
La fuerza de voluntad es un concepto esencial en la vida cotidiana que se da por hecho. Parece claro que se trata de una capacidad que permite resistir las tentaciones y actuar de acuerdo con metas a largo plazo. Sin embargo, a lo largo de las últimas décadas, los estudios científicos desafiaron algunas de las ideas tradicionales sobre este concepto.
El portal Science Focus compartió las perspectivas especializadas que sugieren que la fuerza de voluntad no es un recurso limitado que se agota con el tiempo, sino algo que se puede fortalecer y controlar.
Actualmente, la ciencia está redefiniendo las nociones sobre la fuerza de voluntad, a partir de los últimos hallazgos de psicólogos y expertos en el tema.

Impacto de la fuerza de voluntad en el éxito
Según una investigación pionera del psicólogo Roy Baumeister, de la Universidad de Queensland, quienes poseen mayor capacidad de autocontrol obtienen mejores resultados académicos y laborales, establecen relaciones interpersonales más saludables y se asocia con una mayor esperanza de vida.
La importancia de la fuerza de voluntad quedó reflejada en experimentos como el famoso “test del malvavisco”, desarrollado por Walter Mischel. En esta prueba, los niños que lograban esperar para recibir una recompensa mayor, años después, tuvieron mejores calificaciones y menor índice de masa corporal.
Sin embargo, un estudio de Tyler Watts replanteó la conclusión anterior al considerar variables como el nivel socioeconómico de los participantes, lo que sugiere que otros factores, como la inteligencia y el entorno familiar también influyen en el éxito futuro.

Estudios sobre el agotamiento de la fuerza de voluntad
El análisis realizado en 1996 por Baumeister y su equipo fue uno de los más influyentes. En aquel experimento, un grupo de participantes tuvo que resistir la tentación de comer galletas de chocolate y conformarse con rábanos, mientras que otro grupo pudo disfrutar de la opción dulce.
Posteriormente, ambos grupos debían realizar una tarea compleja e imposible de resolver. Los resultados mostraron que quienes habían ejercido autocontrol previamente persistieron menos tiempo en la segunda tarea, lo que sugería que la fuerza de voluntad se había “gastado”.
Sin embargo, estudios más recientes pusieron en duda esta teoría. En una investigación liderada por Martin Hagger, realizada en 23 laboratorios de distintos países, los efectos del agotamiento del autocontrol resultaron ser tan pequeños que fueron estadísticamente insignificantes.
Baumeister defendió su teoría al argumentar que “existen más de 600 estudios que confirman la existencia del agotamiento del autocontrol”. Aunque otros investigadores, como Mark Muraven, señalaron que este fenómeno es difícil de medir en un laboratorio, ya que en la vida real la presión del autocontrol proviene de múltiples fuentes simultáneamente.
¿Cómo fortalecer la fuerza de voluntad?
Si bien la idea de que el autocontrol es un recurso limitado sigue siendo debatida, hay evidencia de que se puede entrenar y fortalecer. Malte Friese, de la Universidad de Saarland, realizó un meta-análisis de 33 estudios con más de 2.600 personas, concluyendo que pequeñas pruebas regulares de autocontrol pueden mejorar la fuerza de voluntad a largo plazo.

Una estrategia efectiva es la realización de pequeños ejercicios de autocontrol, similares a entrenar un músculo. Por ejemplo, en uno de los estudios analizados, los participantes debían apretar una pinza de mano con su extremidad no dominante durante dos semanas. Los resultados mostraron una mejora en su rendimiento en pruebas académicas.
Otra técnica prometedora es el uso de rituales repetitivos. En un experimento realizado en Estados Unidos y China, un grupo de participantes en un gimnasio universitario debió realizar un ritual antes de comer: cortar su comida en partes iguales, ordenarlas simétricamente y presionar el tenedor tres veces sobre ellas.
Los resultados mostraron que este grupo consumió 224 calorías menos en comparación con aquellos que solo reflexionaban sobre su ingesta de alimentos. Los expertos destacaron que estos hábitos refuerzan la percepción de autocontrol, aumentando la disciplina personal.

Los especialistas también advirtieron que los rituales deben implementarse con precaución, ya que en algunos casos pueden derivar en conductas obsesivas relacionadas con trastornos alimenticios.
Aunque la idea de que el autocontrol se agota, continúa siendo objeto de debate. Las investigaciones plantean que es posible fortalecerlo mediante prácticas constantes y cambios en la percepción individual.
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