Un psiquiatra y sociólogo, sobre los nuevos comienzos: “La grandeza de una persona no se mide en lo que construye, sino en su capacidad para volver a empezar”

Paolo Crepet critica la forma actual de educar a los más jóvenes, alejados de los retos y las emociones

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El sociólogo y psiquiatra Paolo
El sociólogo y psiquiatra Paolo Crepet. (Paolo Crepet Official Website)

¿Y si la promesa de una aventura ya no despierta las mismas ilusiones que antes? En palabras del sociólogo y psiquiatra italiano Paolo Crepet, los jóvenes deberían sentir fascinación por lo inédito, lo extraordinario, lo revolucionario, y dejarse guiar por sus emociones. Crepet considera que deberían enfrentar la vida sin temor a los peligros, con el coraje de atreverse, asumir riesgos y recorrer caminos desconocidos con paciencia y determinación, evitando la rendición o el retroceso. “La vida es lo opuesto al ‘kilómetro cero’”, reflexiona Crepet en su libro Morder el cielo. ¿A dónde se han ido nuestras emociones?. “Hacernos esta pregunta no es un ejercicio retórico, sino una pregunta necesaria”, apostilla.

En este sentido, el psiquiatra subraya la importancia de transmitir a las nuevas generaciones el valor de las experiencias. “Los niños deben aprender a contar a las personas que conocen, las situaciones que han vivido y los lugares que han visto, las discusiones que han tenido y las cosas nuevas que han descubierto. Y esta es una ronda que nunca termina, sino que debe partir del empuje de querer exigir algo para uno mismo, pensado por uno mismo, diseñado por uno mismo”, explica.

A pesar de esta perspectiva, Crepet advierte que muchas veces es más sencillo para los jóvenes renunciar a una vida llena de descubrimientos y emociones que atreverse a vivir intensamente. El sociólogo lo atribuye a una cuestión de humildad: “Nunca se sabe lo que va a pasar hasta que no lo has hecho”. Su reflexión apunta a la necesidad de superar el miedo y la comodidad. “Si escuchas el cansancio incluso antes de haberlo medido, arriesgas la calma existencial. Esto, para un joven, es lo peor que se puede desear: recomponer un hilo que siempre se rebobina de la misma manera, como si fuera un automatismo, persiguiendo tus zonas de confort”.

La educación en casa y en la escuela

En este contexto, Crepet señala un problema habitual en la educación que brindan algunos padres. “Hay padres que educan a sus hijos en la certeza, un poco como si todo estuviera siempre a mano y se siguiera ofreciendo, regalando, sin ningún esfuerzo ni compromiso”, apunta. Sin embargo, advierte que esto les aleja de la verdadera belleza de los desafíos, que reside en lo difícil, lo incierto, lo impermeable, no en la facilitación de cada decisión.

Foto de archivo de un
Foto de archivo de un aula vacía. (Europa Press)

“La tarea de un padre no es mantener siempre el puente levadizo de la casa caído con la esperanza de ver a sus hijos reaparecer decepcionados por un intento que no salió bien”, subraya Crepet. Por el contrario, propone enseñar a los jóvenes que nada debe darse por sentado y que todo puede llevar a un intento que estimule la creatividad y la capacidad de planificación. “Nada está dado para siempre, pero todo conduce a un compromiso”, sostiene.

El psiquiatra propone una valoración diferente de las acciones de las nuevas generaciones. “Dondequiera que un joven elija vivir y sea lo que sea lo que intente hacer, sus acciones deben ser evaluadas. Cuanto mayor sea la propensión a lo nuevo, cuanto menos obvio sea el resultado, más profunda será la satisfacción”, destaca. Además, resalta que “la grandeza de una persona no se mide solo por lo que construye, sino también por su capacidad de volver a empezar”. En este marco, afirma que los intentos fallidos y los errores son parte fundamental del aprendizaje: “La vida enseña que se cae siete veces para levantarse ocho”. Así que, ¿a dónde se han ido nuestras emociones?. Hacernos esta pregunta no es un ejercicio retórico, sino una pregunta necesaria”, apostilla.