Ángela Fernández, psicóloga: “Puedes saber exactamente por qué haces algo y aún así repetirlo. Entender no es lo mismo que integrar”

La experta señala que identificar el problema es el primer paso, pero que esto por sí solo no es suficiente para que se produzca un cambio

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La psicóloga Ángela Fernández explica
La psicóloga Ángela Fernández explica el motivo por el que muchas personas, pese a identificar lo que les ocurre, no son capaces de cambiarlo (@angelaprs.psicologia/TikTok)

El primer paso para realizar un cambio personal es identificar cuál es el problema. Sin embargo, esto no es suficiente. Son muchas las personas que, gracias a el cada vez mayor conocimiento sobre psicología y salud mental, han conseguido descubrir por qué cuentan con patrones de conducta específicos, por qué hay ciertos pensamientos que acuden a su mente de forma recurrente o de dónde proceden ciertos temores.

Este descubrimiento suele suponer un alivio inicial: el de ponerle nombre a aquello que durante años ha generado malestar o confusión. Esa primera barrera ya se ha salvado, pero ahora sería el momento de empezar a movilizarse para conseguir un cambio. Es decir, para modificar esos aspectos personales que están provocando un daño a nivel emocional.

Es aquí donde muchas personas se bloquean. Pese a contar con la información necesaria, pese a haber comprendido sus mecanismos internos, siguen cayendo en los mismos comportamientos. En la práctica, saber qué está ocurriendo no basta para dejar de hacerlo.

Una mujer pensativa mientras mira
Una mujer pensativa mientras mira por la ventana (Freepik)

La psicóloga Ángela Fernández (@angelaprs.psicologia en TikTok) explica que hay una cuestión con la que se encuentra frecuentemente en su consulta: la duda de sus pacientes con respecto al motivo por el que, sabiendo que les ocurre algo, son incapaces de parar su repetición. “¿Por qué conociendo que tengo este tipo de apego, sabiendo que tengo estos hábitos o estas conductas que no funcionan, me dañan y lo sigo haciendo?“. Esto, tal y como señala la experta, tiene una explicación que va más allá de la lógica o la voluntad individual.

La diferencia entre la razón y el cerebro emocional

“Entender o conocer el porqué de un problema no lo soluciona”, señala Ángela Fernández. “Entender no es lo mismo que integrar”. Cuando esto ocurre, se está racionalizando sobre el problema, pero no se han puesto en marcha los mecanismos mentales para que se produzca el cambio.

“El entendimiento forma parte de mi mente, pero esos patrones no solo están relacionados con mi mente, están relacionados también con mi cuerpo y con mis emociones. Nuestro cerebro emocional, la amígdala, el sistema límbico, aprendió ciertas respuestas automáticas hace años. Aprendió a protegerse, aprendió a huir. Cuando solo entendemos desde la razón, no estamos realmente reprogramando todas esas respuestas, simplemente las estamos observando”. Por tanto, no sirve con pensarlo, ya que no es únicamente la mente racional la que influye en el proceso.

Ángela Fernández, sin embargo, da la clave para que esto se lleve a cabo: “Para que algo cambie, necesitamos experimentar algo distinto y sentirnos seguros haciéndolo”. Es así como el miedo al abandono, el apego ansioso o la necesidad de huir del afecto, por ejemplo, pueden llegar a solucionarse, pues es entonces cuando “el cerebro empieza a abrir nuevos caminos”.

Algunas actitudes que tenemos, pueden ser señales de lo que somos según los psicólogos

“Muchas veces una persona puede decir: ‘Sé que no debería sentirme culpable al descansar, pero igualmente me siento así’. Y su mente, su parte racional, lo sabe. La parte que implica recuerdos, emociones, vivencias del pasado, heridas, tu propio cuerpo, todas esas reacciones automáticas aún no lo saben”.

La clave del cambio, por tanto, se encuentra en “integrar, sentir y practicar”, pues es lo que va a permitir generar patrones distintos, enfrentarse a los miedos y generar recuerdos nuevos en los que se comience a comprobar que las experiencias que tanto se temen muchas veces no tienen las consecuencias catastróficas que se imaginan.