
Un huevo duro puede parecer un alimento simple, pero su conservación adecuada es esencial para evitar enfermedades transmitidas por alimentos.
Instituciones citadas por Good Housekeeping advierte que, a diferencia de los frescos, los huevos cocidos tienen una vida útil más corta y su almacenamiento incorrecto incrementa el riesgo de contaminación.
De acuerdo con la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), existen pautas precisas sobre cómo conservarlos y durante cuánto tiempo, haciendo énfasis en la refrigeración y el manejo higiénico para prevenir infecciones como la salmonela.
Por qué los huevos duros duran menos que los frescos

La diferencia clave entre huevos frescos y duros radica en la pérdida de la capa protectora natural de la cáscara durante la cocción. Good Housekeeping explica que esta barrera es la primera defensa contra bacterias; al eliminarla, el huevo se vuelve más susceptible a la contaminación. Por ello, los huevos duros deben conservarse con mayor cuidado.
Mientras los huevos frescos pueden durar varias semanas si se almacenan adecuadamente, los huevos duros tienen un período de seguridad mucho más breve. La cocción, aunque esencial, compromete su resistencia al deterioro bacteriano, lo que exige un manejo más riguroso.
La durabilidad de los huevos duros depende de su almacenamiento. Según la FDA, deben mantenerse en el refrigerador a 4 °C o menos, ya sea con o sin cáscara, y consumirse en un plazo máximo de una semana.
En cambio, si permanecen a temperatura ambiente, se deterioran con rapidez. Estas indicaciones son cruciales en contextos como celebraciones al aire libre o picnics. Respecto a los huevos frescos, la FDA sugiere consumirlos en un plazo de tres semanas desde la compra.
Cómo identificar si un huevo está en mal estado

Consumir huevos deteriorados implica un riesgo sanitario considerable. Desde la publicación señalan que el primer signo de descomposición es el olor desagradable, similar al azufre.
La inspección visual también es útil: una cáscara viscosa, agrietada o con aspecto polvoriento puede indicar presencia de bacterias o moho. Al abrir el huevo, tonalidades rosadas, verdes, azules o negras sugieren contaminación bacteriana.
No obstante, la salmonela puede estar presente incluso en huevos que no presentan señales visibles ni mal olor. Por eso, la FDA recomienda verificar siempre la fecha de caducidad y desechar el huevo si existe cualquier duda sobre su frescura.

Una conservación adecuada del alimento es clave para mantener la seguridad del producto. La FDA aconseja refrigerar los huevos, frescos o duros, a una temperatura constante de 4 °C o menos. Good Housekeeping sugiere colocarlos en la rejilla central del refrigerador, lejos de la puerta, donde la temperatura es más estable.
En cuanto a los huevos frescos, deben consumirse en un plazo de tres semanas, aunque pueden mantenerse seguros hasta cinco. No se deben reutilizar recipientes si contienen huevos rotos, ya que esto puede facilitar la contaminación. Las cáscaras rotas deben desecharse inmediatamente.
Riesgos sanitarios y medidas de prevención

Consumir huevos en mal estado puede provocar infecciones por salmonela o E. coli. Good Housekeeping recalca que las bacterias pueden acumularse aunque el huevo parezca estar en buen estado, por lo que siempre debe primar la precaución.
La FDA y los CDC coinciden: seguir las pautas de almacenamiento y consumo seguro es la mejor forma de evitar enfermedades. Si hay dudas sobre la calidad del producto, en la publicación se resume la recomendación oficial con claridad: “Si tienes dudas, no te preocupes: tíralos a la basura”.
La información publicada por Good Housekeeping, en respaldo de organismos como la FDA y los CDC, destaca la importancia de manipular y conservar los huevos con cuidado. Aplicar estas recomendaciones es esencial para mantener la seguridad alimentaria en el hogar.
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