Cómo usar el sistema nervioso para mejorar el sistema inmunológico, según la neurociencia

Diversas investigaciones destacaron que la activación consciente de ciertos circuitos nerviosos puede modular la inmunidad. El neurocientífico Andrew Huberman explicó en su pódcast que estas técnicas apoyan la recuperación y la prevención de infecciones

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Según el especialista, el sistema
Según el especialista, el sistema inmunológico cuenta con tres líneas de defensa: barreras físicas, inmunidad innata y adaptativa (Freepik)

El sistema nervioso, tradicionalmente vinculado a la percepción, el movimiento y las emociones, también puede desempeñar un papel clave en el fortalecimiento de la inmunidad. Así lo explicó el neurobiólogo Andrew Huberman, profesor de la Universidad de Stanford, quien en un reciente episodio del pódcast Huberman Lab expuso cómo la activación consciente de ciertos circuitos nerviosos puede modular y potenciar la respuesta inmunológica.

A través de explicaciones científicas y herramientas prácticas, el especialista detalló cómo técnicas como la respiración controlada, el sueño adecuado y la estimulación de la motivación pueden influir directamente en la capacidad del cuerpo para defenderse de infecciones y recuperarse de enfermedades.

El neurobiólogo Andrew Huberman explica
El neurobiólogo Andrew Huberman explica cómo el sistema nervioso puede potenciar la inmunidad con hábitos diarios (Huberman Labs Essentials)

Estructura básica del sistema inmunológico

Para comprender cómo el sistema nervioso puede influir en la inmunidad, es fundamental repasar primero la estructura básica del sistema inmunológico. Según explicó Huberman en el pódcast, el cuerpo humano cuenta con tres líneas principales de defensa.

La primera barrera es la física, compuesta por la piel y las mucosas que recubren las aberturas corporales como ojos, nariz, boca y tracto digestivo. Estas superficies, además de actuar como frontera, están recubiertas de moco, una sustancia que filtra y atrapa bacterias y virus, ayudando a neutralizarlos antes de que penetren más profundamente.

Mientras que la segunda línea de defensa es la inmunidad innata, una respuesta rápida y generalizada que se activa cuando un patógeno logra atravesar las barreras físicas. En este nivel, células como los glóbulos blancos, neutrófilos, macrófagos y células asesinas naturales se movilizan para atacar al invasor. Estas células trabajan en conjunto con proteínas del complemento, que marcan a los patógenos para su destrucción, y con las citocinas, moléculas que envían señales para reclutar más defensas al sitio de la infección.

Por su parte, la tercera capa es la inmunidad adaptativa, responsable de la producción de anticuerpos específicos contra cada patógeno. Este sistema, que incluye la generación de inmunoglobulinas como IgM e IgG, permite al organismo recordar infecciones previas y responder de manera más eficiente si el mismo agente vuelve a aparecer. La memoria inmunológica es la base de la inmunidad a largo plazo.

La inmunidad adaptativa se presenta
La inmunidad adaptativa se presenta como clave para enfrentar agentes infecciosos ya superados (Freepik)

Comunicación entre el sistema nervioso y el inmunológico

En el pódcast Huberman Lab, el experto subrayó que el sistema nervioso, y en particular el nervio vago, desempeña un papel central en la comunicación entre el cuerpo y el cerebro durante las respuestas inmunológicas. El nervio vago, que conecta el cerebro con órganos como el corazón, los pulmones y el intestino, transmite señales rápidas sobre la presencia de infecciones al hipotálamo, una región cerebral que regula la fiebre y otros síntomas de la enfermedad.

Además de esta vía rápida, existen rutas más lentas mediadas por factores sanguíneos, como las citocinas, que pueden inducir inflamación cerebral y afectar funciones cognitivas y de memoria durante los episodios de enfermedad.

