
La actividad sexual o la masturbación antes de dormir podría ser una herramienta natural para mejorar la calidad del sueño, según un estudio reciente realizado en Australia.
La investigación, desarrollada por la Universidad Central de Queensland y la Universidad Flinders, aportó evidencia científica a una creencia popular, al observar que quienes practican estas actividades como último acto del día experimentan un descanso más profundo. Vanity Fair reseñó que los hallazgos despertaron interés tanto en la comunidad científica como entre la población general, dado que abordan una problemática común como el insomnio.
Detalles del experimento: participantes y metodología
El estudio fue liderado por la especialista en deportes del sueño Michele Lastella y contó con la participación de siete parejas heterosexuales, con una edad promedio cercana a los 30 años. Los voluntarios fueron reclutados a través de redes sociales y participaron en un experimento de once noches consecutivas. En ese lapso, cada pareja alternó tres rutinas nocturnas: masturbación individual, sexo en pareja o ausencia total de actividad sexual.
Durante las noches sin actividad sexual, se mantuvieron los hábitos habituales previos al sueño, excluyendo cualquier contacto erótico. En las otras noches, se pidió realizar una de las dos prácticas sexuales antes de dormir. Se emplearon auriculares de polisomnografía, que registran la actividad cerebral, los movimientos y la respiración durante la noche. Además, los participantes completaron cuestionarios diarios sobre la calidad de su sexualidad y su descanso.
Resultados principales: descanso y motivación mejorados

Los datos fueron consistentes: tanto el sexo en pareja como la masturbación antes de dormir mejoraron la calidad del sueño. Los participantes se despertaron con menos frecuencia, reportando haber descansado mejor. Las mediciones instrumentales respaldaron estas percepciones, confirmando una mejora objetiva en el sueño posterior a la actividad sexual.
Además, se observó un efecto positivo en la motivación y el estado de ánimo al día siguiente. En una escala de 1 a 100 puntos, los voluntarios dijeron sentirse hasta cinco puntos más motivados tras una noche con masturbación, y hasta once puntos más luego de tener relaciones sexuales. Este beneficio adicional sugiere que las prácticas sexuales nocturnas podrían influir también en el rendimiento diario.
No obstante, el estudio no detectó diferencias significativas en el tiempo necesario para conciliar el sueño ni en su duración total. Se registró un retraso de unos 30 minutos en la hora de acostarse las noches con actividad sexual, sin que esto afectara negativamente la calidad del descanso.
Limitaciones del estudio y próximos pasos

Pese a los resultados alentadores, los autores del estudio australiano destacaron varias limitaciones. El número reducido de participantes —solo siete parejas— impide extrapolar conclusiones para el conjunto de la población. Los investigadores recomendaron interpretar los hallazgos con cautela y propusieron la realización de estudios más amplios y diversos.
Entre las sugerencias para futuras investigaciones, se mencionó la inclusión de personas con distintos perfiles de edad, orientaciones sexuales, condiciones de salud y antecedentes de trastornos del sueño. El objetivo sería evaluar si los beneficios observados se mantienen en diferentes grupos y situaciones, y profundizar en los mecanismos fisiológicos implicados.
Contexto: insomnio y fisiología del sueño
El insomnio afecta a una parte significativa de la población. Uno de cada cuatro adultos presenta problemas para dormir. Dormir poco puede perjudicar la salud mental, la vida social y el rendimiento laboral.

La conexión entre actividad sexual y sueño fue tema de estudio en múltiples ocasiones, aunque muchas investigaciones anteriores se basaban en evidencia anecdótica. El estudio australiano marca un avance al utilizar mediciones científicas directas del sueño.
Se postula que el orgasmo desencadena la liberación de oxitocina y prolactina, hormonas asociadas con la relajación y el bienestar, y reduce los niveles de cortisol, hormona relacionada con el estrés. La oxitocina, llamada también “hormona del vínculo”, se asoció tanto con mejor calidad de sueño como con menores niveles de ansiedad. Estos procesos podrían explicar el efecto relajante posterior a las prácticas sexuales.
Conclusión de los autores
Los investigadores concluyeron que, si bien los resultados son prometedores, es necesario continuar explorando la relación entre actividad sexual y sueño reparador. Recomendaron ampliar la muestra y explorar con mayor profundidad los factores biológicos que intervienen en esta conexión.

Quienes padecen dificultades para dormir podrían considerar la masturbación o el sexo como estrategias naturales y sin efectos adversos conocidos para mejorar su descanso y bienestar general.
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