El documento histórico que resolvería la duda del ‘restaurante más antiguo del mundo’: la taberna madrileña que puede arrebatarle el récord a Botín

Irene Viñales, décima generación de la familia al frente de Casa Pedro, asegura que no se trata de una pelea por el récord, sino de una “alegría por un tema personal”

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Dedicatorias escritas en las paredes
Dedicatorias escritas en las paredes del restaurante. (Restaurante Casa Pedro)

Muchos lo plantean como una lucha, pero ellos no lo ven así. Sobrino de Botín, en pleno centro de Madrid, fundado en 1725, ostenta desde 1987 el Récord Guinness al restaurante más longevo en actividad del planeta. Pero otra taberna familiar madrileña podría arrebatarle el privilegio. Se trata de Casa Pedro, un restaurante familiar fundado, sobre el papel, en 1825, que se postula como el otro gran aspirante a este ansiado título.

“Están montando una polémica que en realidad es un poco falsa, pero bueno, si de verdad encontramos pruebas de que nacimos antes, pues sería una pasada, claro”, asegura Irene Viñales, al frente de esta taberna tradicional. Irene es la décima generación al mando de este local, ubicado en el distrito de Fuencarral, lejos del turístico centro de la capital. Durante años, el Ayuntamiento de Madrid ha reconocido como fecha fundacional de Casa Pedro el año 1825. Sin embargo, una historia familiar transmitida de padres a hijos apunta a otra cosa.

Restaurante Casa Pedro, en Fuencarral.
Restaurante Casa Pedro, en Fuencarral. (Instagram/@casapedrofuencarral)

La familia nunca ha sabido cuál fue la fecha exacta del primer servicio en esta casa de comidas, pero su logo siempre ha llevado escrito ‘1702’. “Mi abuelo siempre decía que la fecha de fundación era 1702, pero falleció sin que le preguntásemos”, cuenta la hostelera. El problema, explica, es que demostrar esta cifra con documentos fidedignos, desaparecidos muchos ellos durante la Guerra Civil, era prácticamente imposible. Hasta ahora.

Y es que la historia acaba de dar un giro de 180º. Jorge, el marido de Irene, un gran aficionado a la historia y a los libros antiguos, se puso manos a la obra, buscando documentos que atestiguaran esta sospecha familiar. Y lo que encontró podría cambiar por completo las tornas. “Mi marido encontró hace poquísimo tiempo, en el Catastro del Marqués de la Ensenada escrito en 1750, una cita que aseguraba que había tres mesones en el pueblo de Fuencarral y que uno de ellos pertenecía a Juan López. Ese Juan López, según mi padre, pertenece a nuestra familia”, explica la actual gerente.

Interior del restaurante Casa Pedro.
Interior del restaurante Casa Pedro. (Casa Pedro)

Queda aún confirmar esta última afirmación. “Ahora tenemos que ir a la Iglesia para comprobar que efectivamente ese Juan López es de la familia”, aclara Irene, antes de asegurar que esto está lejos de ser el final. “Hemos retrasado la fecha de fundación, que teníamos documentada en 1825, a 1750. Pero todavía nos queda seguir buscando y seguir encontrando cosas hasta llegar a 1702, que es nuestro objetivo”, aclara.

Desde la familia, sin embargo, le dan a todo esto una importancia relativa. “No es algo en lo que estemos trabajando sin parar. Lo que pasa es que sería una alegría, más por un tema personal”, aclara Viñales. “Es como si en tu familia siempre te han contado una historia y de repente vas encontrando datos que demuestran que era verdad. Pues es esa alegría, pero nada más”, explica. Alejados del epicentro turístico y gastronómico de la ciudad, la familia se contenta, dice, con mantener a su clientela fiel, esa que les ha ayudado a mantenerse en activo desde hace (supuestamente) 323 años.

Uno de los restaurantes más antiguos de Madrid: abierto desde 1892 y especializado en tortilla de patatas y cerveza.

La historia de Casa Pedro

Pedro Guiñales habría sido el fundador de esta casa de comidas tal y como hoy la conocemos, en el pueblo de Fuencarral, con el nombre de su mujer, ‘Casa de la Pascuala’. El establecimiento era entonces una fonda para aquellos viajeros que se dirigían hacia Europa a través del camino de Francia, una parada en el camino donde disfrutar de una buena comida y descansar en un acogedor comedor. Con los años, el restaurante fue ganando fama gracias a la venta de vinos Garnacha y Moscatel, así como por sus platos más castizos, como los asados de cordero o el cochinillo.

Este centenario restaurante aún mantiene intacta su esencia y la calidad de sus platos. Sus especialidades, propias de la cocina madrileña más tradicional, han atraído durante años a las figuras más importantes de la política y la cultura españolas. En sus mesas se han sentado personajes tan ilustres como el joven rey Alfonso XIII o el rey Juan Carlos I, así como artistas, toreros, políticos, periodistas o empresarios. Tanto ellos como los miles de madrileños que se han sentado a comer en casa de Pedro han dejado constancia de ello con afectuosas dedicatorias que adornan las paredes.

Callos y escabeches de Casa
Callos y escabeches de Casa Pedro. (Restaurante Casa Pedro)

Si por algo destaca este restaurante, además de por su larga historia y su relación con los más relevantes personajes públicos, es por su defensa a ultranza de la cocina más castiza. Recetas que han desaparecido de la gran mayoría de cartas madrileñas siguen sirviéndose con orgullo en Casa Pedro, donde se pueden degustar platos emblemáticos como mollejas encebolladas, sesos de cordero a la romana, riñones a la plancha o manitas de cerdo.

Como en toda cocina castellana, en esta casa tampoco falta un buen asado: los de cordero y cochinillo atraen cada fin de semana a cientos de madrileños, que se desplazan hasta Fuencarral con intención de disfrutar de la cocina de la familia Guiñales.

Sin duda otra de sus especialidades son los escabeches. Comenzaron a elaborarse como método para mantener en buen estado los pescados y piezas de caza que se traían hasta la Corte y ahora son una de las delicias castizas que brillan en Casa Pedro. Tanta es su excelencia que, en 2018, este restaurante madrileño consiguió el premio al mejor plato castizo del año gracias a su personal receta de escabeche, utilizada con productos como el bonito, los níscalos o las perdices.