Huberman también destacó que el comportamiento durante la enfermedad —como la fatiga, la pérdida de apetito y la preferencia por ambientes oscuros— está orquestado por estas señales nerviosas y humorales, que buscan optimizar la recuperación. Sin embargo, el sistema nervioso no solo reacciona ante la enfermedad, sino que puede ser activado de manera voluntaria para influir en la respuesta inmunitaria.

El nervio vago conecta el
El nervio vago conecta el cerebro con órganos clave y regula la respuesta inmunológica ante infecciones (Imagen Ilustrativa Infobae)

Herramientas prácticas para potenciar la inmunidad

Entre las herramientas prácticas que pueden potenciar la inmunidad a través del sistema nervioso, el pódcast resalta la respiración cíclica controlada, también conocida como hiperventilación controlada. Esta técnica, similar al método Wim Hof, consiste en realizar entre 20 y 30 respiraciones profundas seguidas de una exhalación completa y una retención sin aire, repitiendo el ciclo varias veces.

De acuerdo con Huberman, este patrón respiratorio eleva los niveles de adrenalina y noradrenalina, catecolaminas que no solo aumentan el estado de alerta, sino que también inducen la liberación de citocinas antiinflamatorias y reducen la inflamación general del organismo.

El sueño es otro pilar fundamental para la función inmunológica. Durante el descanso, especialmente en las fases iniciales de una infección, el sistema glinfático cerebral se activa para eliminar desechos y productos inflamatorios. El presentador recomendó elevar los pies unos doce grados durante el sueño, colocando almohadas bajo las piernas, para favorecer la circulación y la limpieza cerebral, lo que podría acelerar la recuperación.

La motivación y la esperanza también emergen como factores con impacto fisiológico. Estudios citados en el pódcast, como los realizados por el laboratorio de Aysa Rolls en Israel, mostraron que el simple hecho de mantener una actitud positiva y visualizar un futuro favorable puede activar el sistema de recompensa cerebral, basado en la dopamina, y acelerar la curación de heridas o la reducción de tumores.

La motivación y la esperanza
La motivación y la esperanza activan el sistema de recompensa cerebral y aceleran la curación, según evidencia científica (Freepik)

Evidencia científica y recomendaciones adicionales

La evidencia científica que respalda estas intervenciones es robusta. En el espacio de Huberman Lab mencionó un estudio publicado en la revista PNAS, donde voluntarios sometidos a la respiración cíclica controlada tras la inyección de E. coli presentaron menores niveles de citocinas proinflamatorias y síntomas gripales, en comparación con un grupo de control que solo practicó meditación.

Además, investigaciones del laboratorio de Qiufu Ma en Harvard demostraron que la electroacupuntura en zonas específicas del cuerpo puede activar el eje vago-adrenal, desencadenando la liberación de catecolaminas y reduciendo la inflamación a través de vías nerviosas precisas.

Otras recomendaciones incluyen el consumo de alimentos fermentados bajos en azúcar para mantener un microbioma saludable, la respiración nasal para filtrar mejor los patógenos y evitar tocarse los ojos tras el contacto con superficies potencialmente contaminadas.

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Andrew Huberman sugirió que el sueño favorece la limpieza cerebral y acelera la recuperación durante infecciones (Huberman Labs Essentials)

Andrew Huberman advirtió que, si bien existen medicamentos de venta libre que actúan sobre el sistema adrenérgico para aliviar síntomas, estos pueden tener efectos secundarios como deshidratación o interferencia con el sueño.

Como alternativa, mencionó la espirulina, un alga que en estudios clínicos demostró reducir la congestión nasal y los marcadores inflamatorios.

A lo largo del episodio, el pódcast Huberman Lab enfatizó que comprender la interacción entre el sistema nervioso y el inmunológico permite aprovechar protocolos sencillos y accesibles para prevenir o acortar el curso de enfermedades, lesiones o inflamaciones, integrando ciencia y práctica en el cuidado diario de la salud.

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