Las primeras señales de depresión en adultos: cómo reconocerlas y qué hacer

La gravedad de esta enfermedad varía en función del número e intensidad de los síntomas, así como del impacto que tienen en la vida cotidiana

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Imagen de recurso de un
Imagen de recurso de un hombre con un bastón. (Adobe Stock)

La depresión es un trastorno mental común que sume al que la padece en un estado de ánimo deprimido, que lleva a la pérdida del placer y volatiliza el interés por actividades que antes resultaban agradables. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, en todo el mundo, el 5,7 % de los adultos la padecen. Los estudios que se han hecho al respecto muestran que afecta más a las mujeres que a los hombres. Puede desarrollarla cualquier persona, aunque quienes han vivido abusos, pérdidas graves o han atravesado otro tipo de eventos estresantes tienen más probabilidades de sufrirla.

La depresión es distinta de los cambios habituales en el estado de ánimo y en los sentimientos sobre el día a día. Puede afectar a todos los ámbitos de la vida, incluidas las relaciones familiares, de amistad y las comunitarias. Puede deberse a problemas en la escuela y laborales o causarlos. La depresión, alerta la OMS, puede llevar al suicidio. No obstante, hay tratamientos eficaces para tratar la enfermedad, ya sea leve, moderada o grave. Pero, para poder aplicarlos, primero es necesario detectar la enfermedad.

Cómo saber si una persona tiene depresión

La depresión se manifiesta a través de una combinación de síntomas que afectan tanto al estado de ánimo como al funcionamiento diario de quienes la padecen. Entre los signos más característicos, según la OMS, se encuentran la tristeza persistente, la irritabilidad y la sensación de vacío, así como la pérdida de interés o placer en actividades que antes resultaban gratificantes. Estos episodios depresivos se distinguen de las fluctuaciones habituales del ánimo por su duración e intensidad, ya que suelen prolongarse durante la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas.

A lo largo de un episodio depresivo, pueden aparecer otros síntomas como problemas de concentración, sentimientos de culpa excesiva o baja autoestima, falta de esperanza respecto al futuro, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso, una sensación acusada de cansancio o falta de energía y pensamientos relacionados con la muerte o el suicidio. Aquellas personas que se encuentren de frente con este tipo de ideas pueden recurrir a terapia psicológica, a un ser querido que le tenderá la mano o al teléfono de la esperanza (024). No están solos y, como muchos antes, pueden atravesar esta situación con ayuda. La ideación suicida debe tomarse como una señal de alerta para pedir ayuda.

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La gravedad de estos episodios varía en función del número e intensidad de los síntomas, así como del impacto que tienen en la vida cotidiana, lo que permite clasificarlos en leves, moderados o graves. Según detalla la OMS, las tipologías de los episodios depresivos incluyen el trastorno depresivo de un solo episodio, en el que la persona experimenta un único episodio; el trastorno depresivo recurrente, caracterizado por la presencia de al menos dos episodios; y el trastorno bipolar, en el que los episodios depresivos alternan con periodos maníacos. Estos periodos maníacos se identifican por síntomas como euforia o irritabilidad, aumento de la actividad o la energía, mayor verborrea, pensamientos acelerados, autoestima elevada, menor necesidad de dormir, distracción y conductas impulsivas o imprudentes.

Diagnóstico, tratamiento y autocuidado

El abordaje de la depresión cuenta con tratamientos eficaces, tanto psicológicos como farmacológicos. La OMS recomienda buscar atención profesional ante la presencia de síntomas depresivos. Los tratamientos psicológicos constituyen la primera línea de intervención y pueden combinarse con antidepresivos en casos de depresión moderada o grave, mientras que en los casos leves no se considera necesario el uso de medicación.

Las terapias psicológicas ayudan a desarrollar nuevas formas de pensar, afrontar situaciones y relacionarse con los demás. Estas intervenciones pueden realizarse tanto de manera presencial como en línea, y es posible acceder a ellas a través de manuales de autoayuda, páginas web y aplicaciones. Entre los tratamientos psicológicos eficaces se incluyen la activación conductual, la terapia cognitivo-conductual, la psicoterapia interpersonal y el tratamiento para la resolución de problemas.

En cuanto a los antidepresivos, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), como la fluoxetina, son los más utilizados. Los profesionales sanitarios deben considerar los posibles efectos adversos de estos medicamentos, la disponibilidad de recursos y las preferencias individuales de cada paciente. En este sentido, la OMS advierte que los antidepresivos no deben emplearse en el tratamiento de la depresión en niños y que, en adolescentes, su uso debe ser extremadamente cauteloso y nunca como primera opción. Para el trastorno bipolar, se emplean medicamentos y tratamientos diferentes.

El autocuidado desempeña un papel fundamental en el manejo de los síntomas depresivos y en la promoción del bienestar general. Se recomienda mantener actividades que resulten placenteras, conservar el contacto con amigos y familiares, realizar ejercicio físico con regularidad, seguir hábitos alimenticios y de sueño estables, evitar o reducir el consumo de alcohol y no consumir drogas ilícitas, así como compartir los sentimientos con personas de confianza y acudir a un profesional sanitario.