Este es el tipo de dieta que reduce los síntomas de la depresión, según un estudio

Seguir ciertos patrones alimenticios pueden mejorar los problemas de salud mental

Guardar
Alimentos que encajan en la
Alimentos que encajan en la dieta keto (Shutterstock)

Las dietas son los patrones alimenticios que seguimos: lo que comemos y lo que no, la cantidad, la frecuencia... Todo ello conforman una serie de hábitos y corresponden en mayor o menor medida a distintos tipos de dieta, ya sea la mediterránea o la atlántica, entre otras. Más allá de los beneficios nutricionales, los alimentos que seleccionamos tienen un impacto en nuestras emociones y nuestra salud mental, como ha observado la comunidad científica en los últimos años.

Una investigación realizada por el Hospital St Michael de Toronto (Canadá) ha revelado que unos hábitos alimenticios concretos pueden disminuir los síntomas depresivos: la dieta cetogénica o dieta keto. La investigación ha incluido datos de 41.718 participantes, con edades comprendidas entre los 18 y los 70 años, procedentes de 15 países y que abarcaban tanto enfermedades mentales (bipolaridad, depresión, ansiedad o esquizofrenia) como metabólicas (obesidad).

La investigación ha sido publicada en JAMA Psychiatry y revela en los ensayos clínicos aleatorizados sobre dieta cetogénica y síntomas depresivos una mejora pequeña a moderada frente a dietas de control. Cuando la cetosis se verifica bioquímicamente, la mejora es mayor, mientras que sin monitorización el efecto es pequeño y no significativo. También influye el tipo de dieta con la que se compare: los estudios sin grupos ricos en carbohidratos muestran una mejora grande y significativa, mientras que los que sí los incluyen no encuentran beneficios.

En personas no obesas, la asociación es grande y significativa, pero en personas obesas es mínima y no significativa. Las dietas muy bajas en hidratos de carbono muestran beneficios marcados, a diferencia de las bajas en carbohidratos, que no muestran efecto. La duración de la intervención no modifica resultados.

Respecto a la ansiedad, los ensayos aleatorizados con 672 participantes no encuentran asociación significativa entre dieta cetogénica y reducción de síntomas, y los subgrupos tampoco revelan moderadores relevantes. En contraste, los estudios cuasiexperimentales muestran una mejora media dentro del grupo a lo largo del tiempo, pero sin diferencias significativas entre subgrupos.

Qué es la dieta cetogénica

Las dietas cetogénicas se caracterizan por un elevado contenido en grasas, un aporte moderado de proteínas y una restricción muy marcada de hidratos de carbono, generalmente por debajo del 10 % de la energía total. Este patrón alimentario no es nuevo: se introdujo en la medicina clínica hace aproximadamente un siglo como una alternativa no farmacológica para tratar la epilepsia refractaria, especialmente en pacientes que no respondían adecuadamente a los fármacos anticonvulsivos disponibles. Su uso terapéutico inicial sentó las bases para investigar sus posibles efectos en otras condiciones neurológicas y psiquiátricas.

El fundamento fisiológico de la dieta cetogénica radica en un cambio profundo del metabolismo energético. Al reducir de forma sostenida la ingesta de carbohidratos, el organismo agota sus reservas de glucógeno y comienza a utilizar la grasa como principal sustrato energético. Este proceso conduce a la producción hepática de cuerpos cetónicos, entre los que destacan el beta-hidroxibutirato, el acetoacetato y, en menor proporción, la acetona. Estas moléculas pasan a ser utilizadas por el cerebro como fuente de energía alternativa a la glucosa, configurando un estado metabólico denominado cetosis nutricional.

El uso preferente de cuerpos cetónicos induce diversos cambios biológicos que han despertado interés científico por su posible relevancia en los trastornos del estado de ánimo y otras patologías. En primer lugar, se ha observado que los cuerpos cetónicos pueden influir en la función mitocondrial, aumentando la eficiencia energética y reduciendo la producción de radicales libres. Esta mejora en la bioenergética celular podría traducirse en una menor vulnerabilidad al estrés oxidativo, un proceso implicado en enfermedades neurodegenerativas y psiquiátricas.