva y clarificar el mensaje usando la estructura “siento, pienso, quiero” puede ayudar a reconducir la conversación. Otra técnica útil es el “disco rayado”, que consiste en repetir el mensaje principal sin desviaciones, para impedir que la discusión se vuelva circular y se pierda el foco.
El desgaste derivado de este patrón de comunicación impacta en parejas, familias, amistades y ámbitos laborales. Cuando cualquier comentario puede transformarse en el origen de un conflicto, la disposición a colaborar y la confianza se ven severamente comprometidas, dificultando la convivencia y el bienestar emocional de todas las personas involucradas.
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