
En torno a una taza de té pueden coincidir tradiciones ancestrales, hábitos de consumo y una serie de beneficios para la salud que la ciencia continúa investigando. En regiones como el este de Asia, el té verde predomina y se consume tradicionalmente solo, mientras que en países occidentales —como Reino Unido—, la costumbre es añadirle leche y azúcar.
Esta diferencia no es menor, ya que esos añadidos pueden elevar las calorías y afectar el perfil saludable de la infusión, sumando riesgos como caries o diabetes tipo 2 en aquellos que beben varias tazas diarias endulzadas, de acuerdo con expertos consultados por The Telegraph.
Según una investigación publicada en la revista científica Advances in Nutrition, a escala internacional, quienes consumen té de manera habitual presentan tasas más bajas de enfermedades cardiovasculares y menor mortalidad general. El estudio muestra que la reducción del riesgo es progresiva y se observa tanto en consumidores de té verde como negro.

Flavonoides, cafeína y otros aliados: los componentes del té
Según The Telegraph, la principal fortaleza nutricional del té reside en sus flavonoides, compuestos antioxidantes presentes en altas concentraciones tanto en el té verde como negro. Estas sustancias se han relacionado con “mejorar el metabolismo, reducir el colesterol e incluso mejorar la presión arterial”.
De acuerdo con los autores del metaanálisis, los beneficios del té sobre el metabolismo y la función cardiovascular también se deben a su alto contenido de polifenoles, que ejercen efectos antioxidantes y antiinflamatorios. Esta acción ayuda a mejorar el perfil lipídico y la salud vascular, mecanismos propuestos como explicación del menor riesgo cardiovascular observado en grandes poblaciones consumidoras de té.
En tanto, expertos consultados por el medio británico afirman que, al sumar leche a esta infusión, “la caseína se une a los flavonoides del té negro e impide que actúen con la misma eficacia”, generando el debate sobre la mejor manera de consumirlo para aprovechar todos sus beneficios.

El té, en todas sus variedades “reales” —negro, verde, oolong, amarillo, blanco—, aporta cafeína en dosis variables y el aminoácido L-teanina, que puede inducir una sensación de relajación. Además, ciertas infusiones no provenientes de la planta de té carecen de cafeína y pueden consumirse sin límite.
De acuerdo con Sam Rice, nutricionista de The Telegraph “puedes beber una cantidad ilimitada de té de hierbas todos los días, dado que estos no están hechos con hojas de té, sino con diferentes hierbas o cáscaras de frutos secos, por lo que son naturalmente libres de cafeína”.
Té negro: tradición y propiedades
El té negro, valorado tanto en Occidente como en Asia, “contiene la mayor concentración de flavonoides entre los tés tradicionales. Su color oscuro lo delata, y es el proceso de fermentación lo que le confiere este beneficio especial para la salud”.

Los flavonoides del té negro tienen efectos “anticancerígenos, antioxidantes, antiinflamatorios y antivirales”. Rice enfatiza que es posible disfrutar “hasta cuatro o cinco tazas de té negro al día” y obtener beneficios, siempre que se prescinda del azúcar.
En términos de cafeína, “una taza de té negro contiene alrededor de 47 mg”, lo que permite consumir hasta ocho tazas diarias de forma segura. Su riqueza antioxidante lo convierte en aliado en la reducción de la presión arterial y el colesterol.
En supermercados, los expertos destacan mezclas como English Breakfast o Earl Grey, esta última enriquecida con bergamota y su propio perfil antioxidante. La preparación óptima para extraer flavonoides consiste en emplear agua recién hervida y reposar el té al menos tres minutos.

En ese tono, el mismo metaanálisis mencionado previamente muestra que su consumo habitual también contribuye a disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y de mortalidad por todas las causas. Los investigadores señalan que los beneficios observados con el té negro se mantienen aún considerando diferentes estilos de vida y patrones alimentarios, lo que lo posiciona como una opción efectiva para promover la salud cardiovascular dentro del conjunto de bebidas tradicionales.
Té verde: aliado del corazón y el cerebro
El té verde se distingue por su alta presencia de catequinas y el polifenol EGCG, catalogado como especialmente protector para el corazón y el cerebro. “Diversos estudios sugieren que beber té verde en grandes cantidades puede ofrecer cierta protección contra diversos tipos de cáncer”, señalan los expertos al medio británico.
Algunas investigaciones apuntan además a que una dieta con abundancia de EGCG podría ayudar a prevenir el Alzheimer y el Parkinson.

