
Una nueva generación de pruebas de sangre promete detectar el regreso del cáncer meses antes de que los escáneres tradicionales puedan identificarlo, lo que abrió una ventana de esperanza y debate en la comunidad médica.
Según National Geographic, estudios recientes muestran que estos análisis, basados en la búsqueda de fragmentos de ADN tumoral circulante (ctDNA), anticipan la recurrencia de la enfermedad mucho antes de que aparezcan síntomas o imágenes anómalas. Este avance generó entusiasmo entre investigadores y pacientes, aunque también encendió interrogantes sobre su impacto real en la supervivencia y su aplicación generalizada.
Cómo funcionan las pruebas de ctDNA y en qué se diferencian de los métodos tradicionales
Las pruebas de sangre para detectar marcadores de cáncer no son nuevas, pero la tecnología evolucionó notablemente. Mientras que los métodos convencionales como la tomografía computarizada (CT) requieren visualizar masas tumorales, las pruebas de ctDNA identifican rastros genéticos específicos del tumor en la sangre. Esto permite detectar células cancerosas en etapas tan tempranas que resultan invisibles para los escáneres.
El proceso se inicia tras la extirpación quirúrgica del tumor. Una muestra del tejido tumoral se envía a un laboratorio, donde se secuencia su genoma y se compara con el ADN del paciente. Así se identifican las mutaciones exclusivas del tumor, y se desarrolla un análisis personalizado que puede rastrear esas alteraciones en sangre. Dependiendo del laboratorio, el test puede abarcar desde unas pocas decenas hasta más de mil mutaciones.
Jonathan Goldman, director de ensayos clínicos en oncología torácica de la Universidad de California en Los Ángeles, explicó a National Geographic que “las pruebas examinan hebra por hebra de ADN para identificar cuáles están mutadas y cuáles no”. Al diseñarse para cada tumor específico, “si la prueba de sangre detecta una copia mutada, es bastante confiable”.
No obstante, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) advirtió en 2024 que los resultados pueden variar según el laboratorio y la tecnología utilizada, lo que podría generar discrepancias diagnósticas.

Resultados de estudios recientes y casos de pacientes
La evidencia científica sobre la eficacia de estas pruebas creció en los últimos años. Un estudio publicado en Nature Medicine demostró que una prueba logró identificar la recurrencia del cáncer de pulmón, en promedio, cinco meses antes de que los escáneres detectaran cambios.
Jennifer Feenstra, paciente de 59 años de Connecticut que superó un cáncer de pulmón agresivo, declaró a National Geographic: “Quisiera hacérmela. Sería otra herramienta que podría ayudar a mi resultado”.
Otro estudio, difundido en febrero, evaluó la prueba NeXT ctDNA en pacientes con cáncer de mama. Aquellos con resultados positivos tras el tratamiento presentaron una supervivencia global más corta. Resultados similares se observaron en 171 pacientes con cáncer de pulmón en etapas iniciales.
En el caso del cáncer de colon, un ensayo publicado en 2022 en el New England Journal of Medicine con 450 pacientes en estadio II asignó al azar a dos grupos: uno con análisis de ctDNA postquirúrgico y otro con seguimiento tradicional.
Los pacientes con resultados negativos evitaron la quimioterapia sin mayores recurrencias ni fallecimientos, lo que sugiere que la prueba podría evitar tratamientos innecesarios.
Richard Chen, director médico de Personalis, la empresa que desarrolla la prueba NeXT, señaló: “Si tuviéramos una prueba que pudiera decirnos justo después de la cirugía qué pacientes tienen más o menos riesgo de recurrencia, eso podría ayudar a decidir el tratamiento”.

