
Cada noche, el cerebro humano se sumerge en un fascinante universo de imágenes, sensaciones y narrativas: los sueños. Aunque estos forman parte de nuestra experiencia diaria, recordar su contenido puede variar enormemente de una persona a otra e incluso de una noche a la siguiente.
¿Por qué soñamos cada noche aunque no siempre lo recordamos?
La ciencia ha demostrado que soñar es una constante biológica. Incluso aquellas personas que afirman no soñar nunca, en realidad lo hacen, pero no recuerdan esos episodios. Según explicó a Popular Science Erin Wamsley, profesora de psicología y neurociencia en la Universidad Furman, si estas personas son despertadas durante una fase activa del sueño en un laboratorio, suelen recordar algo de lo que estaban soñando. Esto sugiere que el problema no radica en la ausencia de sueños, sino en su falta de retención.
El olvido de los sueños se explica, en parte, por su naturaleza efímera. Si no te despertás durante o inmediatamente después de soñar y no dedicas tiempo a reflexionar sobre lo que experimentaste, los recuerdos se desvanecen rápidamente. Esto podría estar relacionado con cambios en la actividad de los neurotransmisores durante el sueño, que afectan la capacidad del cerebro para consolidar esas memorias.
Factores que influyen en el recuerdo de los sueños

El recuerdo de los sueños está profundamente influenciado por cómo y cuándo nos despertamos. Wamsley explica que los despertares nocturnos, aunque breves, facilitan recordar los sueños. Por ejemplo, mover o cambiar de posición durante la noche es normal y puede aumentar la memoria onírica. Sin embargo, un exceso de interrupciones puede deteriorar la calidad del sueño y afectar negativamente el proceso.
Las alarmas también juegan un papel importante. Según explicó a la publicación especializada Jing Zhang, investigadora del Hospital General de Massachusetts, despertarse bruscamente con una alarma puede interrumpir la consolidación de los recuerdos de los sueños. Este método aumenta los niveles de cortisol, lo que redirige la atención hacia las demandas del día en lugar de los contenidos oníricos.
Por otra parte, la fase del sueño en la que te encuentres al despertar es determinante. Los sueños más vívidos y narrativos suelen ocurrir durante la fase REM (movimientos oculares rápidos), cuando la actividad cerebral es más intensa. Hay un 80% de probabilidades de recordar un sueño si te despertás en esta etapa, en comparación con un 50% si te despertás en fases no REM.
Las etapas del sueño y su relación con los sueños

El sueño humano se divide en cuatro etapas: una REM y tres no REM (NREM). Durante el sueño ligero (NREM 1 y 2), las ondas cerebrales comienzan a desacelerarse, y el cerebro pasa a un estado de transición. Luego, en la etapa NREM 3, conocida como sueño profundo, las ondas cerebrales se vuelven más constantes. Esta etapa, que ocurre predominantemente en las primeras horas de la noche, es esencial para la recuperación física y mental.
Finalmente, la fase REM se caracteriza por una actividad cerebral similar a la de la vigilia. Es aquí donde ocurren los sueños más complejos y elaborados, aunque las otras etapas también pueden albergar sueños, generalmente menos detallados. Los sueños de la mañana, cerca de la hora de despertarse, suelen ser más memorables debido al aumento de la actividad cerebral y la ligereza del sueño.
El impacto de las emociones y la personalidad en los recuerdos oníricos
Las emociones tienen un papel clave para determinar qué sueños se recuerdan. Según Zhang, los sueños emocionalmente intensos o con contenido relevante para la vida de vigilia tienen más probabilidades de ser retenidos. Esto es consistente con la forma en que las emociones intensas también fortalecen los recuerdos diarios.
La personalidad también puede influir. Los estudios indican que las personas con altos niveles de apertura, una característica medida por la prueba de personalidad Big Five, tienden a recordar más sus sueños. Esta apertura mental puede reflejar una mayor disposición a prestar atención a las experiencias oníricas ya integrarlas en la conciencia despierta.
Beneficios cognitivos y emocionales de soñar

Soñar cumple funciones importantes en el procesamiento cognitivo y emocional. Los estudios liderados por Wamsley y Zhang han demostrado que los sueños contribuyen a consolidar recuerdos, especialmente cuando están relacionados con tareas recientes. Por ejemplo, soñar con una actividad de aprendizaje durante el sueño mejora el desempeño posterior en dicha tarea.
Además, los sueños ayudan a regular las emociones y priorizar recuerdos significativos. Un estudio reciente encontró que las personas que registraban sus sueños eran menos sensibles emocionalmente a estímulos neutrales durante el día. También se observará que los sueños positivos estaban vinculados a estados de ánimo más optimistas al día siguiente.
Mitos y realidades sobre la interpretación de los sueños
Una idea persistente es que los sueños tienen significados ocultos y universales que solo pueden ser descifrados por expertos. Sin embargo, Wamsley rechaza esta noción y afirma que no hay evidencia científica de que los sueños contengan mensajes secretos. Esto le dijo a Popular Science: “La persona que tiene el sueño es la mejor posicionada para interpretarlo”. Aunque los sueños pueden reflejar preocupaciones, emociones o patrones, no existe un manual universal para entenderlos.
En lugar de buscar significados ocultos, los expertos sugieren enfocarse en cómo los sueños pueden proporcionar pistas sobre el estado emocional y mental de una persona. Esto puede ser valioso para la autorreflexión, pero no debe interpretarse como un mensaje literal o codificado.
Los sueños siguen siendo uno de los misterios más fascinantes del cerebro humano. Aunque recordar su contenido no siempre sea fácil, estas experiencias tienen implicancias significativas para la memoria, las emociones y la comprensión personal. Al adoptar una perspectiva consciente y práctica, podemos aprovechar los sueños como una herramienta para mejorar nuestra conexión con nosotros mismos, sin caer en la trampa de la sobreinterpretación.
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