La acuicultura española reduce la huella ecológica y aporta pescado nutritivo

El modelo productivo nacional ha permitido democratizar el consumo y dinamizar la economía rural en los últimos años

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La acuicultura en España ha consolidado su papel como fuente esencial de pescado saludable, seguro y sostenible, aportando beneficios tanto para la salud de los consumidores como para el medio ambiente y la economía de las zonas rurales. Según ha destacado El País, este sector no solo garantiza un suministro estable de pescado de alta calidad, sino que también responde a las crecientes demandas de sostenibilidad y seguridad alimentaria en el país.

Beneficios nutricionales y ecológicos del pescado de acuicultura

El pescado de acuicultura español se distingue por su alto valor nutricional y su mínima huella ecológica. Los productores nacionales han conseguido ofrecer a los consumidores proteínas de calidad, ácidos grasos Omega-3 y una amplia variedad de minerales y vitaminas, todo ello con un impacto ambiental muy reducido. Javier Ojeda, gerente de la Asociación Empresarial de Acuicultura de España (APROMAR), ha señalado a El País que “el pescado de acuicultura suele tener menor huella ambiental que otros productos animales (como la carne de vacuno, cerdo o pollo) por razones biológicas, ecológicas y de rendimiento productivo”. Esta eficiencia se explica, según Ojeda, porque los peces son animales ectotermos, es decir, de sangre fría, y viven en el agua, lo que les permite gastar menos energía y requerir menos alimento que los animales terrestres. Así, por cada kilo de lubina o dorada producido, se generan solo 4,0 kg de CO₂, frente a los 29,6 kg que emite un kilo de ternera.

Control, trazabilidad y seguridad alimentaria

Uno de los pescados más sanos y completos es también el más barato: “Una ración casi cubre el 100% de los objetivos nutricionales del día”.

La seguridad alimentaria es otro de los pilares de la acuicultura española. El País ha subrayado que se trata de una de las producciones animales más vigiladas y trazables del país. Javier Ojeda ha explicado que “el ciclo de vida del pescado de acuicultura se controla desde la reproducción y cría de alevines hasta la comercialización del producto final, con controles sanitarios, ambientales y de calidad en cada una de las etapas, siendo supervisados por técnicos especializados”. El proceso comienza con la selección de reproductores sanos y la fecundación de los huevos en condiciones controladas, garantizando la trazabilidad total desde el origen. Las larvas se alimentan con piensos especiales o pequeños organismos, y durante toda su vida se monitoriza la calidad del agua, el crecimiento y la bioseguridad.

Cuando los peces alcanzan el tamaño comercial, se cosechan minimizando el estrés y siguiendo protocolos de bienestar animal. Antes de su transporte, se inspecciona la calidad y frescura del pescado, se realizan análisis de residuos y se registra la trazabilidad de cada lote. La preparación y envasado se efectúan en instalaciones certificadas, donde se aplican estrictos controles de higiene y temperatura, información que queda reflejada en el etiquetado. Finalmente, el pescado se transporta refrigerado hasta los puntos de venta, asegurando que la cadena de frío no se rompe en ningún momento. Gracias a los sistemas de trazabilidad digital, hoy es posible conocer el origen exacto de cada pieza, desde el huevo hasta el plato.

Impacto social y económico: empleo rural y acceso al pescado

Pescadería (Adobe Stock)
Pescadería (Adobe Stock)

La acuicultura no solo aporta beneficios ambientales y nutricionales, sino que también contribuye al desarrollo económico de las zonas rurales. Según ha recogido El País, el sector genera empleo de calidad en áreas de la llamada España vaciada, ayudando a fijar población y dinamizar la economía local. Además, la producción nacional permite que el pescado llegue fresco a los mercados y supermercados, facilitando el acceso a especies como la dorada, el rodaballo o la trucha arcoíris a precios asequibles para la mayoría de las familias. Este modelo productivo democratiza el consumo de pescado, evitando que se convierta en un lujo y garantizando que la dieta saludable esté al alcance de todos.

Sostenibilidad y futuro del consumo de pescado

En la actualidad, más del 50% del pescado consumido en el mundo procede de la acuicultura, y en algunas especies este porcentaje alcanza el 90%. El País ha recordado que la pesca extractiva responsable ha llegado a su límite sostenible, por lo que la acuicultura se ha convertido en un aliado imprescindible para asegurar el abastecimiento de pescado en los mercados. Pablo Ojeda, nutricionista, ha afirmado que “cuando hablamos de pescado de acuicultura, no estamos hablando de un producto distinto al pescado que conocemos, sino de una forma más inteligente de producirlo”. Además, ha subrayado que “desde el punto de vista nutricional el pescado de acuicultura mantiene el mismo valor que el pescado capturado, y en muchos casos incluso mejora su perfil graso gracias al control de su alimentación”.

Este modelo productivo no solo protege la salud de las personas, sino también la del planeta, ya que optimiza el uso de recursos y reduce la presión sobre los ecosistemas marinos. Así, la acuicultura se presenta como una respuesta eficaz a los retos de sostenibilidad y seguridad alimentaria que afronta la sociedad actual.

La acuicultura española se consolida como una vía segura y responsable para garantizar el acceso a pescado de calidad, contribuyendo a la salud pública, la protección del medio ambiente y el desarrollo rural, y posicionándose como una de las alternativas más sólidas para alimentar a una población en crecimiento sin comprometer el futuro del planeta.