
El estornudo encierra una complejidad fisiológica poco considerada. Más allá de su función primaria —expulsar agentes irritantes del sistema respiratorio—, también puede provocar incomodidad en espacios públicos o incluso ser percibido como una manifestación exagerada de expresión personal. Mientras algunas personas lo dejan fluir con fuerza, otras buscan formas discretas de liberarlo. The Washington Post publicó un informe con perspectivas especializadas.
Estornudar es una reacción defensiva del cuerpo diseñada para despejar las vías respiratorias de elementos nocivos o molestos como el polvo, el polen o los vapores químicos. Cuando estas partículas irritan el revestimiento interno de la nariz, se activa una respuesta neuronal que atraviesa el tronco encefálico.
De esta manera, el mecanismo provoca una serie de acciones en cadena: expansión del pecho, apertura de la garganta y una inhalación profunda que culmina en la expulsión repentina del aire a gran velocidad. En su esencia, el proceso busca salvaguardar la integridad de los pulmones. Para las investigaciones realizadas, la mayoría de los casos tiene un origen claro, aunque también existen causas menos convencionales.

Algunas personas estornudan al exponerse a la luz intensa, una condición conocida como estornudo fótico o “síndrome ACHOO” que fue descrita por estudios, y según el biólogo molecular Richard Harvey puede deberse a una interacción nerviosa entre los ojos y la nariz. Otras veces, el estímulo puede ser físico (como depilarse las cejas), o estar asociado a situaciones aparentemente ajenas, como haber comido en exceso.
Volumen del estornudo y sus causas
La intensidad acústica del estornudo varía de persona a persona y depende de varios factores fisiológicos. Andrew Tritter, profesor del UTHealth Houston, explicó a The Washington Post que el sonido se genera por la vibración de las cuerdas vocales al paso del aire comprimido, de manera similar a cómo funciona una lengüeta en los instrumentos de aire.
Además, la anatomía individual es fundamental: quienes tienen conductos nasales u orales más estrechos tienden a producir estornudos más agudos, mientras que quienes poseen estructuras más amplias generan sonidos más graves y resonantes.
A esos factores se suman un componente cultural, tal como señaló al medio norteamericano Mas Takashima, jefe del Departamento de Otorrinolaringología del Houston Methodist, en países como Japón es socialmente inaceptable estornudar con fuerza, lo cual demuestra que parte del volumen puede ser aprendido o condicionado por el entorno.

Consecuencias y percepciones del estornudo fuerte
Aunque para algunos liberar un estornudo con ímpetu es una experiencia catártica, para otros puede resultar molesto o incluso perjudicial. Hay quienes encuentran placer en la sensación que produce, comparándola con “rascarse un picor en el rostro”, como lo describió la especialista Kathryn DeVinney, en una entrevista con The Washington Post.
Al margen de las preferencias personales, la ciencia advierte sobre los riesgos de intentar contenerlos por completo. Jay F. Piccirillo, profesor de otorrinolaringología en la Universidad de Washington, explicó que “reprimir un estornudo puede generar una acumulación peligrosa de presión en los pulmones”.
En casos extraños que fueron investigados por la ciencia, esta práctica derivó en lesiones como la perforación de la garganta o la pérdida de audición. Por eso, aunque se recomienda moderar su impacto, los especialistas coinciden en que no debe suprimirse por completo.
Cómo reducir el volumen de un estornudo
A pesar de que el impulso de estornudar es involuntario, su ejecución puede ser moldeada con ciertas técnicas. El primer paso consiste en: exhalar ligeramente justo antes de que el estornudo se libere, lo cual reduce la presión interna y por ende, la fuerza del aire expulsado.

También es útil cerrar la boca y colocar la lengua contra el paladar para redirigir la salida de aire por la nariz, evitando así la vibración de las cuerdas vocales, responsables del sonido característico.
Una tercera estrategia, propuesta por el profesor Andrew Tritter, es relajar las cuerdas vocales, como si se emitiera un suspiro. Esto disminuye la resonancia que produce el característico “achú” sonoro. Y como medida mínima en espacios compartidos, se recomienda estornudar sobre el codo o un pañuelo —el llamado “estornudo Drácula”— para amortiguar el ruido y evitar la propagación de partículas.
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