
El estrés es una de las condiciones más comunes en la vida moderna. Aunque en pequeñas dosis puede ser útil para mantenernos alerta y productivos, cuando se vuelve constante o prolongado puede tener efectos profundos en la salud física y emocional.
Uno de los más visibles es su impacto en el peso corporal, un tema que genera debate porque no afecta a todas las personas de la misma manera. Algunos individuos experimentan un aumento de peso durante periodos de tensión, mientras que otros pierden kilos sin proponérselo.

Esta dualidad se explica por la interacción de factores hormonales, emocionales y de comportamiento que se activan en situaciones de estrés. Comprender cómo funciona este proceso es clave para prevenir desequilibrios y mantener un estilo de vida saludable.
Estrés y aumento de peso
Cuando el estrés se vuelve crónico, el cuerpo produce mayores niveles de cortisol, una hormona que incrementa el apetito y favorece la acumulación de grasa, especialmente en la zona abdominal.
- Cortisol elevado: estimula el hambre y la preferencia por alimentos calóricos.
- Alimentación emocional: muchas personas buscan consuelo en comidas ricas en azúcar y grasa.
- Falta de sueño y cansancio: reducen la motivación para hacer ejercicio.
- Hábitos poco saludables: se refuerza el círculo vicioso de ansiedad y sobrepeso.

Estrés y pérdida de peso
En contraste, el estrés agudo puede provocar el efecto contrario. La liberación de adrenalina activa el estado de alerta y reduce temporalmente la sensación de hambre.
- Disminución del apetito: algunas personas comen menos o incluso saltan comidas.
- Mayor gasto energético: el cuerpo en tensión constante quema más calorías.
- Reducción de masa muscular: si no se compensa con buena alimentación, puede haber pérdida de peso no deseada.

Cómo prevenir los cambios de peso por estrés
La clave está en reconocer cómo responde cada organismo y aplicar estrategias de manejo. Algunas de las sugerencias que suelen realizar los expertos en cuanto al tema son.
- Dormir entre 7 y 8 horas para regular hormonas y energía.
- Mantener una alimentación equilibrada, evitando ultraprocesados y exceso de cafeína.
- Practicar ejercicio regular para liberar tensiones y estabilizar el metabolismo.
- Usar técnicas de relajación como meditación, respiración profunda o mindfulness.
- Organizar el tiempo y evitar la procrastinación para reducir la sobrecarga mental.
- Buscar apoyo emocional en amigos, familia o profesionales cuando sea necesario.

Es así que el estrés puede impactar de manera dual en el peso corporal, ya sea favoreciendo el aumento por la liberación de cortisol y la adopción de hábitos poco saludables, o provocando pérdida de peso cuando la adrenalina reduce el apetito y aumenta el gasto energético.
Adoptar todos estos hábitos y prácticas puede permitir transformar el estrés en un desafío manejable, evitando que se convierta en un factor que desestabilice el bienestar físico y emocional.
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