
El auge de las bebidas y tabletas con electrolitos, promocionadas como aliadas de la hidratación y el rendimiento físico, despierta dudas sobre su impacto real en la presión arterial.
De acuerdo con VeryWell Health, estos productos pueden modificar la presión sanguínea según su composición mineral y el estado de salud de quien los consume. El sodio y el potasio —sus principales componentes— actúan en direcciones opuestas sobre la presión arterial, y la respuesta puede variar entre personas sanas y quienes viven con enfermedades crónicas.
El papel esencial de los electrolitos
Sodio, potasio, calcio y magnesio son minerales fundamentales para el organismo. Al disolverse en agua adquieren carga eléctrica y cumplen funciones vitales: regulan el equilibrio de líquidos, facilitan la transmisión nerviosa, intervienen en la contracción muscular y en la regulación del pH corporal.

Aunque la dieta habitual suele cubrir las necesidades, la suplementación mediante bebidas y tabletas se ha popularizado tras episodios de sudoración intensa, vómitos o diarrea.
El impacto de los electrolitos en la presión arterial
Un estudio publicado en Nutrients evaluó los resultados de 32 revisiones sistemáticas sobre electrolitos y presión arterial. Sus hallazgos son contundentes:
- Reducir sodio puede disminuir la presión sistólica hasta en 8,9 mmHg.
- Aumentar potasio logra descensos de entre 3,5 y 9,5 mmHg en la presión sistólica.
- El Magnesio ejerce un efecto notable, con reducciones de hasta 18,7 mmHg en la presión sistólica.
- También se observaron descensos consistentes en la presión diastólica.
Este trabajo confirma que el balance de minerales —no solo su presencia, sino la proporción adecuada— tiene un efecto directo sobre la regulación de la presión arterial.
Efectos individuales de cada mineral

- Sodio (Na⁺): regula el balance de líquidos atrayendo agua hacia las células. Su exceso provoca retención hídrica, aumenta el volumen sanguíneo y eleva la presión arterial.
- Potasio (K⁺): presente en frutas, verduras y lácteos, favorece la relajación de los vasos sanguíneos y la eliminación de sodio a través de la orina, reduciendo así la presión arterial.
- Calcio (Ca²⁺): interviene en la contracción de los vasos sanguíneos; su exceso intracelular puede elevar la presión.
- Magnesio (Mg²⁺): bloquea la entrada de calcio en las células musculares vasculares y estimula la liberación de sustancias vasodilatadoras, promoviendo la relajación vascular.
Riesgos y recomendaciones

El impacto de estas bebidas depende tanto de su composición como del perfil de salud del consumidor.
- Adultos sanos: un consumo ocasional no suele ser riesgoso.
- Personas con hipertensión, insuficiencia cardíaca o enfermedad renal crónica: la ingesta frecuente puede agravar su condición.
- Niños: el límite recomendado de sodio se ubica entre 1.200 y 1.800 mg diarios, según la edad.
Las guías internacionales recomiendan:
- Limitar el sodio a 2.300 mg por día en adultos (idealmente menos de 1.500 mg en hipertensos).
- Aumentar el potasio hasta 3.500–5.000 mg diarios, salvo en enfermedad renal avanzada, donde se aconseja restringirlo a 2.000–3.000 mg.
La suplementación con electrolitos tiene una clara indicación en casos de deshidratación por vómitos, diarrea o sudoración intensa, donde constituyen el tratamiento de primera línea. En cuadros graves, puede ser necesario recurrir a hidratación intravenosa.
Alternativas naturales más seguras

Bebidas naturales aportan electrolitos en proporciones más equilibradas:
- Jugo de naranja (240 mL): 2,5 mg de sodio y 496 mg de potasio.
- Agua de coco (240 mL): 30 mg de sodio y 979 mg de potasio.
- Jugo de tomate bajo en sodio (240 mL): 140 mg de sodio y 885 mg de potasio.
Estos perfiles ofrecen beneficios minerales sin los excesos de sodio presentes en muchas bebidas deportivas, y con un potencial respaldo en la reducción de la presión arterial gracias a su aporte de potasio y magnesio.
El consumo de bebidas y tabletas con electrolitos puede ser útil en situaciones específicas, pero su uso habitual no está recomendado en personas con hipertensión u otras enfermedades crónicas.
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