Una nutricionista desmonta el mito de que comer poco ayuda a adelgazar: “El cuerpo entra en modo supervivencia”

Sonia Lucena recuerda que comer muy poco nos hace vulnerables y pone en riesgo nuestra salud física y mental

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Comer poco es un riesgo
Comer poco es un riesgo para la salud física y mental a medio y largo plazo (AdobeStock)

Desde las termitas y los grandes felinos, sin olvidar las plantas, hasta los humanos, todos los seres vivos necesitamos alimentarnos. En nuestro caso, los seres humanos hemos conformado una cultura y ciertos ritos en torno a la ingesta de alimentos: las personas no solo nos alimentamos, sobre todo comemos.

Con el objetivo de perder peso, muchas personas optan por reducir su ingesta de alimentos pensando que así podrán adelgazar varios kilos rápidamente. Sin embargo, esto no solo es un bulo, sino que puede derivar en una relación muy peligrosa con la comida. La nutricionista Sonia Lucena, autora del libro Quiérete bien y di adiós a las dietas para siempre (Alienta Editorial, 2025), recuerda que comer es un acto biológico, no moral.

“Comer muy poco no te convierte en alguien disciplinado: te hace vulnerable”, escribe la nutricionista. Esto ocurre porque, ante una ingesta muy baja de comida, el cuerpo lo interpreta como una amenaza y “entra en modo supervivencia”. De esta manera, reduce el gasto energético, ralentiza el metabolismo, conserva la grasa como reserva y empieza a utilizar músculo como combustible, lo que se conoce como “catabolismo muscular”.

Es cierto que, a corto plazo, se baja de peso rápidamente. En cambio, esto no significa que sea algo positivo, pues los problemas que aparecen en el medio y largo plazo pueden ser devastadores para la salud física y mental, “porque pierdes músculo, fuerza, salud ósea, concentración, energía... Es decir, uno se siente apagado y emocionalmente inestable”.

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El hambre emocional y la ansiedad

Lucena explica en su libro que el cuerpo necesita de glucosa para funcionar correctamente. Si el aporte no es constante y equilibrado, el cerebro reacciona provocando antojos, cansancio, cambios de humor... “Y tú te culparás por no tener fuerza de voluntad, cuando en realidad, será que tu cuerpo te estará diciendo: ‘¡Necesito ayuda!’" Este fenómeno marcado por la ansiedad es lo que se conoce como hambre emocional.

Si esto ocurre, el cuerpo comienza a reducir la energía para hacer que nos movamos menos. “Después empezará a descomponer fibras internas, mas muscular incluida, para convertirlas en combustible, reducirá tu tensión arterial y tu temperatura corporal, y ralentizará el funcionamiento de tu cerebro”, escribe Sonia Lucena. El resultado de todo ello es que, poco a poco, nos iremos quedando sin fuerzas, cada vez más cansadas, viendo mermada nuestra salud física y nuestra salud mental.

Para evitar sufrir esta mala relación con la comida, la nutricionista aclara que “nuestro cuerpo no necesita una disciplina militar, ni castigos, ni vigilancia constante”. Por el contrario, lo que necesita es “seguir las instrucciones que están escritas en los genes”. Es decir, llevar una dieta equilibrada, variada, donde todos los alimentos tengan un lugar propio.

“Si quieres vivir tu vida con alegría, energía y presencia, tu cuerpo no necesita que lo domines, sino que lo escuches. Porque, cuando aprendes a alimentarte bien, tu cuerpo no retiene grasa, sino que la utiliza. Cuando lo cuidas, él responde. Solo necesitas confiar en que, bien alimentado, hará exactamente lo que tiene que hacer: vivir en equilibrio”, escribe Lucena en Quiérete bien.