El estrés de la madre durante el embarazo puede ser el origen de la dermatitis en los niños

Un estudio encuentra una relación entre los niveles elevados de cortisol durante la gestación y alteraciones en el sistema inmune del bebé

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Una mujer embarazada mirando por
Una mujer embarazada mirando por la ventana (Shutterstock)

Que los hábitos de vida que lleva a cabo una madre durante el embarazo influyen en la salud del niño es algo que se sabe desde hace décadas. Es en los últimos años cuando la ciencia ha puesto el foco en la salud mental de ella y su impacto en el bebé.

Un reciente estudio internacional liderado por la Universidad de Toulouse (Francia) ha encontrado un vínculo entre el estrés materno y la dermatitis atópica en los niños. Según publican en la prestigiosa revista Nature, los científicos han identificado un mecanismo biológico que vincula el aumento de los niveles de cortisol en la madre con alteraciones en el sistema inmunológico y sensorial de la piel del feto, lo que incrementa la susceptibilidad a esta afección cutánea.

La dermatitis atópica, también conocida como eccema infantil, se caracteriza por la aparición de zonas secas y escamosas en la piel, acompañadas de un intenso prurito. Esta enfermedad de la piel es crónica, no contagiosa y suele empeorar periódicamente, asegura la Clínica Mayo.

Hasta ahora, los estudios epidemiológicos habían sugerido una relación entre el estrés durante la gestación y la aparición de dermatitis en la infancia, pero no se había esclarecido el proceso biológico subyacente. La nueva investigación aporta evidencia experimental que respalda esta conexión.

Una alteración en el sistema inmune del feto

El equipo sometió a un grupo de ratonas gestantes a situaciones de estrés leve, confinándolas en tubos estrechos bajo luces intensas durante 30 minutos, tres veces al día, a lo largo de cinco días. Esta intervención provocó un aumento significativo de los niveles de cortisol tanto en la sangre materna como en el líquido amniótico.

Tras el nacimiento, los científicos simularon la fricción leve que suele desencadenar el eccema en bebés, frotando suavemente la piel de las crías en áreas propensas a la enfermedad. Casi todos los descendientes de madres estresadas desarrollaron síntomas similares a la dermatitis, mientras que los de madres no sometidas a estrés no presentaron lesiones cutáneas completas.

El análisis de las células cutáneas de las crías reveló que un tipo específico de célula inmunitaria, el mastocito, mostraba una predisposición a liberar histamina, la sustancia responsable de síntomas como el picor y la inflamación. Para confirmar el papel de los mastocitos, los investigadores trabajaron con ratones modificados genéticamente para que carecieran de estas células. En estos casos, la ausencia de mastocitos impidió el desarrollo de la dermatitis en las crías, incluso cuando las madres habían experimentado estrés durante la gestación.

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Además, el estudio identificó alteraciones en los genes de las neuronas sensoriales que conectan la piel con la médula espinal. Muchas de estas modificaciones genéticas están asociadas con la percepción del dolor y el picor, lo que sugiere que el estrés materno incrementa la sensibilidad cutánea en la descendencia.

“Nuestros hallazgos respaldan un nuevo modelo en el que el eccema pediátrico de aparición temprana se origina a partir de disfunciones en el sistema inmunitario fetal, provocadas por fluctuaciones en los glucocorticoides maternos inducidas por el estrés”, escriben.

Aunque estos resultados se han obtenido en ratones y no constituyen una prueba definitiva de causalidad en humanos, los investigadores consideran que el mecanismo identificado podría tener relevancia clínica si se confirma en personas. De ser así, la gestión del estrés durante el embarazo podría convertirse en una estrategia preventiva para reducir el riesgo de eccema infantil y otras enfermedades alérgicas en la infancia.