Opiniones de expertos: potencial y limitaciones de la tecnología
El entusiasmo entre especialistas es evidente. Roy Herbst, subdirector del Yale Cancer Center y autor principal del estudio en Nature Medicine, indicó que “la tecnología es emocionante porque podemos monitorear resultados en tiempo real y determinar quién necesita más o menos tratamiento”.
En pacientes como Feenstra, si la prueba detectara la reaparición del cáncer durante la medicación posterior a la quimioterapia, los médicos podrían modificar o extender el tratamiento, detalló Herbst.
Sin embargo, la comunidad médica mantiene reservas. Herbst remarcó que, fuera de ensayos clínicos, estas pruebas aún no deberían ofrecerse de forma generalizada. “Necesitamos más datos, especialmente porque no conocemos todos los daños”, dijo a National Geographic.
H. Gilbert Welch, investigador en el Brigham and Women’s Hospital de Boston, subrayó que un resultado positivo “es una mala señal, porque los cánceres que regresan rápido tienden a ser agresivos”. Aunque la detección precoz es prometedora, no está claro si el tratamiento anticipado mejora la supervivencia.
Anne Knisely, investigadora en oncología ginecológica del MD Anderson Cancer Center de Texas, advirtió sobre el riesgo de administrar terapias tóxicas a pacientes asintomáticos. En 2024, presentó resultados que mostraban que los positivos en ctDNA tras el tratamiento de cáncer de ovario tienen un pronóstico adverso. “No es insignificante dar a un paciente asintomático una terapia potencialmente tóxica”, afirmó.

Debate sobre la implementación clínica: dudas, riesgos y costos
Aunque el potencial es alto, persisten dudas sobre su utilidad clínica. La vigilancia con imágenes (como CT y radiografías) mostró resultados mixtos. De acuerdo con Welch, la mitad de los ensayos clínicos de calidad en cánceres de mama, colon, pulmón y tejido conectivo concluyen que la vigilancia mejora la supervivencia; la otra mitad, que no hay diferencia.
“Es esencialmente una moneda al aire”, escribió Welch en un ensayo publicado en abril en el New England Journal of Medicine.
La American Cancer Society no recomienda el seguimiento con imágenes tras el tratamiento en la mayoría de los casos de cáncer de mama en etapa temprana. Aunque el ctDNA podría marcar la diferencia al anticipar recurrencias, Welch advirtió que “los tratamientos pueden funcionar igual de bien si se espera a que aparezcan los síntomas”.
El costo representa otro desafío. Según estimaciones citadas por National Geographic, una prueba de ctDNA para cáncer de colon puede costar hasta 3.500 dólares por paciente. A ello se suma el impacto emocional de un diagnóstico anticipado, además de los posibles daños físicos derivados de tratamientos innecesarios.
El mercado de las “biopsias líquidas” y su crecimiento
El creciente interés en estas pruebas se refleja en la expansión del mercado de biopsias líquidas. Según la firma iHealthcareAnalyst, las ventas globales de estas pruebas, incluyendo versiones para detección temprana en personas sanas, podrían alcanzar los 20.000 millones de dólares en los próximos años.
Los principales mercados se concentran en cánceres de pulmón, mama, colorrectal, gástrico y próstata, impulsados por millones de nuevos diagnósticos anuales. La meta de estas tecnologías es personalizar el tratamiento para cada paciente, ajustando la terapia según su riesgo individual de recurrencia y su respuesta.

La necesidad de más estudios y ensayos clínicos aleatorizados
Pese al entusiasmo, los expertos insisten en la necesidad de mayor evidencia. “Debemos distinguir entre datos y conocimiento útil”, advirtió Welch a National Geographic. “Antes de gastar millones—o miles de millones—de dólares revisando regularmente la actividad de ctDNA, deberíamos saber si realmente ayuda a las personas a vivir más y mejor”, agregó.
Solo los ensayos clínicos aleatorizados podrán determinar si la detección temprana mediante ctDNA se traduce en mayor supervivencia y mejor calidad de vida. Hasta entonces, la comunidad médica se mantiene cautelosa, evaluando cuidadosamente los beneficios y riesgos de esta herramienta emergente en la lucha contra el cáncer.
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