Los 12 consejos de una “experta en felicidad” para una vida mejor: “Es más fácil cambiar nuestro entorno que a nosotros mismos”

Gretchen Rubin ha dedicado su carrera al estudio de la satisfacción personal

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(Imagen Ilustrativa Infobae)
(Imagen Ilustrativa Infobae)

Gretchen Rubin ha dedicado su carrera al estudio de la felicidad y la naturaleza humana: es autora de muchos libros como el bestseller The Happiness Project, que ha vendido millones de copias en más de 30 idiomas y conductora del galardonado podcast Happier. Ahora, en la cadena estadounidense CNBC, ha compartido sus 12 reglas para una vida feliz.

Según ella, la “felicidad” —sin entrar a buscar una definición que llevaría cientos de páginas para al final no dejar de acuerdo a nadie— no es cuestión de azar, sino el resultado de hábitos y actitudes que se cultivan con el tiempo. La autora subraya la importancia de contar con principios claros que orienten las decisiones cotidianas. Estas reglas, afirma, no solo ayudan a enfrentar los desafíos habituales, sino que también ofrecen una guía para navegar la complejidad de la vida moderna.

Su primera “regla” invita a encontrar un equilibrio entre la autoaceptación y la superación personal. Rubin aconseja: “Acéptate y espera más de ti mismo”. Para ella, la clave está en reconocer las propias limitaciones sin dejar de aspirar a crecer y salir de la zona de confort.

En segundo lugar, advierte sobre el peligro de la procrastinación disfrazada de productividad. “Puede parecer trabajo, pero si en realidad no me ayuda a lograr mis objetivos laborales, estoy perdiendo el tiempo”.

La tercera regla destaca el valor de la constancia. “Lo que hacemos todos los días importa más que lo que hacemos de vez en cuando. Si salimos a caminar 20 minutos la mayoría de los días de cada mes, está bien si nos saltamos algunos días; si salimos a caminar una hora solo un día al mes, no lograremos mucho”, asegura.

La cuarta lección se refiere a la autenticidad. Según la autora, “una voz fuerte repele tanto como atrae”. En su experiencia como escritora, ha comprobado que intentar agradar a todos conduce a la irrelevancia, mientras que expresar opiniones claras puede generar tanto admiradores como detractores.

En la quinta regla, Rubin desmitifica el perfeccionismo. Asegura que “el perfeccionismo no surge de estándares altos, sino de la ansiedad”.

La sexta lección enfatiza la visibilidad. “Muchas personas se sorprenden cuando sus esfuerzos no son reconocidos; el problema es que nadie sabe lo que están haciendo”.

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Evitar evitar el error

La séptima regla promueve la valentía ante el fracaso. “Si no estamos fallando, no nos estamos esforzando lo suficiente”, sostiene. Evitar el error implica también renunciar a las oportunidades y desafíos que impulsan el crecimiento.

En la octava lección, la autora invita a cuestionar los juicios precipitados. Antes de calificar algo como superficial, insalubre, ineficiente, peligroso, desagradable o inmoral, Rubin sugiere considerar si simplemente no se ajusta a los gustos personales. Recuerda que innovaciones como la escritura, el ferrocarril o las postales fueron en su momento objeto de críticas.

La novena regla aborda la dinámica de las tareas compartidas. Rubin observa que “el reparto de tareas suele derivar en la evasión de responsabilidades”, una situación que, según su experiencia, resulta familiar para la mayoría.

La décima lección resalta el peso de la postergación. “Nada resulta más agotador que la tarea que nunca se inicia”, afirma, relatando cómo ha sentido ansiedad durante días por posponer un simple correo electrónico que, al final, solo requería unos segundos.

En la undécima regla, Rubin dice: “Es más fácil cambiar nuestro entorno y nuestros horarios que cambiarnos a nosotros mismos”. Sugiere, por ejemplo, que quienes no son madrugadores realicen las tareas más exigentes al final del día, o que quienes trabajan mejor bajo presión acepten su estilo en lugar de forzarse a seguir métodos ajenos.

La última lección de la autora subraya la diversidad de caminos hacia la felicidad. Utiliza la metáfora de diferentes criaturas que vuelan con alas distintas para ilustrar que no existe una única fórmula válida. Cada persona debe identificar y emplear las estrategias que mejor se adapten a su realidad.