
Están en productos que compramos todos los días, camuflados en etiquetas técnicas, y su impacto en el cuerpo preocupa cada vez más a la ciencia y a los organismos de salud.
Es que la presencia de aditivos e ingredientes potencialmente peligrosos en los alimentos procesados y ultraprocesados es motivo de creciente preocupación entre especialistas en salud, organismos científicos y consumidores.
A medida que el consumo de estos productos se generaliza, aumentan también las advertencias sobre los riesgos asociados a múltiples compuestos usados para mejorar el aspecto, conservar o potenciar el sabor de los alimentos.
Grasas trans: relación directa con enfermedades cardiovasculares

Las grasas trans se encuentran entre los ingredientes más peligrosos de la bollería industrial y muchos ultraprocesados, según subraya el nutricionista Mario Ortiz en una entrevista con Men’s Health.
Pueden aparecer en los envases bajo distintos nombres como “aceite vegetal parcialmente hidrogenado”, “grasa vegetal sin especificar” u “aceite vegetal totalmente hidrogenado”.
Según Ortiz, el principal riesgo de las grasas trans radica en que incrementan los niveles de colesterol y favorecen el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Por este motivo, recomienda prestar especial atención al etiquetado y evitar el consumo reiterado de estos productos.
Emulsionantes: riesgos cardiovasculares y daño potencial

National Heart and Lung Institute advierte sobre la vinculación entre el alto consumo de emulsionantes presentes en muchos ultraprocesados, margarinas y aderezos, y el incremento del riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Los estudios realizados en animales y en laboratorio han presentado indicios de daños neurotóxicos, citotóxicos, genotóxicos e incluso cancerígenos, por lo que se recomienda especial precaución en su consumo, sobre todo en personas expuestas de forma frecuente.
Riesgos químicos en la infancia: advertencias desde Harvard Health
Harvard Health destaca específicamente los peligros que implican para los niños la exposición a sustancias como bisfenoles (BPA), compuestos perfluorados y perclorato, presentes en envases de alimentos, plásticos y utensilios.

Estas sustancias se asocian con interferencias hormonales, problemas en el desarrollo sexual, inmunológico y neurológico, y alteraciones en el desarrollo cerebral temprano.
La institución recuerda la importancia de reducir la exposición infantil, eligiendo envases alternativos y evitando el contacto directo o prolongado con plásticos que contengan estos productos químicos.
Azúcares añadidos: el desafío del etiquetado y el riesgo metabólico
Ortiz, citado en Men’s Health, advierte que los azúcares añadidos pueden figurar en las etiquetas bajo una multitud de nombres como “glucosa”, “fructosa”, “jarabe de glucosa” o “jarabe de maíz”, lo que dificulta su identificación por parte del consumidor.

Según el experto, la presencia de estos azúcares está directamente relacionada con el aumento de obesidad, la aparición de diabetes y la generación de conductas adictivas hacia alimentos ultraprocesados. Esto convierte al chequeo detallado de la composición nutricional en una herramienta fundamental para cuidar la salud metabólica.
Edulcorantes artificiales no calóricos: su impacto sobre obesidad y salud mental
Según National Heart and Lung Institute, altos niveles de consumo de edulcorantes no calóricos como sacarina, sucralosa o aspartame están relacionados con mayor prevalencia de obesidad infantil y adulta, depresión y trastornos cardiovasculares.
Estos productos, frecuentemente empleados en alimentos y bebidas rotuladas como “diet”, no están exentos de potenciales efectos adversos a largo plazo.

Glutamato monosódico (E-621): controversias sobre su efecto en el apetito y el bienestar
Men’s Health también señala, a través de Ortiz, el uso frecuente del glutamato monosódico (E-621) en productos como sopas y snacks.
Según el especialista, este aditivo no solo incrementa el apetito y la probabilidad de ingerir una mayor cantidad de comida, sino que puede causar dolores de cabeza y favorecer la retención de líquidos. El control del consumo de este potenciador de sabor contribuye a evitar la ingesta inconsciente de calorías extras.
La creciente evidencia científica y la preocupación de expertos resaltan la importancia de prestar atención a los compuestos que acompañan a muchos productos de consumo cotidiano. De igual manera, es sabido qué alimentos es no recomendable consumirlos.
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