
La demencia enfrentaría un cambio de paradigma por avances científicos y tecnológicos que prometen transformar la vida de quienes la padecen. Nuevos tratamientos innovadores capaces de ralentizar el progreso del Alzheimer, junto con desarrollos como la realidad virtual y la inteligencia artificial, están abriendo posibilidades inéditas para pacientes y familias, según reporta New Scientist.
Medicamentos para el Alzheimer: un avance tras décadas de espera
En el terreno de los tratamientos farmacológicos, el panorama ha comenzado a cambiar tras décadas de avances lentos. Por primera vez, afirman que existen medicamentos que logran ralentizar el avance del Alzheimer, la forma más común de demencia. Estos fármacos actúan eliminando placas de amiloide en el cerebro y se basan en la hipótesis de la cascada amiloide formulada por los investigadores John Hardy y Gerald Higgins en 1989, con apoyo de Alzheimer’s Society.
Aunque estos tratamientos no revierten el daño ni curan la enfermedad, Richard Oakley, director asociado de Investigación e Innovación de Alzheimer’s Society, destaca que “han demostrado ralentizar la progresión de la enfermedad”.
Un estudio publicado en junio identificó 182 ensayos clínicos en curso que evalúan 138 fármacos, de los cuales unos 30 se encuentran en fase tres, la última etapa antes de la aprobación. Además de los tratamientos dirigidos al amiloide, otros ensayos exploran dianas como la proteína tau, los receptores de neurotransmisores y la inflamación.

La tecnología también está desempeñando un papel crucial en la mejora de la calidad de vida de las personas con demencia. Alzheimer’s Society colabora con empresas y emprendedores para fomentar soluciones innovadoras.
Un ejemplo es Recreo VR, que ha desarrollado un visor de realidad virtual adaptado a las necesidades de estos pacientes, quienes suelen rechazar dispositivos convencionales. Gracias a su diseño ligero y amigable, aproximadamente el 85% de los usuarios pueden utilizarlo.
Oakley explica que esta tecnología permite a los pacientes revivir lugares significativos de su pasado, como antiguos hogares o vacaciones familiares, lo que ha propiciado que personas que llevaban meses sin hablar comiencen a compartir recuerdos con sus cuidadores.
Inteligencia artificial y diagnóstico temprano
La inteligencia artificial y el aprendizaje automático también se perfilan como herramientas capaces de transformar el campo de la demencia a un ritmo acelerado. Paresh Malhotra, neurólogo y jefe de la División de Neurología en Imperial College London, señala que “hay desarrollos en marcha, especialmente en torno al aprendizaje automático y la IA, que tienen el potencial de transformar el campo más rápido de lo que puedo imaginar”, según recogió New Scientist.

El diagnóstico precoz y preciso constituye otro de los grandes retos. Aunque las pruebas escritas de memoria permiten confirmar la presencia de demencia, solo el 2% de los pacientes accede a exámenes avanzados, como las tomografías por emisión de positrones (PET), que identifican el tipo específico de demencia.
Oakley subraya la importancia de ampliar el acceso a diagnósticos precisos y oportunos. En este sentido, la introducción de pruebas sanguíneas podría marcar un antes y un después. Malhotra afirma que “lo que marcará una gran diferencia en el próximo año o dos es la introducción de análisis de sangre”, que ofrecen una alternativa económica y no invasiva para apoyar el diagnóstico.
Nuevos biomarcadores sanguíneos y el futuro de la detección
Para facilitar esta innovación, Alzheimer’s Society, Alzheimer’s Research UK y la organización People’s Postcode Lottery financian el Blood Biomarker Challenge, cuyo objetivo es recabar la información necesaria para incorporar un marcador sanguíneo sencillo en el sistema sanitario británico.
Dos estudios lideran este esfuerzo: READ-OUT, dirigido por Vanessa Raymont en la Universidad de Oxford, que analiza un amplio panel de biomarcadores, y ADAPT, a cargo de Jonathan Schott y Ashvini Keshavan en University College London, centrado en la proteína p-tau217, que aumenta en sangre durante el desarrollo del Alzheimer.

La esperanza es que la medición de p-tau217 facilite el diagnóstico y permita identificar rápidamente a quienes requieren pruebas adicionales. Malhotra asegura que la fiabilidad de estas pruebas ya está demostrada, y los nuevos estudios buscan definir cómo integrarlas en la práctica clínica.
La detección temprana resulta fundamental, ya que los tratamientos modificadores de la enfermedad son más eficaces en las primeras etapas. Además, un diagnóstico precoz permite a los pacientes acceder a cuidados y apoyo, así como planificar su futuro.
Oakley destaca que esto posibilita a las personas decidir sobre su atención domiciliaria o el momento de ingresar en una residencia, lo que reduce la probabilidad de crisis que requieran intervenciones de emergencia.
El apoyo a pacientes y familias constituye otro pilar de la labor de Alzheimer’s Society. La organización ofrece servicios como comunidades online, líneas telefónicas de ayuda y grupos sociales, además de promover la concienciación social para que las personas con demencia puedan llevar vidas más plenas.

El objetivo es frenar el impacto devastador de la enfermedad. Aunque la cura definitiva aún parece lejana, Oakley sostiene que retrasar la aparición de los síntomas y ralentizar el avance de la enfermedad podría convertir la demencia en una condición crónica manejable.
Una enfermedad potencialmente gestionable
Las perspectivas de futuro evocan la transformación experimentada en el tratamiento del VIH, hoy una enfermedad que es posible controlar. Malhotra considera que el abordaje del Alzheimer podría evolucionar de manera similar.
“En unos años, un diagnóstico de demencia podría dejar de ser el principio del fin para convertirse en una condición que se puede gestionar”, afirma el especialista en declaraciones recogidas por New Scientist.
Con la investigación y la innovación avanzando a un ritmo sin precedentes, Oakley vislumbra un futuro en el que el Alzheimer se gestione como una enfermedad crónica y donde organizaciones como Alzheimer’s Society lideren este progreso, tal como destaca New Scientist en su análisis.
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