
Lo que en su día fue un humilde garaje en un pueblecito de Virginia, hoy es The Inn at Little Washington, uno de los restaurantes más prestigiosos de todos los Estados Unidos. Fundado por el chef Patrick O’Connell en 1978, este restaurante puede presumir de contar con tres estrellas en la Guía Michelin, el galardón más deseado de los que entrega la guía gastronómica francesa.
En sus cocinas, el chef Patrick O’Connell crea magia en cada plato, transformando ingredientes de origen local en creaciones caprichosas y artísticas que cautivan a los sentidos. Entre los platos que aparecen en su menú, recetas como la pechuga de pato Long Island en costra de pimienta con compota de ruibarbo y nabos; el tartar de nabo y trufa negra con picatostes de parmesano y col rizada crujiente; o el caviar con cangrejo de Chesapeake.
Pero el requisito para trabajar en las cocinas de The Inn tiene poco que ver con estas innovadoras y técnicas recetas. En cambio, el chef norteamericano exige una habilidad muy sencilla, simple a los ojos de un cocinero amateur aunque significativa según los criterios del cocinero: cocinar una tortilla francesa.
El chef ha revelado este dato a Business Insider, confesando que es la primera prueba que hace a aquellos que aspiran a trabajar en su restaurante. “Los estadounidenses tienen una idea muy diferente de lo que es una tortilla, porque la comen en un restaurante a la plancha, y es un bizcocho con una sola textura. Los franceses valoran mucho la cocina con huevo”, cuenta.

Según O’Connell, una tortilla puede revelar mucho sobre la experiencia culinaria de una persona, incluso en su versión más simple, sin rellenos ni extras, que es la que solicita a los cocineros principiantes. “A veces, la tortilla francesa te deja un desastre en la sartén o un resultado duro, blando y unidimensional. Pero una tortilla francesa como Dios manda requiere cierta destreza y habilidad. No puedes pensar en nada más cuando esos huevos están en la sartén. Requiere concentración total, lo que demuestra que las cosas más sencillas suelen ser las más difíciles”, asegura el cocinero.
El propio O’Connell aprendió a cocinar con el influyente libro de cocina de Julia Child, ‘Dominando el arte de la cocina francesa’, que incluye una receta para elaborar la tortilla francesa perfecta. “Julia la describió como los mejores huevos revueltos envueltos en un sobre de huevo, enrollados y volcados en el plato”, explica O’Connell. “Es deliciosa y absolutamente maravillosa, incluso sin relleno de ningún tipo”.
Preparar una buena tortilla no es la única prueba para entrar a trabajar en The Inn. Los aspirantes a chef también tienen que preparar una ensalada, algo que, según O’Connell, no es tan fácil como parece.
“El papel de una ensalada en el contexto de una comida suele ser el de una especie de limpiador del paladar y un interludio refrescante. Se trata de elegir las verduras con mucho cuidado, su textura crujiente, su frescura. Si se prepara correctamente, una ensalada puede ser embriagadora”, asegura el cocinero en la entrevista.
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