
Nadie se pone de acuerdo, las opiniones siempre han estado muy divididas: ¿ducharse por la mañana, justo antes de empezar el día, o por la noche, antes de irnos a dormir? Para los primeros, la ducha de por la mañana, supone un ritual imprescindible para despertarse y cargar su cuerpo de energía. Es una forma de activación natural que puede ayudar a romper con esa sensación de sueño que nos agarrota durante las mañanas. No obstante, los partidarios de la segunda opción, también consideran la ducha como una rutina de relajación nocturna. Además, según sus declaraciones, tiene mucho más sentido en términos higiénicos.
Sin embargo, según explica el periódico El Confidencial, las dos opciones presentan numerosos beneficios, haciendo que el debate gire en torno a una cuestión de preferencias personales. Por ejemplo, la ducha matutina estimula la circulación y el cerebro humano, mientras que la ducha nocturna propicia una sensación de limpieza y relajación que ayuda a tener un sueño más placentero. En consecuencia, según estos testimonios, la ducha, los cuidados, la higiene, presentan una potencial capacidad de agencia que hace conectemos con nosotros mismos, estimulando la posibilidad de llevar a cabo aquello que debemos hacer a continuación. Se podría decir que, los cuidados personales, facilitan el logro de nuestros actos, ya sea dormir o concentrarse en el trabajo.
El estudio del cardiólogo Aurelio Rojas
El estudio del Doctor Rojas determina que las duchas nocturnas ofrecen una serie de beneficios que trascienden lo meramente higiénico. Según el análisis del doctor, el agua caliente proporciona un mayor descanso, contribuyendo a fomentar el rendimiento cognitivo y la memoria. Asimismo, fortalece el sistema inmunitario. Según el doctor, la rutina nocturna, es más que una costumbre de higiene y cuidados, es una manera de comprometerse con la conciliación del sueño, el descanso, y la salud de nuestros cuerpos. Asimismo, este ritual nocturno, según el doctor, ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, evitando el deterioro de las células que produce el envejecimiento.

En su análisis científico aborda el estudio de 2019, Sleep Medicine Review. Este estudio concluye que ducharse con agua caliente (entre 40 y 42,5 °C) dos horas antes de dormir, reduce el tiempo para conciliar el sueño en un 36%. Este dato, puede ser muy beneficioso para personas con insomnio o a las que le cueste desconectar de los pensamientos cotidianos. “Tras una ducha caliente, los vasos sanguíneos de nuestra piel se dilatan, nuestro cuerpo libera calor y la temperatura central desciende. Esta bajada natural es la señal biológica que activa la liberación de melatonina, convirtiendo la ducha nocturna en un sencillo hábito para vivir más y mejor”, explica el profesional.
Otros consejos para conciliar el sueño
Dormir bien no siempre es fácil, y cada vez más personas concilian con problemas de insomnio o dificultades para mantener un descanso reparador. Especialistas en salud han recordado una serie de recomendaciones sencillas que pueden marcar la diferencia a la hora de conciliar el sueño. Uno de los aspectos más importantes es mantener horarios regulares: acostarse y levantarse siempre a la misma hora ayuda a estabilizar el ciclo de sueño. También se aconseja limitar las siestas a una al día y que no superen los 30 minutos.
El ejercicio físico es otro aliado, siempre que se realice durante el día y no justo antes de ir a la cama. Además, los expertos insisten en que el dormitorio debe destinarse exclusivamente al descanso, evitando usarlo para comer, ver televisión o escuchar la radio.

Si después de media hora no se logra dormir, se recomienda levantarse y realizar una actividad relajante, como leer algo ligero, escuchar música tranquila o ver un programa calmado en otra habitación. Permanecer en la cama preocupado o inquieto solo empeora la situación. Además, el entorno siempre influye: una habitación cómoda, oscura, silenciosa y con temperatura adecuada favorece el descanso.
Respecto a las rutinas nocturnas, un baño caliente, un vaso de leche templada o una infusión pueden ayudar a relajarnos. La ropa debe ser cómoda y ligera. También es importante evitar cenas abundantes, bebidas con cafeína, alcohol o tabaco en las horas previas al descanso.
Por último, en la medida de lo posible, intentar resolver las preocupaciones antes de acostarse. Si bien es cierto que esto puede llegar a ser muy difícil, tal vez, prácticas fórmulas de relajación y respiración profunda puede ayudar a aliviar el dolor que supone encontrarte solo con tus pensamientos. Ante todo, es importante entender que el sueño y el descanso forman parte de la salud de nuestros cuerpos, por ello hay que cuidarlo, como lo haríamos con cualquier otro aspecto.
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