
El yoga se ha convertido en una de las disciplinas más populares en los últimos años. Tiene sus orígenes en la India, hace más de 5.000 años, y se sigue practicando en la actualidad porque ofrece numerosos beneficios, tanto físicos como mentales.
En un momento en que el estrés y la ansiedad alcanzan niveles récord, resulta esencial encontrar una actividad que aporte tranquilidad y paz interior. Por este motivo, cada vez más personas recurren a la práctica de esta disciplina.
Uno de los puntos positivos es que, gracias a la amplia variedad de ejercicios y estiramientos que hay, resulta sencillo encontrar una rutina que se ajuste a tus necesidades. Una de las asanas de nivel intermedio que puedes implementar a tus entrenamientos es la postura del águila.
Beneficios de la postura del águila
La postura del águila, también conocida como garudasana, proporciona numerosos beneficios. En el aspecto físico, resulta muy útil para estirar y fortalecer la parte superior de la espalda, los brazos, los hombros, el cuello y los músculos del tronco.
El cruce de brazos y piernas activa las articulaciones y promueve el desarrollo de fuerza, equilibrio y flexibilidad en todo el cuerpo, especialmente en piernas, caderas y tobillos. Durante la postura, el trabajo de concentración equilibra la mente y mejora la atención.
El proceso de mantener el equilibrio refuerza la conexión entre cuerpo y mente, ayuda a liberar tensiones acumuladas y favorece una respiración más profunda y eficiente. Además, la compresión de brazos y piernas estimula la circulación y el sistema linfático, ayudando a eliminar toxinas y mejorando la sensación de bienestar.
Cómo hacer la postura del águila

çComienza de pie, con la espalda recta y los pies juntos. Dobla ligeramente las rodillas y cruza una pierna sobre la otra, de manera que el muslo quede por encima del otro y el pie rodee la parte posterior de la pierna de apoyo.
Baja las caderas, como si te sentases levemente. Al mismo tiempo, cruza los brazos enfrente del pecho, apoyando el codo de un brazo sobre el otro, y trata de juntar las palmas.
Mantén la mirada fija al frente, busca la estabilidad y respira con calma. Aguanta la postura algunos segundos y luego repite cambiando de lado. Mientras se mantiene la posición, enfoca la atención en distribuir el peso de forma uniforme, activar el abdomen y mantener el pecho abierto y la espalda alineada. Si resulta difícil juntar las palmas, simplemente apoya el dorso de una mano sobre la otra.
Contraindicaciones y precauciones
No es aconsejable realizar esta postura en caso de lesiones en rodillas, tobillos, caderas, cuello, espalda, hombros o brazos, ni durante las primeras semanas tras una cirugía. Personas con problemas de equilibrio, fragilidad ósea, presión arterial alta, vértigos o migrañas intensas deberían preguntar a un especialista antes.
Conviene también evitarla durante el embarazo, ya que ejerce presión en el abdomen y la zona pélvica. Si tienes límites para cruzar brazos o piernas, pueden usarse apoyos como una silla o realizar el cruce de forma parcial.
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