El matcha, variedad en polvo de té verde, “es un tipo de té verde particularmente rico en antioxidantes”. A nivel de cafeína, una taza de té verde contiene en promedio “unos 33 mg”, según el texto. Además, suele tener “más L-teanina que el té negro, lo que lo convierte en una bebida más relajante y menos propensa a causar nerviosismo por cafeína”, detallan los especialistas citados por The Telegraph.
Aunque muchos lo asocian con la pérdida de peso, la evidencia indica que el cambio podría responder a evitar bebidas más calóricas, ya que el té verde no suele tomarse con leche ni azúcar.
Según la investigación publicada en Advances in Nutrition, el consumo de té verde se asocia de manera sostenida con un menor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y de mortalidad general. Los autores del estudio atribuyen estos efectos principalmente a la riqueza en polifenoles y catequinas de esta variedad, que ejercen acciones antioxidantes y antiinflamatorias, ayudando a mantener la salud arterial y a proteger el sistema vascular en quienes lo incorporan con regularidad a la dieta.
Otras versiones “reales” del té: oolong, amarillo y blanco

El té oolong, intermedio entre el negro y el verde en su proceso, resulta “lo mejor de ambos mundos cuando se trata de sabor y beneficios para la salud”, según Alex Probyn, maestro mezclador de té y fundador de la empresa de té a medida Blends For Friends. Se le atribuyen beneficios en la salud cardiovascular y el control glucémico, aunque puede contener una cantidad notable de cafeína.
El té amarillo y el té blanco, menos comunes, se elaboran también a partir de la Camellia sinensis. El amarillo “es un té que cambia un poco de color durante el proceso de secado”, con un sabor más suave y efectos similares al té verde. El blanco, recogido en una etapa muy temprana del crecimiento de las hojas, a menudo presenta mayor concentración de polifenoles y antioxidantes.
Infusiones y tés de hierbas: diversidad y beneficios propios
Las infusiones de hierbas, lejos de la planta Camellia sinensis, han experimentado un auge. “Las ventas de tés de hierbas han aumentado cada año desde 2016”, con sabores como manzanilla, menta y rooibos entre los preferidos, afirman los expertos citados por The Telegraph.

El té de menta, por ejemplo, resulta útil en la digestión y puede aliviar la indigestión y las náuseas. Tés como el de manzanilla se asocian con la conciliación del sueño, actuando como sedante moderado, mientras que el rooibos, carente de cafeína, representa una alternativa saludable con antioxidantes potentes.
De acuerdo con Cleveland Clinic, el té de menta sobresale por su acción relajante sobre el tracto gastrointestinal. Especialistas señalan que puede contribuir a aliviar molestias como hinchazón y gases, lo que explica su uso extendido en situaciones de disconfort digestivo leve.
Además, afirma que la manzanilla se ha consolidado como una de las infusiones predilectas para favorecer el descanso nocturno y relajar el sistema nervioso. El centro médico enfatiza su perfil seguro y la recomienda como ayuda natural para mejorar la calidad del sueño sin riesgos de dependencia.
Té de jengibre y limón

La información institucional de Cleveland Clinic resalta que las infusiones de jengibre ayudan a calmar el malestar estomacal y pueden ser útiles en casos de náuseas o digestión difícil. Este respaldo apoya el uso tradicional del jengibre en los cambios estacionales y en episodios de malestares gastrointestinales leves.
El té de jengibre y limón suele ser consumido por personas que sospechan que están resfriadas. El jengibre tiene “posibles propiedades antivirales”, afirma Probyn, y el limón también aporta un toque de vitamina C, que ayuda a fortalecer el sistema inmunitario (sin embargo, el té de limón contiene cantidades muy limitadas). También se puede añadir miel, que ha demostrado ayudar a aliviar el dolor de garganta.
Producción y preparación: tradiciones y técnicas
Todos los tés “reales” proceden de la Camellia sinensis. El proceso para el té negro implica marchitar, enrollar y oxidar las hojas antes de secarlas, lo que potencia su característico color oscuro y perfil de sabor. El té verde se hierve inmediatamente tras cortarlo para evitar la oxidación, conservando así sus catequinas.
Preparar cada tipo de té requiere diferentes temperaturas y reposos: “El té negro puede prepararse a una temperatura muy alta, pero otros tés deben prepararse a una temperatura más baja y durante menos tiempo”, indica Probyn. Este detalle en la elaboración optimiza el sabor y permite maximizar los compuestos beneficiosos de cada variedad.
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