Kombucha, la bebida de moda que es fuente natural de probióticos, rica en antioxidantes y ayuda a eliminar toxinas

La fermentación del té, el azúcar, algunos bacterias y levaduras tiene como resultado la kombucha, una bebida que se ha vuelto especialmente popular en los últimos años por su sabor ligeramente ácido y dulce con matices frutales o herbales. Su consumo puede tener cierto impacto en la microbiota intestinal, pues está repleto de nutrientes aliados de la salud digestiva.

La kombucha destaca por contener componentes bioactivos como ácido acético, ácido glucurónico, vitaminas del grupo B (B1, B2, B6, B12) y antioxidantes provenientes del té, según los datos ofrecidos por la Fundación Española de Nutrición (FEN). La acción de las bacterias y levaduras durante la fermentación enriquece su perfil nutricional y la convierte en fuente natural de probióticos. Además, tiene un bajo valor calórico y aporta pequeñas cantidades de minerales como potasio y hierro, lo que la diferencia de otras bebidas azucaradas.

De acuerdo con la Fundación Española de la Nutrición, la kombucha contribuye a mejorar el equilibrio de la microbiota intestinal. Los probióticos naturales presentes en esta bebida pueden colaborar con el mantenimiento de una buena flora digestiva, lo que se traduce en una mejor absorción de nutrientes y reducción de molestias gastrointestinales, como hinchazón o digestiones pesadas.

Diversos estudios mencionados por la Fundación Española de la Nutrición destacan que la kombucha, elaborada a partir de té verde o negro, contiene compuestos como polifenoles y cafeína. Estos compuestos han sido relacionados con un aumento del gasto energético y una posible ayuda en la regulación de la glucosa en sangre, gracias al efecto combinado del ácido acético y las catequinas en el metabolismo energético.

De acuerdo con informes del Observatorio Español de Nutrición y Seguridad Alimentaria, la fermentación de la kombucha produce compuestos que refuerzan la barrera mucosa intestinal. Esta función resulta esencial porque el intestino es uno de los principales actores del sistema inmunitario. Consumir kombucha de forma regular puede favorecer un mejor estado inmunológico, al facilitar la proliferación de bacterias benéficas.

La kombucha contiene antioxidantes del té verde o negro, como polifenoles y flavonoides, que ayudan a neutralizar radicales libres relacionados con el estrés oxidativo. Estos componentes pueden tener efectos protectores para las células frente a procesos inflamatorios y degenerativos.

Algunas investigaciones citadas por la Fundación Española de la Nutrición señalan que el ácido glucurónico generado durante la fermentación podría intervenir en la detoxificación hepática, ayudando a eliminar toxinas a través de la orina y contribuyendo al bienestar general del hígado.

A pesar de sus beneficios, esta bebida no es para todo el mundo. Quienes tienen el sistema inmunitario debilitado pueden correr riesgos ante la ingesta de kombucha casera, ya que la bebida puede contaminarse fácilmente con bacterias o mohos nocivos si no se prepara con estrictas condiciones de higiene.

Los compuestos ácidos y la posible sobrecarga que produce la kombucha en el metabolismo hepático pueden representar un riesgo para personas con sensibilidad o enfermedades previas en el hígado y los riñones. Por esa razón, la bebida está contraindicada en estos casos.

De acuerdo con la Fundación Española de la Nutrición, la kombucha contiene cierta proporción de cafeína y, en algunos casos, alcohol derivado de la fermentación. Por este motivo, no se recomienda para mujeres embarazadas, niños pequeños ni personas sensibles a estas sustancias.