
Los microplásticos no son solo cosa del agua que bebemos y del aire que respiramos, sino que los tenemos mucho más cerca de lo que pensamos: en nuestro cerebro. Recientes investigaciones han mostrado claras evidencias de que estas acumulaciones pueden contribuir potencialmente al aumento de los casos de depresión, demencia y otros trastornos de salud mental.
Los estudios científicos estiman que la cantidad de estos microplásticos en nuestro cerebro es el equivalente a una cucharada. Estas diminutas partículas ingeridas a través de alimentos ultraprocesados, entre otros, podrían estar afectando la salud cerebral a través de múltiples vías biológicas interconectadas.
El artículo que recoge los cuatro estudios publicados al respecto ha sido publicado en la revista Brain Medicine y sintetiza la evidencia emergente para proponer una nueva hipótesis que conecta el consumo de alimentos ultraprocesados, la exposición a microplásticos y los resultados en salud mental.
“Los alimentos ultraprocesados ahora representan más del 50% de la ingesta energética en países como Estados Unidos, y estos alimentos contienen concentraciones significativamente más altas de microplásticos que los alimentos integrales. Hallazgos recientes muestran que estas partículas pueden atravesar la barrera hematoencefálica y acumularse en cantidades alarmantes”, explican los autores.
Los investigadores citan evidencia sustancial que vincula el consumo de alimentos ultraprocesados con consecuencias adversas para la salud mental. Una revisión general reciente publicada en The BMJ ya reveló que las personas que consumían alimentos ultraprocesados tenían un 22% más de riesgo de depresión, un 48% más de riesgo de ansiedad y un 41% más de riesgo de dormir mal.
Lo que hace que su hipótesis sea particularmente convincente es la novedosa sugerencia de que los microplásticos (diminutas partículas de plástico de menos de 5 mm) podrían ser el eslabón perdido en esta relación. Los investigadores señalan datos inquietantes que muestran que alimentos como los nuggets de pollo contienen 30 veces más microplásticos por gramo que las pechugas de pollo, lo que pone de relieve el impacto del procesamiento industrial.
La hipótesis gana mayor credibilidad a partir de hallazgos recientes publicados en Nature Medicine que demostraron concentraciones alarmantes de microplásticos en el cerebro humano (aproximadamente “el equivalente a una cuchara” según los investigadores), con niveles tres a cinco veces más altos en aquellos con diagnósticos documentados de demencia.
¿Un factor de riesgo de problemas de salud mental?
“Esta hipótesis es particularmente convincente porque observamos una notable superposición en los mecanismos biológicos”, señala el doctor Marx. “Los alimentos ultraprocesados se han vinculado con problemas de salud mental a través de la inflamación, el estrés oxidativo, la epigenética, la disfunción mitocondrial y las alteraciones en los sistemas de neurotransmisores. Los microplásticos parecen operar a través de vías notablemente similares”.
El artículo de opinión plantea una pregunta intrigante si el contenido de microplásticos en los alimentos ultraprocesados podría ser parcialmente responsable de los efectos negativos observados en la salud mental. Para estudiar esta relación de forma más sistemática, los autores proponen el desarrollo de un Índice de Microplásticos Dietéticos (IMD) para cuantificar la exposición a través del consumo de alimentos.
*Con información de Europa Press
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