
El número de personas diagnosticadas con enfermedad de Parkinson está aumentando a un ritmo sin precedentes, superando incluso el crecimiento observado en el Alzheimer. Según los neurólogos Ray Dorsey y Michael Okun, entrevistados en el pódcast The Dr. Hyman Show —conducido por Mark Hyman—, este fenómeno se atribuye principalmente a la creciente exposición a toxinas ambientales, más que a factores genéticos.
Los especialistas advierten que, si no se toman medidas, la cifra de afectados podría alcanzar los 12 millones en 2035, lo que convierte al Parkinson en una de las principales preocupaciones de salud pública a nivel mundial.

Factores ambientales e industrialización impulsan la epidemia
El Dr. Dorsey, director del Center for the Brain and the Environment en el Atria Health and Research Institute, y el Dr. Okun, profesor de neurología en la Universidad de Florida y asesor médico de la Parkinson’s Foundation, coincidieron en que el aumento del Parkinson ajustado por edad es del 60%, un ritmo mucho más acelerado que el del Alzheimer.
“No puede ser solo por genética, porque nuestros genes no cambian en tan poco tiempo. El envejecimiento tampoco lo explica. El factor determinante es el entorno”, afirmó Dorsey en la reciente entrevista.
Ambos expertos subrayaron que la industrialización y la contaminación ambiental transformaron el Parkinson de una enfermedad rara a una epidemia moderna. Los países más industrializados, como Estados Unidos y Canadá, presentan las tasas más altas, mientras que regiones menos desarrolladas muestran una incidencia mucho menor.
Además, zonas en proceso de rápida industrialización, como India y China, experimentan el crecimiento más veloz de casos.

El origen de este aumento se encuentra, según los especialistas, en la exposición a una amplia gama de toxinas ambientales: pesticidas, metales pesados, productos de limpieza, contaminantes del aire y del agua, y compuestos industriales.
Dorsey explicó que muchos de estos tóxicos, como los metales pesados presentes en el aire contaminado, pueden ingresar al cerebro a través del nervio olfatorio, eludiendo la barrera hematoencefálica. Sobre esto, relató: “El aire contaminado de Londres en 1800 era tan denso como el de Delhi hoy. El Dr. Parkinson describió la enfermedad en ese contexto, en pleno inicio de la Revolución Industrial”.

Una enfermedad sistémica: más allá del cerebro
El especialista Okun desmitificó la idea de que el Parkinson es solo una enfermedad cerebral. “Es una enfermedad de todo el cuerpo, no solo del cerebro”, afirmó.
Los síntomas no motores, como el estreñimiento, la pérdida de olfato, los trastornos del sueño y la ansiedad, pueden aparecer años antes que los síntomas motores. Esta visión sistémica obliga a repensar el diagnóstico y el abordaje de la enfermedad.
Principales factores de riesgo y el caso de los campos de golf
Entre los factores de riesgo identificados, la proximidad a campos de golf se destaca de manera significativa. Un estudio citado por Dorsey en The Dr. Hyman Show reveló que quienes viven a menos de 1,6 kilómetros (1 milla) de un campo de golf tienen un 126% más de riesgo de desarrollar Parkinson en comparación con quienes residen a más de 9,6 kilómetros (6 millas).
La razón principal es el uso intensivo de pesticidas en estos espacios, que pueden contaminar tanto el aire como el agua subterránea. Además, los trabajadores de áreas verdes y quienes consumen agua de pozo en zonas agrícolas también presentan un riesgo elevado.
Asimismo, la exposición a pesticidas como el clorpirifós, prohibido en varios países pero aún presente en algunos cultivos y campos de golf, se vinculó no solo al Parkinson, sino también a alteraciones en el desarrollo cerebral infantil. Dorsey recordó que estos tóxicos pueden encontrarse incluso en la sangre del cordón umbilical y en la leche materna, lo que evidencia la magnitud del problema.

Estrategias y recomendaciones para la prevención
Frente a este panorama, los especialistas entrevistados en The Dr. Hyman Show insisten en que la prevención del Parkinson es posible y debe abordarse tanto desde la política pública como desde la acción individual. “La prevención no será una pastilla, será una política”, sentenció Okun. Entre las recomendaciones prácticas para reducir el riesgo de Parkinson, destacan:
- Lavar frutas y verduras, incluso las orgánicas, para eliminar residuos de pesticidas.
- Utilizar filtros de agua de carbón o sistemas de ósmosis inversa para reducir la presencia de contaminantes en el agua potable.
- Instalar purificadores de aire con filtros de carbono en el hogar, especialmente en zonas urbanas o cercanas a fuentes de contaminación.
- Evitar la exposición directa a pesticidas, tanto en el hogar como en el entorno laboral.
- Mantener una dieta rica en frutas, verduras y fibra, y baja en productos de origen animal, siguiendo patrones similares a la dieta mediterránea.
- Realizar ejercicio físico vigoroso de manera regular, ya que puede ralentizar la progresión de la enfermedad y proteger las neuronas.
- Someterse a chequeos médicos periódicos para controlar niveles de vitaminas y otros factores de salud asociados.

Dorsey enfatizó que, si bien no existe evidencia concluyente de que el Parkinson pueda revertirse, sí hay pruebas de que es posible ralentizar su avance y, sobre todo, reducir el riesgo de desarrollarlo. A propósito de esto, aseguró: “Si no te expones a estos químicos, es muy poco probable que desarrolles Parkinson”.
Llamado a la acción colectiva e individual
Los expertos también subrayaron la importancia de medir y gestionar la exposición a tóxicos, tanto a nivel individual como comunitario. Proponen que se implementen sistemas de monitoreo ambiental y que se promueva la eliminación progresiva de sustancias peligrosas en la agricultura, la industria y los espacios públicos.

En última instancia, el mensaje de los especialistas entrevistados en The Dr. Hyman Show es de esperanza y acción: el Parkinson, lejos de ser un destino inevitable, es en gran medida una consecuencia prevenible de la industrialización y la contaminación.
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