
En Navidad, las celebraciones involucran a familiares de diversas edades y características. Ante este panorama, surgen dudas sobre cómo afrontar estas reuniones cuando la relación en familia no es buena. Lo cierto es que el contexto social agrega presión a quienes desean evitar conflictos o sentimientos negativos en estas fechas.
En muchas familias, la Navidad activa antiguos desencuentros o heridas emocionales. Personas que mantienen relaciones conflictivas durante el año pueden experimentar frustración, soledad y distancia afectiva. La idealización de la armonía familiar puede no coincidir con la realidad y acentuar estas sensaciones.
Según especialistas, consultados por Heraldo, cada persona llega a las fiestas con expectativas propias. La presidenta de la Asociación Aragonesa de Terapia Familiar, Lola Fatás García, expuso que si los vínculos ya presentan dificultades previas, “basta una simple cena para que todo se active, aun con amor y los mejores propósitos posibles”.

Estrategias para cuidar el bienestar emocional en Navidad
De acuerdo con la Asociación Aragonesa de Terapia Familiar, las fiestas navideñas “tocan temas muy sensibles para todos”, como la pertenencia y el reconocimiento. Cuando estos pilares están dañados, cualquier pequeño desacuerdo puede provocar malestar intenso. Por eso, resulta frecuente que surjan discusiones, distancias e incluso sensación de soledad.
Lola Fatás García señala que las reacciones emocionales varían considerablemente. Algunas personas buscan conexión y compañía, mientras que otras prefieren protegerse de conflictos y optan por el silencio o el aislamiento. Ambos modos -de funcionar- son legítimos y necesitan aceptación sin juicios.
En ese sentido, la psicóloga sugiere que hablar con antelación sobre los propios límites y necesidades puede facilitar que los miembros cercanos de la familia se apoyen entre sí.

La experta indica que una opción eficaz consiste en acotar el tiempo de participación en las reuniones. No es necesario permanecer durante horas si esto supone un sufrimiento o tensión excesiva. Además, evitar temas que suelen generar conflicto es otra recomendación útil.
Asimismo, abordar cuestiones delicadas puede esperar a momentos más adecuados y tranquilos, fuera de las celebraciones.
Fatás agrega que permitir pausas, salir a respirar aire fresco o simplemente alejarse brevemente del grupo ayuda a recuperar la calma. En ocasiones, conviene evitar conversaciones profundas y centrarse en preservar la estabilidad emocional.
Decidir no participar en una reunión también constituye una posibilidad válida si se considera necesario. La especialista aclara que este acto no representa una agresión, sino una medida legítima de autocuidado.

Según la psicoterapeuta, a veces la culpa está relacionada con mandatos sociales o familiares que presentan la convivencia en estas fechas como obligatoria e inmune a problemas. La lealtad y el bienestar personal empiezan por no exponerse a situaciones que generan daño.
En tal caso, aconseja informar la decisión de forma simple y sosegada, como: “Este año necesito descansar y no vendré a la cena de Nochebuena. Os deseo una buena celebración y nos vemos en Reyes”.
El hecho de poner límites durante la Navidad no implica rechazar a la familia, sino practicar el respeto propio. Fatás señala que no hace falta justificar en exceso la decisión si se toma con serenidad y claridad. Además, la idea universal de armonía navideña es, en muchos casos, un ideal cultural que no se corresponde con la realidad de cada hogar.
En España y otros países mediterráneos, los lazos familiares suelen tener un peso relevante, pero esto no siempre garantiza el cuidado mutuo ni la ausencia de heridas emocionales.

La psicóloga resalta que las familias atraviesan pérdidas, distancias y desencuentros que afectan la convivencia en estas fechas. Admitir que cada persona hace lo mejor posible con su historia y sus capacidades es clave para aliviar la presión social y el sentimiento de culpa.
Para hallar un equilibrio en los vínculos durante la Navidad, la recomendación es preguntarse qué necesidad personal debe cuidarse; no se debe actuar solo en función de expectativas ajenas. Al poner límites, también es importante reconocer que otros miembros del grupo tienen necesidades diferentes que merecen respeto.
Fatás concluye que los encuentros navideños no constituyen el momento apropiado para abordar o resolver asuntos familiares complejos.

Las conversaciones profundas sobre conflictos pendientes requieren otros contextos, mayor privacidad y tiempo. La Navidad puede activar el duelo tanto por personas ausentes como por ideales familiares no alcanzados. Entender estas dinámicas permite cultivar la compasión hacia los demás y hacia uno mismo.
De acuerdo con la Asociación Aragonesa de Terapia Familiar, el equilibrio emocional en estas fechas depende de la capacidad de reconocer los límites propios, de comunicar de forma asertiva y de aceptar la realidad particular de cada familia. Estas acciones permiten cuidar la salud emocional y favorecer relaciones más sanas, incluso cuando la armonía no es completa.
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