Ni fresas ni plátano: cuál es la fruta que da energía, protege ante el envejecimiento y regula la tiroides

Este alimento es popular en todo el mundo gracias a su refrescante sabor y sus propiedades para la salud

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Estante de una frutería (Shutterstock)
Estante de una frutería (Shutterstock)

De todas las frutas tropicales disponibles en el mercado, la piña es una de las más populares gracias a su refrescante sabor y sus propiedades beneficiosas para la salud. Sin embargo, detrás de su dulzor y su característico aroma se esconde un complejo universo nutricional que varía notablemente dependiendo de cómo y cuándo se consuma. Así lo advierte la Fundación Española de Nutrición (FEN), que pone especial énfasis en un detalle clave: la piña solo madura correctamente en la planta.

A diferencia de otras frutas que pueden completar su maduración después de ser recolectadas, la piña necesita permanecer en la planta hasta alcanzar su punto óptimo. Esto se debe a que en las últimas semanas de maduración su contenido en azúcares y principios activos —es decir, compuestos beneficiosos para la salud— se duplica. Por eso, las piñas recolectadas antes de tiempo resultan notablemente más ácidas, menos sabrosas y, sobre todo, más pobres en nutrientes.

Cuando ha madurado adecuadamente, la piña contiene aproximadamente un 11% de hidratos de carbono, lo que la convierte en una buena fuente de energía natural. Esta concentración de azúcares naturales, sin llegar a ser excesiva, es responsable de su dulzor característico.

La piña es una fruta
La piña es una fruta llena de beneficios para la salud (Adobe Stock)

Una aliada contra el estrés oxidativo

De acuerdo con los informes de la FEN, entre los micronutrientes que aporta la piña destacan la vitamina C y el yodo, dos elementos esenciales para el correcto funcionamiento del organismo. La vitamina C, presente en abundancia en esta fruta, es conocida por su capacidad antioxidante. Su consumo contribuye al fortalecimiento del sistema inmunológico y a la protección de las células frente al daño oxidativo provocado por los radicales libres, responsables del envejecimiento prematuro y de algunas enfermedades degenerativas. También desempeña un papel clave en la formación del colágeno, esencial para la piel, los vasos sanguíneos y los tejidos conectivos.

El yodo, por su parte, es un mineral menos habitual en frutas, pero de vital importancia. Según la FEN, la piña contribuye al aporte de este micronutriente, necesario para el metabolismo energético normal, así como para la producción de las hormonas tiroideas y el correcto funcionamiento de la glándula tiroides.

Más allá de sus nutrientes clásicos, la piña contiene componentes no nutritivos que aportan valor añadido a su perfil nutricional. Destacan en este sentido los ácidos orgánicos, concretamente el ácido cítrico y el ácido málico, responsables de ese toque ácido que equilibra su dulzura.

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Una fruta que apoya la digestión

Sin embargo, la joya de la corona es la bromelina (también llamada bromelaína), una enzima de acción proteolítica que convierte a la piña en una fruta especialmente interesante desde el punto de vista digestivo. Según la FEN, esta enzima tiene la capacidad de descomponer las proteínas en aminoácidos, facilitando su digestión y absorción en el organismo. Por ello, la piña ha sido tradicionalmente recomendada como postre tras comidas ricas en proteínas, como carnes o pescados.

La bromelina también ha sido objeto de estudio por sus posibles propiedades antiinflamatorias y antiedematosas, aunque estos efectos requieren más investigación en humanos para confirmar su eficacia a largo plazo.

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