
La manera en la que nos movemos, nos expresamos y hablamos puede revelar muchos aspectos de nuestra personalidad y sentimientos secretos. Aunque a veces pasen desapercibido para la mayoría de las personas, alguien verdaderamente observador podría bucear en nuestro interior analizando dónde colocamos las manos, hacia dónde dirigimos la mirada y de qué manera nos comunicamos con el resto de la gente.
Hay quienes elevan el tono de voz para hacerse notar en un ambiente en el que hay demasiado ruido o todo el mundo está hablando a la vez. Por el contrario, otras personas prefieren mantener su voz en una altura mucho más baja: no solamente cuando el espacio o el momento en el que nos encontramos requieren de susurros, sino también en otras situaciones en las que ese hablar bajito se convierte incluso en una peculiaridad.
Esto, al igual que el resto de movimientos que realizamos con el cuerpo y que pueden comunicar más que nuestras palabras, puede revelar aspectos de nuestra personalidad, ya que en muchas ocasiones no se debe únicamente a una cuestión de estilo, sino que representa una elección a veces inconsciente.
Intento de “desaparecer”
Según indica la psicología, que se encarga también de analizar todo aquello que decimos sin que ni siquiera estemos intentando comunicarlo, determina que el tono de voz que utiliza una persona puede evidenciar un mundo interior de vivencias y significados. Esta forma de hablar puede estar relacionada con la ansiedad social o la timidez, ya que podría representar una estrategia para “desaparecer”, intentando evitar atraer atenciones indeseadas.
Estas tendencias pueden surgir en la infancia, especialmente cuando se han experimentado situaciones traumáticas y episodios dolorosos como críticas o burlas por lo que se dice o la manera en la que se expresa una determinada cosa. Estas humillaciones, si se repiten en el tiempo, se consolidan como parte de la personalidad, desarrollando una necesidad inconsciente de protegerte de los demás.

Por tanto, hablar en voz baja se convertiría en una especie de escudo o defensa para evitar que otras personas puedan poner la mirada sobre ti y repetir aquellos comentarios que quizá, en un pasado, ya se recibieron y que se perciben como amenazantes.
Interacciones profundas y ambientes relajados
A veces, sin embargo, este tono de voz no elevado no es algo inconsciente, sino una elección sopesada. En este caso no sería un signo de fragilidad, sino un rasgo de la personalidad de las personas generalmente introvertidas. Esta gente prefiere los entornos tranquilos, las interacciones profundas y los tonos suaves, por lo que recurrir a esta forma de comunicarse les permite generar los ambientes más calmados que desean.
Además, desde la psicología también se refleja que, si se producen cambios abruptos en estas cuestiones (por ejemplo, que una persona adulta, de repente y sin motivo aparente, haya comenzado a cambiar su tono de voz), podría ser una señal de alerta de cuadros como la depresión o el trastorno de estrés postraumático. Esto, sin embargo, nunca puede ser diagnosticado simplemente por los movimientos y la tonalidad de la voz, por lo que requiere de un profesional que determine si hay un problema detrás de las modificaciones abruptas de la personalidad.
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