Por qué los amores de verano son tan intensos: “La luz solar y el placer de salir de la rutina potencian la conexión emocional”

La intensidad propia de los meses de verano genera un efecto burbuja que puede confundirse con una conexión real

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Olivia Newton-John y John Travolta
Olivia Newton-John y John Travolta como Sandy Olsson y Danny Zuko en 'Grease' (1978)

Desde el tórrido amor entre Danny Zuko y Sandy Olsson, los míticos protagonistas de Grease, hasta la ternura que se desprende en la novela Helena o el mar del verano de Julián Ayesta, el verano se erige como escenario de relaciones tan apasionadas como breves. En esas largas noches y días que rompen con la rutina, todo parece posible, incluso un apasionado romance.

Más allá de los infinitos retratos con los que se ha pintado el amor, este tipo de relaciones terminan por responder ante un fenómeno científico. Y lo cierto es que ni la inenarrable magia del enamoramiento escapa de una explicación de la ciencia. Cuando nos enamoramos, el cerebro activa regiones vinculadas al placer y la recompensa, como el área tegmental ventral (VTA) y el núcleo accumbens, cuyos nutrientes químicos provocan una sensación de euforia equiparable a la que producen las drogas.

El motivo por el que los amores de verano son especialmente intensos se encuentra en la neuropsicología del apego, explica la psicóloga Coral a través de sus redes sociales (@psicologiaconcoral). En primer lugar, las vacaciones son en sí mismas un “ambiente de alta intensidad emocional”. “En verano estamos más relajados, hay más dopamina, la luz solar, el placer de salir de la rutina… Todo esto potencia la conexión emocional”.

Las hormonas y los neurotransmisores también juegan un papel fundamental en los romances estivales. Como explica en un vídeo subido a TikTok, “el calor, el sol, el movimiento, el cambio de entorno estimulan la oxitocina, la dopamina y la adrenalina”. Estas tres hormonas tienen la misma química que la del enamoramiento.

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El ambiente vacacional marcado por los días de playa, las noches largas o la ausencia del estrés cotidiano del resto del año “crean un efecto de burbuja emocional donde todo parece más fácil”. Esta ilusión de compatibilidad puede confundirse con una conexión real.

En último lugar, la divulgadora hace referencia a la teoría del apego de la psicología. “Muchas veces el amor de verano activa nuestro deseo de conexión, especialmente si tenemos apego ansioso o hemos estado en una etapa de carencia emocional”, aclara.

Una pareja conociéndose en verano
Una pareja conociéndose en verano (AdobeStock)

¿Significa que los amores de verano no son reales?

Aunque el verano recoge todos los componentes para preparar el cóctel del amor perfecto, la mayoría de las veces estos vínculos amorosos no sobreviven cuando llega el otoño. La vuelta a la rutina, a la “vida real”, acaba con esas relaciones marcadas tanto por la pasión como por la brevedad.

Sin embargo, esto no significa que las relaciones de verano sean menos reales que las que se mantienen el resto del año. “No fue una mentira ni fue un error, fue real en su contexto”, matiza Coral. “Fue un espejo, un suspiro, una chispa. Eso también es amor, aunque no dure mucho”.

De hecho, esa estructura de recompensa del cerebro se activa igualmente en relaciones a largo plazo: estudios realizados por la Universidad de Harvard (Estados Unidos) con parejas casadas muestran una activación similar de las regiones dopaminérgicas incluso después de décadas juntos.