
Entre la amplia gama de suplementos disponibles en el mercado, el magnesio es uno de los más populares. En los últimos años, el sulfato de magnesio o sal de Epsom ha ganado especial popularidad gracias a los múltiples beneficios que ofrece para la salud. Esta sal inorgánica, formada por la combinación del magnesio con el ácido sulfúrico, se presenta habitualmente en forma de polvo blanco o cristales que se disuelven fácilmente en agua.
El sulfato de magnesio es una forma común de magnesio, un mineral esencial para numerosas funciones biológicas en el cuerpo humano. Al disolverse en agua, da lugar a una solución que puede utilizarse por vía oral, tópica o incluso intravenosa, dependiendo del tratamiento y la recomendación médica. Su nombre más popular, sal de Epsom, proviene de la localidad inglesa de Epsom, donde fue descubierto en fuentes minerales naturales.
Propiedades laxantes y depurativas
Uno de los usos más conocidos del sulfato de magnesio es como laxante. Al ingerirse disuelto en agua, actúa estimulando la actividad intestinal y favoreciendo la eliminación de residuos acumulados en el colon. Este efecto osmótico se debe a su capacidad para atraer agua hacia el intestino, ablandando las heces y facilitando su expulsión. Por esta razón, se emplea en tratamientos puntuales contra el estreñimiento, así como en limpiezas intestinales antes de procedimientos médicos como colonoscopias.
Además de su efecto laxante, el sulfato de magnesio posee propiedades diuréticas, lo que significa que favorece la eliminación de líquidos retenidos en el organismo. Esto resulta útil para personas que sufren edemas, hipertensión o afecciones renales leves. También se ha utilizado para ayudar en casos de intoxicación por metales pesados, ya que el magnesio contribuye a neutralizar y expulsar algunas toxinas del cuerpo.
Relajación muscular
El sulfato de magnesio también es conocido por sus beneficios sobre el sistema muscular y nervioso. Aplicado en baños de agua caliente, como es común en la balneoterapia, el magnesio se absorbe a través de la piel, proporcionando un efecto relajante y antiinflamatorio. Esta propiedad lo hace ideal para aliviar dolores musculares, articulares, y calambres, así como para reducir la rigidez tras la práctica deportiva.
Muchas personas lo utilizan para calmar molestias asociadas al síndrome premenstrual o a los dolores menstruales, ya que el magnesio ayuda a relajar los músculos lisos del útero, reduciendo la intensidad del dolor. Su acción analgésica también puede ser útil en casos de artritis leve o tensión cervical.
Reducción del estrés y mejora del sueño
En un mundo cada vez más afectado por el estrés y la ansiedad, el sulfato de magnesio se ha convertido en un recurso natural para favorecer la relajación. Diversos estudios señalan que el magnesio juega un papel fundamental en la regulación de los neurotransmisores, como el GABA (ácido gamma-aminobutírico), que inducen la calma y el sueño.
Tomar un baño caliente con sal de Epsom al final del día no solo alivia tensiones físicas, sino también mentales. El ritual de inmersión en agua cálida con sulfato de magnesio favorece la desconexión, la relajación profunda y puede ayudar a conciliar el sueño en personas con insomnio ocasional.
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