
A diferencia de lo que se pueda pensar, nuestro cuerpo necesita colesterol para crear células sanas. Esta sustancia cerosa parecida a la grasa produce hormonas, vitamina D y distintas sustancias que ayudan a digerir los alimentos. El problema aparece cuando los niveles son demasiado altos, lo que puede aumentar el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular.
El colesterol alto puede acumularse en las arterias y formar placa, lo que, con el tiempo, estrecha estos vasos sanguíneos hasta el punto de poder obstruirlos. El flujo de sangre se dificulta y aumenta las probabilidades de formarse un coágulo de sangre, que puede provocar un infarto o un accidente cerebrovascular.
Controlar los niveles de colesterol es uno de los mayores retos de salud en la población adulta, más aún teniendo en cuenta el progresivo empeoramiento de nuestro estilo de vida. Dentro de nuestros hábitos, la alimentación es la imprescindible para mantener una cantidad de colesterol saludable en nuestro cuerpo.
Los especialistas recomiendan priorizar alimentos frescos, reducir las grasas saturadas y trans y, sobre todo, alejarse de los cinco alimentos que más perjudican al sistema cardiovascular, recogidos por los profesionales del Hospital San Rafael de A Coruña.
Queso
El primer lugar en la lista lo ocupa un alimento tan popular como cotidiano: el queso. Su alto contenido en grasas saturadas lo convierte en un riesgo directo para quienes necesitan controlar el colesterol. Como explica el doctor Manuel Viso, muchas personas no son conscientes del volumen que consumen: “Un trozo cada día parece poco, pero a final de mes son tres quesos”. El mayor riesgo es la percepción: comer pequeñas porciones diarias da la falsa sensación de moderación, cuando la suma final puede ser excesiva.
El experto advierte también sobre los quesos light. Aunque contienen menos grasa, suelen consumirse en mayor cantidad, lo que neutraliza su supuesto beneficio. En personas con colesterol alto, lo recomendable es limitar su ingesta al mínimo y optar por alternativas bajas en grasa, sin caer en excesos.
Bollería y repostería
El segundo alimento prohibido es la bollería, especialmente la industrial. Las magdalenas, las galletas, los sobaos o los bizcochos están cargados de grasas trans, aceites refinados y azúcares que disparan los niveles de colesterol LDL, el conocido popularmente como “colesterol malo”.
Uno de los mitos más extendidos en cuanto a la repostería es que la casera es saludable, pero esto se aleja de la realidad. Como explica el doctor Viso, “siempre lleva azúcar, mantequilla o mieles… y la gente come más porque piensa que es mejor". La clave está en moderar su consumo y no recurrir a estos productos como opción diaria.
Comida ultraprocesada
Las comidas ultraprocesadas constituyen el tercer grupo a evitar. Las pizzas, las lasañas, los canelones, las croquetas congeladas o las barritas de pescado concentran grandes cantidades de grasas saturadas, sal y aditivos.
Su comodidad los convierte en una tentación habitual, pero su efecto sobre el metabolismo y el colesterol es contundente. Los especialistas recomiendan desterrarlos en la medida de lo posible y sustituirlos por platos caseros sencillos. A esta categoría se suman los snacks, las chucherías y las patatas fritas, igualmente perjudiciales.

Fiambres y embutidos
El cuarto alimento prohibido es un clásico de las cenas rápidas: los fiambres y embutidos. A pesar de su aparente ligereza, su contenido en grasa (especialmente en productos como mortadela, fuet, salchichón o chóped) los convierte en una amenaza directa para el colesterol. Incluso el jamón curado, aunque sea de buena calidad, contiene más grasa de la que suele imaginarse.
El doctor Viso calcula que una persona que cena 80 gramos diarios de jamón acumula cerca de dos kilos y medio al mes. La recomendación es clara: no superar los 200 o 250 gramos de chacinas a la semana. Entre las opciones menos perjudiciales se encuentran el jamón magro, el lomo magro, la cecina y los fiambres de pollo o pavo naturales, siempre revisando la etiqueta, ya que muchos productos “extrajugosos” contienen apenas un 60% de carne real y el resto son agua, sal y fécula de patata.

Frituras
La lista la cierra un método de cocción más que un alimento: las frituras. Al freír, los alimentos absorben grandes cantidades de aceite, lo que incrementa la ingesta de grasa y eleva el colesterol. Existen alternativas mucho más saludables (a la plancha, al horno, al vapor o a la brasa) que permiten disfrutar de comidas sabrosas sin riesgos añadidos. Las freidoras de aire pueden ser una opción ocasional, pero no deben ser la norma.
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