Una nutricionista alerta sobre las creencias erróneas acerca de las dietas: “No hay ningún alimento que adelgace y no hay ninguno que no engorde”

La experta analiza cómo varían los nutrientes entre los quesos comúnmente incluidos en dietas

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Ensalada de pepino y tomate.
Ensalada de pepino y tomate. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Cuando decidimos mejorar nuestra alimentación con el objetivo de perder peso, es fundamental dejar de lado ciertas ideas erróneas. Uno de los mitos más extendidos es creer que los alimentos saludables, por el simple hecho de serlo, no contribuyen al aumento de peso. Nada más lejos de la realidad, incluso los productos más recomendados por los expertos pueden perjudicar nuestros esfuerzos si se consumen en exceso.

Alimentos como el aguacate o los frutos secos —nueces, almendras...— son ampliamente valorados por sus beneficios nutricionales. Sin embargo, su alto contenido calórico puede ser contraproducente si no se controlan las porciones. Por muy saludables que sean, un consumo desmedido puede ralentizar o incluso revertir el progreso en una dieta de pérdida de peso.

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Del mismo modo, existen productos que pueden contener menos calorías, pero cuya calidad nutricional es inferior. Estos alimentos pueden aparentar ser más “ligeros”, pero, a largo plazo, también pueden influir negativamente si no se integran de forma equilibrada en el conjunto de nuestra alimentación.

Diferencias nutricionales de los quesos

Un caso paradigmático es el del queso fresco, un alimento que suele incluirse en muchas dietas hipocalóricas tradicionales. A pesar de su reputación de ser “ligero”, no se debe asumir que su consumo no impacta en el peso. Así lo explica la doctora Magda Carlas, médica y nutricionista:

“Ya nos gustaría que el queso fresco no engordara. Sería fantástico que un queso tan bueno como este no engordara. Pero es lo de siempre, el único alimento que no engorda de la dieta es el agua, que tampoco adelgaza”, afirma la experta.

En una intervención en el pódcast Respuestas que alimentan, de RAC1, Carlas aclara: “El queso fresco tiene más agua que el queso curado por ejemplo y por tanto aporta menos energía, pero lógicamente eso no quiere decir que no engorde. Si tomamos la misma cantidad de uno y de otro, obviamente el fresco engordará menos”.

Queso fresco.
Queso fresco.

Es importante recordar, según señala, que el aumento o la pérdida de peso no dependen exclusivamente de un alimento en particular, sino del conjunto de la dieta. “No hay ningún alimento que adelgace y no hay ninguno que no engorde si lo tomas en cantidad”.

Por otra parte, la nutricionista también señala diferencias relevantes en cuanto a la densidad nutricional de los quesos: “El queso fresco tiene menos densidad nutricional que el queso curado”, y aunque su alto contenido de agua lo hace más fácil de digerir, también implica que “nos aporte menos vitaminas y calcio que un queso curado”.

Además, no todos los quesos frescos disponibles en el mercado son iguales. La calidad y el aporte calórico varían según el tipo de leche utilizado en su elaboración. Esto puede llevar a equívocos en quienes buscan opciones aparentemente ligeras. Como advierte Carlas: “Pensar que tomar una ensalada con una gran bola de burrata y unos tomates es ligero es una idea errónea”.

La clave está en la moderación. “Cuanta más grasa y más sal tiene un queso, por lo general menos dosis debemos tomar”, concluye la especialista.