
Cuando el ánimo decae, las estrategias para recuperar la alegría varían de persona a persona. Algunos buscan distracción con música animada y optimista, mientras que otros optan por sonidos melancólicos que parecen profundizar aún más en su tristeza.
Aunque la lógica sugiere que lo más efectivo sería rodearse de ritmos enérgicos, la ciencia reveló que la música triste puede tener un efecto sorprendentemente positivo en el bienestar emocional, advierten diversos estudios científicos y expertos consultados por GQ.
Un refugio emocional en las canciones melancólicas
Según el doctor Shahram Heshmat, experto en psicología y comportamiento humano, la música triste tiene la capacidad de mejorar el estado de ánimo porque genera un profundo sentimiento de identificación y comprensión.
Escuchar letras que reflejan emociones similares a las propias permite a las personas sentirse menos solas en su dolor y encontrar una especie de consuelo en la conexión con la experiencia de otros. Esto es particularmente evidente en las canciones de desamor, que han sido una constante en la música popular a lo largo de las décadas, relfexionó el experto.

En ese tono, una investigación internacional publicada en PLOS ONE encuestó a más de 2.000 personas y reveló que quienes buscan composiciones melancólicas lo hacen principalmente para lograr autorregulación emocional y experimentar una forma de apoyo simbólico. Estos oyentes describieron sensaciones de compañía y alivio al identificar en la música experiencias similares a las propias, lo que sugiere que este tipo de piezas favorece el equilibrio interno frente a emociones intensas.
Artistas como Taylor Swift, Lewis Capaldi, Joni Mitchell, Phil Collins y Adele, por citar algunos ejemplos, compusieron temas que sirven como una especie de espejo emocional para quienes atraviesan rupturas sentimentales. “En esos momentos de vulnerabilidad, las letras y melodías pueden actuar como un acompañamiento que valida el dolor y ayuda a procesarlo”, dijo el experto.
Uno de los efectos más notorios de escuchar música melancólica es la liberación emocional que provoca. Heshmat explica que este tipo de canciones pueden llevar a una catarsis, es decir, a la exteriorización de sentimientos reprimidos, lo que a su vez genera alivio y tranquilidad.
Muchas personas experimentan este fenómeno cuando una canción las hace llorar: “Aunque el llanto suele asociarse con la tristeza, en este contexto cumple una función terapéutica: después de liberar esas emociones acumuladas, es común sentir una sensación de ligereza y relajación”, agregó el especialista.

Estudios en Frontiers in Psychology demostraron que el disfrute de composiciones tristes está mediado por la emoción compleja de sentirse conmovido, que combina tristeza y afecto positivo. Esta respuesta emocional facilita la expresión y procesamiento de vivencias difíciles, sin que exista una amenaza real, y se ha asociado a un mayor nivel de empatía y capacidad de vinculación interpersonal.
Un impacto químico en el cerebro
Más allá del aspecto emocional, la música triste también influye en la química del cerebro. Estudios demostraron que este tipo de melodías pueden estimular la producción de prolactina, una hormona con efectos calmantes y analgésicos.
Este proceso contribuye a reducir el estrés y a generar una sensación de confort, lo que explica por qué muchas personas encuentran consuelo en la música melancólica durante momentos difíciles.
Desde la neurociencia, un trabajo de Nature Neuroscience observó que durante los momentos de mayor carga emocional en la música, el cerebro libera dopamina en áreas asociadas con el placer y la motivación, como el núcleo accumbens, mientras que en la anticipación de esos pasajes la activación se produce en el cuerpo estriado dorsal. Esta doble dinámica explicaría por qué ciertas piezas melancólicas generan placer, incluso cuando evocan emociones de tristeza.

Instituciones como la Mayo Clinic señalan que la música, utilizada de forma terapéutica, puede disminuir la respuesta fisiológica al estrés, favorecer la relajación muscular y contribuir al manejo del dolor crónico.
Por su parte, la Harvard Medical School destaca que la práctica regular de escucha musical puede incidir de forma positiva en la salud cardiovascular y en la calidad del sueño, además de reforzar redes neuronales implicadas en la memoria y la atención
Ante este panorama, la música triste, lejos de hundirnos más en el desánimo, puede ser la herramienta perfecta para sanar y encontrar paz.
Un equilibrio entre nostalgia y bienestar
La atracción por la música triste también se relaciona con la nostalgia, una emoción que, aunque pueda parecer melancólica, tiene efectos positivos en el estado de ánimo.

Diversos estudios han señalado que la nostalgia puede generar una sensación de continuidad en la vida, reforzando la identidad personal y brindando una perspectiva más amplia sobre las experiencias pasadas. Así, cuando una canción evoca recuerdos de momentos difíciles que fueron superados, se convierte en un recordatorio de resiliencia y crecimiento emocional.
La nostalgia inducida por la música, documentada en estudios como el de PLOS ONE, se asocia con un sentimiento de continuidad biográfica y con la reevaluación positiva de eventos pasados. Desde la perspectiva clínica, Harvard Health subraya que evocar recuerdos a través de estímulos musicales puede fortalecer la identidad personal y ofrecer un marco de referencia emocional que ayude a afrontar el presente.
Sin embargo, no todas las personas reaccionan de la misma manera a la música melancólica. Mientras que para algunos es una herramienta de sanación y consuelo, para otros puede intensificar sentimientos de tristeza o aislamiento.
Factores como la personalidad, el contexto emocional y las experiencias previas influyen en la forma en que cada individuo procesa la música. Por ello, la clave está en identificar qué tipo de canciones generan bienestar y utilizarlas como un recurso emocional, evitando aquellas que puedan agravar el malestar en momentos de vulnerabilidad.
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