Qué significa cuando una persona tiene muchos gatos, según la psicología

Tener un número excesivo de mascotas, superando la capacidad personal de ofrecerles atención adecuada, puede ser una señal de alerta

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Gatos en una casa.
Gatos en una casa.

El arquetipo cultural de ‘la loca de los gatos’ tiene, como todos los clichés, una parte de exageración, pero también otra de verdad. Como dicen Ester Scholten y Agnes Loonstra en su libro Soy la loca de los gatos, “pocas de nosotras entendemos el placer de tener mascotas que te ignoren, que llenen de pelos tus muebles, te arañen y te traten como esclava. Porque ser la loca de los gatos es un privilegio que no cualquiera puede darse: cuesta años de soltería, señalamientos familiares y salarios incontables destinados a croquetas y juguetes. Es momento de portar ese fanatismo con orgullo”. Pero, ¿de verdad es como para estar orgulloso?

El fenómeno de las personas que eligen convivir con un gran número de gatos puede interpretarse de diversas formas desde la perspectiva psicológica. La Dra. Leninha Wagner, experta en neurociencias y psicoterapia, ofrece en un artículo publicado en un medio especializado brasileño un análisis detallado sobre esta inclinación, señalando que el significado detrás de tener varios gatos en un hogar puede variar en función de la historia emocional y las circunstancias de vida de la persona que los acoge. Para muchos, según la experta, los gatos representan más que simples mascotas: se convierten en una fuente de afecto, rutina y sentido en la vida. Este vínculo es particularmente significativo cuando se considera la naturaleza independiente y silenciosa de los gatos, a menudo contrastada con las relaciones humanas, que pueden resultar más demandantes. Wagner explica que los gatos satisfacen la necesidad de un vínculo sin presión, lo que podría faltar en las interacciones humanas. En tales casos, la convivencia con múltiples gatos se convierte en una expresión saludable de amor y conexión emocional.

Sin embargo, tener un número excesivo de gatos, sobre todo si supera la capacidad personal de ofrecerles atención adecuada en términos de alimentación, higiene y bienestar, puede ser una señal de alerta. Según Wagner, cuando este comportamiento se vuelve compulsivo y descontrolado, se podría estar frente a un trastorno conocido como “hoarding” o acumulación compulsiva. Este trastorno está asociado con una variedad de desórdenes emocionales, incluyendo traumas no resueltos y duelos, y los animales se convierten en una salida inconsciente para llenar vacíos afectivos profundos.

La psicóloga Rejane Sbrissa corrobora esta visión al señalar que el problema trasciende el simple amor hacia los animales, identificando lo que se conoce como “síndrome de Noé”. Este síndrome se caracteriza por la ansiedad, depresión, baja autoestima y aislamiento social. En estos casos, el apego hacia los animales suele ser desproporcionado, al punto de tratar a estos como extensiones de uno mismo.

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Un caso extremo: vivir con 400 gatos

Un ejemplo ilustrativo de este tema es la historia de Maryam al Balushi, una mujer de Omán que se hizo famosa porque alberga más de 400 gatos en su hogar. Aunque afirma encontrar mayor fidelidad en los gatos que en los seres humanos, también es un ejemplo de acumulación compulsiva. En este sentido, es fundamental discernir entre el genuino deseo de ayudar a los animales y las implicaciones emocionales y psicológicas que pueden subyacer tras esta conducta.

Finalmente, mientras que la convivencia con gatos puede enriquecedora para muchas personas, es crucial mantener un equilibrio que asegure el bienestar compartido. En última instancia, la clave radica en traducir el amor por estos animales en responsabilidad consciente y respeto, no solo hacia los gatos, sino hacia uno mismo.