
Sentirse invisible o poco valorado en el trabajo o entre amigos es una experiencia común para muchas personas, quienes temen que expresar sus necesidades pueda generar conflictos. Según un análisis de New Scientist, la asertividad —la habilidad de comunicar sentimientos y necesidades de manera directa y respetuosa— se revela como un pilar fundamental para la salud mental y el bienestar emocional.
La asertividad y el rechazo se asocian a bienestar psicológico
El estudio, publicado en ScienceDirect, analizó la relación entre la asertividad, la capacidad de decir no y la salud mental en estudiantes universitarios de la Universidad de Shiraz. Se trabajó con una muestra de 120 estudiantes (62 mujeres y 58 hombres), seleccionados mediante muestreo aleatorio por conglomerados.
Se utilizaron cuestionarios validados para evaluar la salud mental y la asertividad, además de un instrumento diseñado para medir la capacidad de decir no. El análisis estadístico reveló una correlación positiva significativa entre la asertividad y la salud mental, así como entre la capacidad de decir no y la salud mental.

El estudio no encontró diferencias significativas entre hombres y mujeres ni en los niveles de asertividad ni en la capacidad de decir no. Los resultados indican que tanto la asertividad como la capacidad de negarse pueden contribuir al bienestar psicológico, reducir el estrés y facilitar relaciones interpersonales más saludables.
La investigación asegura que promover estas habilidades puede favorecer la salud mental en contextos universitarios, aunque señala la necesidad de utilizar otros diseños metodológicos para confirmar estos hallazgos.
Clave para relaciones sanas y liderazgo
Esta capacidad, lejos de justificar la agresividad, permite establecer límites y defender los propios intereses sin menoscabar a los demás, lo que resulta esencial para mantener relaciones interpersonales sanas y satisfactorias.

La asertividad, tradicionalmente considerada una competencia clave en el liderazgo, ha cobrado renovada importancia en la investigación psicológica por su impacto positivo en la vida cotidiana. De acuerdo con New Scientist, la evidencia científica respalda que las conversaciones francas y asertivas pueden aliviar tensiones, sacar a las personas de estados de desesperanza y fortalecer los vínculos sociales.
No se trata solo de una herramienta para quienes ocupan cargos directivos, sino de una habilidad transversal que contribuye a reducir la ansiedad y la depresión, y que incluso puede desempeñar un papel preventivo frente al acoso escolar.
En ese sentido, Mayo Clinic detalla que “ser asertivo también te puede ayudar a aumentar la autoestima y a ganar el respeto de los demás. Esto puede ayudar en el manejo del estrés, especialmente a reducirlo si se asumen demasiadas responsabilidades porque es difícil decir que no”.

Al tiempo que indican que “debido a que la asertividad se basa en el respeto mutuo, es un tipo de comunicación diplomática y eficaz”, ya que demuestra una disposición a “defender los intereses propios y a expresar que se piensa y siente”.
Un resurgimiento en la investigación
El interés por el entrenamiento en asertividad no es nuevo. Durante décadas, esta técnica formó parte de los tratamientos habituales en salud mental, aunque su popularidad disminuyó en los años 80, 90 y 2000, cuando otras terapias conversacionales ganaron terreno.
Sin embargo, a partir de 2018, diversas investigaciones han impulsado un resurgimiento de la formación en asertividad. Estudios citados por New Scientist han demostrado que fortalecer esta habilidad no solo mejora el bienestar general, sino que también facilita las relaciones de pareja y ayuda a los estudiantes a enfrentar situaciones de acoso.
El entrenamiento en asertividad suele estructurarse en módulos que abordan los pensamientos y creencias que dificultan la expresión honesta. Muchas personas, por temor a parecer groseras, optan por callar sus opiniones o disculparse innecesariamente al manifestarlas.

El proceso formativo invita a los participantes a identificar estas barreras internas, por ejemplo, la creencia de que defenderse puede dañar una relación o la tendencia a delegar la responsabilidad en otros. Para ello, se emplean herramientas como diarios de comportamiento, que ayudan a reflexionar sobre las propias reacciones y a ensayar nuevas formas de afrontar interacciones difíciles.
Herramientas y formatos actuales
Además, el programa incluye ejercicios prácticos para formular mensajes asertivos, integrando el reconocimiento de los sentimientos ajenos junto con los propios. Un ejemplo de esto sería: “Sé que estás ocupado en este momento, pero me gustaría pedirte algo”. Otros módulos se centran en estrategias para gestionar la decepción o las críticas, así como en aprender a aceptar cumplidos sin restar valor a los logros personales.
En la actualidad, el entrenamiento en asertividad se ofrece tanto de manera presencial, a menudo como parte de la terapia cognitivo-conductual, como a través de recursos digitales. Los expertos consultados por New Scientist destacan que los manuales y cuadernos de trabajo en línea han mostrado resultados comparables a los de las sesiones presenciales, ampliando así el acceso a quienes buscan mejorar sus habilidades sociales y su bienestar emocional.
Dedicar tiempo a desarrollar la asertividad puede transformar la manera en que una persona se relaciona consigo misma y con los demás, generando beneficios que perduran mucho más allá del proceso de aprendizaje inicial, según concluye New Scientist.
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