José Luis Cidón, doctor: “El ayuno intermitente no está diseñado para perder peso, aunque ayuda. Reduce la inflamación y regenera la microbiota intestinal”

El especialista en Ciencias Biológicas destaca los beneficios celulares del ayuno prolongado, como la activación de la autofagia y la mejora del bienestar general, especialmente en adultos y deportistas

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(Freepik)
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En los últimos años, el ayuno intermitente —también conocido como fasting— ha ganado popularidad más allá del ámbito nutricional, especialmente entre deportistas de élite, profesionales de la salud y personas interesadas en los beneficios celulares del organismo. Lejos de ser solo una tendencia pasajera, esta práctica está íntimamente relacionada con un proceso biológico clave: la autofagia.

Según el National Cancer Institute de Estados Unidos, la autofagia es el “proceso por el que la célula descompone y destruye proteínas viejas, dañadas o anormales, y otras sustancias en su citoplasma. Los productos de la descomposición se reciclan para funciones celulares importantes, en especial durante períodos de estrés o ayuno. La autofagia también ayuda a destruir virus y bacterias que causan infección y quizás impida que las células normales se vuelvan cancerosas”.

Este proceso, esencial para el mantenimiento de la salud celular, se activa de forma natural en situaciones de estrés metabólico, como el ayuno prolongado. En una entrevista concedida al portal Zen del diario El Mundo, el doctor en Ciencias Biológicas José Luis Cidón Madrigal explicaba: “La autofagia aparece gradualmente cuando haces un ayuno de más de 13 horas”.

“El ayuno produce autofagia, un proceso metabólico”

Fuente: OSPAT
Fuente: OSPAT

Lejos de centrarse exclusivamente en la pérdida de peso, Cidón aclaraba que “el ayuno intermitente no está diseñado para perder peso, aunque ayuda. Es más interesante porque reduce la inflamación y regenera la microbiota intestinal. Y lo más importante de todo: produce autofagia, un proceso metabólico en el que las células se reciclan y desechan sus componentes disfuncionales, hasta el extremo de eliminar incluso células precancerosas”.

De los diferentes modelos existentes de ayuno intermitente, el especialista destacaba uno como el más accesible: “El más sencillo es el que consiste en comer 8 horas y ayunar 16 de las 24 que tiene el día”. Este esquema, conocido como 16:8, se ha convertido en uno de los más populares gracias a su practicidad y beneficios documentados.

Más allá de los efectos celulares, Cidón subrayaba también las mejoras cognitivas y hormonales asociadas al ayuno: “Otro de los efectos es la reducción de la fatiga mental, aumentando la concentración. También cuando no cenas y evitas los carbohidratos de índice glucémico elevado, que bloquean la hormona de crecimiento, te levantas con menos peso por la mañana y con los órganos regenerados”.

Tener en cuenta el asesoramiento clínico

El especialista vinculaba también la práctica con el envejecimiento: “Con la edad hay además una disminución de la autofagia y un aumento del daño acumulado, generalmente por los radicales libres. Esto nos lleva a un mayor riesgo de enfermedades crónicas”.

No obstante, advertía que el ayuno intermitente no debe aplicarse de forma indiscriminada ni sin asesoramiento: “Lo ideal siempre es contactar con un profesional sanitario, porque muchas veces los ayunos intermitentes son pautados por nutricionistas y quién mejor que un médico va a comprender perfectamente la bioquímica del cuerpo. Hay que personalizarlo y que se recomiende a cada paciente de forma individualizada el tipo de ayuno intermitente más adecuado con su forma de vida, sus patologías y hasta con qué frecuencia realizarlo”.

Respecto a su creciente uso entre deportistas, Cidón ofrecía una visión crítica sobre ciertos hábitos nutricionales en el deporte de alto rendimiento: “Habría que estudiar cada caso, pero muchos deportistas dan importancia a estar comiendo continuamente carbohidratos, mucha pasta refinada que aporta picos de insulina. Inicialmente van a tener mucha energía, pero inmediatamente la insulina pega una bajada y se produce una hipoglucemia y, como consecuencia, cansancio”.

En un contexto donde la salud celular y el bienestar integral cobran cada vez más protagonismo, la autofagia aparece como una de las piezas clave del rompecabezas. Y el ayuno intermitente, bien pautado y con asesoramiento profesional, se consolida como una herramienta prometedora, no solo para vivir más, sino también para vivir mejor.