
Cuidar del cerebro no es un tema exclusivo de los especialistas ni una preocupación reservada para quienes llegan a la vejez. Según diversos estudios y la experiencia clínica de expertos en neurología, acciones cotidianas pueden ser cruciales para mantener la mente ágil y evitar el deterioro cognitivo, incluso reduciendo o posponiendo en casi la mitad los casos futuros de demencia.
Según The New York Times, tanto quienes buscan adoptar medidas preventivas tempranas como quienes desean fortalecer la salud cerebral en cualquier etapa de la vida pueden beneficiarse de sencillas rutinas. 10 recomendaciones de neurólogos y neurocientíficos reúnen prácticas concretas que van desde la protección física hasta los hábitos diarios.
1. Uso del casco
La protección de la cabeza figura como la medida más directa para resguardar la integridad cerebral. Los especialistas advierten que golpes recurrentes, caídas y traumas pueden originar lesiones permanentes como la encefalopatía traumática crónica, con secuelas que abarcan desde el deterioro cognitivo progresivo hasta la demencia.
El casco no solo es imprescindible al conducir bicicletas, motocicletas o practicar deportes de riesgo, sino que su uso debería extenderse a cualquier actividad donde exista riesgo de accidente.

2. Salud auditiva
La relación entre la audición y la función cerebral es profunda. La pérdida auditiva en personas mayores se asocia con un aumento significativo en la probabilidad de desarrollar demencia. Los expertos recomiendan el empleo constante de protección auditiva —como tapones o auriculares especiales— frente a ruidos intensos, como los de herramientas o maquinaria.
Las revisiones periódicas a partir de los 50 años o antes, si hay exposición frecuente a ruidos fuertes, permiten detectar posibles pérdidas antes de que generen impacto cognitivo. Además, el uso diario de audífonos favorece la estimulación cerebral, incluso si la persona se encuentra sola.
3. Exámenes de la vista
Numerosas investigaciones encuentran un vínculo entre la pérdida visual y el declive mental. La revisión regular de la vista, el uso de anteojos o el acceso a correcciones quirúrgicas, cuando son necesarias, disminuyen el riesgo de un deterioro cerebral acelerado.
Estimular continuamente los sentidos potencia la plasticidad cerebral y ayuda a mantener en forma los circuitos encargados de interpretar la información visual.
4. Movimiento diario y reducción del sedentarismo

El flujo sanguíneo adecuado en el cerebro es fundamental para su funcionamiento. Por eso, la actividad física, incluso en dosis reducidas como medio kilómetro diario de caminata, marca una diferencia apreciable.
Levantarse, cambiar de postura o usar asientos que requieran activar la musculatura central ayuda a disminuir el tiempo de inactividad. Transformar el entorno cotidiano para alejarse de sillas totalmente apoyadas favorece estas pequeñas pero constantes activaciones físicas.
5. Colesterol controlado
Los niveles elevados de colesterol LDL, asociados a una dieta rica en carnes rojas, lácteos enteros y bebidas azucaradas, comprometen los vasos sanguíneos del cerebro, elevando el riesgo de accidentes cerebrovasculares y deterioro mental.
Para evitarlo, los neurólogos aconsejan priorizar alimentos integrales, frutas, legumbres y verduras, además del ejercicio regular y el eventual uso de medicamentos específicos según indicación médica. Las evaluaciones periódicas son clave en pacientes con antecedentes o factores de riesgo cardiovascular.
6. Higiene bucodental en la prevención neurológica
La relación entre las infecciones bucales y la salud cerebral está respaldada por investigaciones que relacionan la enfermedad de las encías con el desarrollo de demencia. El mantenimiento de una rutina de cepillado y uso de hilo dental, junto con visitas frecuentes al odontólogo, ayuda a prevenir infecciones que pueden desencadenar episodios inflamatorios y complicaciones en el sistema nervioso central.

7. Vida social activa y el rol protector del entorno
Participar de actividades sociales regulares forma parte de un escudo natural contra la depresión y el aislamiento, factores que pueden acelerar el deterioro cognitivo. Grupos de lectura, jardinería o incluso reuniones sociales programadas potencian el apoyo emocional y mantienen al cerebro en estado de alerta y adaptación.
8. Protección ante la contaminación ambiental

La exposición al aire contaminado guarda cada vez más relación con cambios químicos adversos en el cerebro. En días de alta polución o presencia de humo, los expertos sugieren el uso de mascarillas especializadas y la instalación de filtros en espacios interiores. No todas las partículas pueden evitarse, pero reducir la exposición ayuda a minimizar riesgos.
9. Cuidado del cuello
El cuello juega un papel indispensable en la irrigación sanguínea cerebral. Lesiones por movimientos bruscos, masajes intensos o accidentes pueden restringir el paso de sangre, generar coágulos y poner en peligro la oxigenación cerebral. Evitar maniobras arriesgadas, optar por masajes ligeros en la parte alta de la espalda y usar siempre el cinturón de seguridad en vehículos forman parte de las medidas recomendadas.
10. Dormir bien

El sueño de calidad permite consolidar recuerdos y limpiar residuos celulares cerebrales. Ajustar rutinas, bloquear la luz exterior si se necesita dormir de día, o recurrir a recursos como la meditación en caso de ansiedad, favorecen la recuperación nocturna. Llevar un registro de los hábitos de sueño ayuda a identificar posibles obstáculos y buscar soluciones dirigidas a lograr un descanso reparador.
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