
Aunque la calabaza es propia del otoño, esta hortaliza puede consumirse durante todo el año y aprovechar así sus beneficios para la salud al mismo tiempo que se disfruta con su sabor. Al ser un alimento fácil de combinar en todo tipo de recetas, muchas personas consumen con regularidad la calabaza. Sin embargo, ¿qué ocurre si comemos calabaza todos los días?
Según los informes de la Fundación Española de Nutrición (FEN), la calabaza ofrece múltiples beneficios, sobre todo cuando se incorpora de forma habitual —aunque no exclusiva— en la alimentación. Su bajo contenido en calorías (por cada 100 gramos contiene apenas unas 15 kilocalorías) y grasas la convierte en una excelente opción para quienes buscan mantener o reducir peso sin renunciar al sabor.
Una de las grandes virtudes de la calabaza es su densidad nutricional: aporta muchas vitaminas y minerales en pocas calorías, pues es especialmente rica en vitamina C: una sola ración puede cubrir alrededor del 31% de la ingesta diaria recomendada, según datos nutricionales generales. Esta vitamina es clave para el fortalecimiento del sistema inmunológico, la producción de colágeno y la absorción de hierro. Sin embargo, es importante tener en cuenta que parte de esta vitamina puede perderse durante el proceso de cocción, especialmente si se hierve en exceso o se cocina a altas temperaturas.
Más allá de la vitamina C, uno de los grandes aportes de esta hortaliza reside en su contenido en carotenoides. Estos pigmentos naturales, responsables de su característico color anaranjado, tienen un poderoso efecto antioxidante y se transforman en vitamina A una vez ingeridos, nutriente esencial para la visión, la piel y el correcto funcionamiento del sistema inmunitario.
Entre los carotenoides más destacados presentes en la calabaza se encuentran la luteína, la zeaxantina, la beta-criptoxantina y el beta-caroteno. En conjunto, estos compuestos no solo ayudan a mantener una buena salud ocular —previniendo problemas como la degeneración macular asociada a la edad—, sino que también protegen a las células frente al daño oxidativo provocado por los radicales libres.
El secreto está en la variedad
Por todo ello y los informes de la FEN, incluir calabaza en la dieta diaria puede ser una excelente decisión si se hace dentro de una alimentación variada y equilibrada. Su alto contenido en fibra contribuye al buen tránsito intestinal y a la sensación de saciedad, lo que ayuda a evitar los clásicos picoteos entre horas. Además, su sabor naturalmente dulce permite reducir el uso de azúcares añadidos en muchas recetas, desde cremas hasta postres saludables.
No obstante, como ocurre con cualquier alimento, el secreto está en la variedad. Si bien comer calabaza todos los días no supone un riesgo evidente para la salud en personas sanas, sí puede ser un problema si desplaza a otros vegetales necesarios para garantizar un perfil nutricional más completo. Una dieta rica en vegetales debe ser, ante todo, diversa: combinar la calabaza con verduras de hoja verde, crucíferas, hortalizas de otros colores y frutas es esencial para obtener todos los micronutrientes que el cuerpo necesita.
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