“El contexto no es destino”: los factores clave de las escuelas que logran buenos resultados

El buen clima escolar, la antigüedad de los directivos en el cargo, la formación docente y la cantidad de horas de clase son variables que inciden sobre los aprendizajes. El contexto socioeconómico condiciona pero no determina el rendimiento de los estudiantes, sostiene un nuevo informe

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El Colegio María de Guadalupe
El Colegio María de Guadalupe es una “escuela resiliente”: así denominan los expertos a las instituciones educativas cuyos logros se destacan por encima de lo esperable por su contexto social. (Adrián Escandar)

A la hora de analizar los resultados de las pruebas educativas, la variable que mejor los explica suele ser el nivel socioeconómico. Se trate de las PISA, de las Aprender o de una evaluación provincial, los datos siempre muestran una fuerte asociación entre el rendimiento de los alumnos en Lengua y Matemática y las características de sus hogares de origen: sistemáticamente, los que provienen de contextos favorecidos rinden mejor. Muchos hablan del “factor cuna”: las condiciones sociales los estudiantes tienen tanto peso que resultan muy difíciles de revertir para el sistema educativo.

Sin embargo, el contexto no es destino, afirma el último informe del Observatorio de Argentinos por la Educación, elaborado por Leyre Sáenz Guillén y María Sol Alzú junto con los investigadores Mariano Tommasi, Cecilia Adrogué y María Victoria Anauati, del Centro de Estudios del Desarrollo Humano (CEDH). Los autores se refieren a que, más allá de las condiciones de origen de cada estudiante, existen factores estrictamente escolares que pueden hacer la diferencia en los aprendizajes. En otras palabras, el contexto condiciona, pero no determina.

¿Por dónde pasa el margen de acción de las escuelas para fortalecer los aprendizajes, aun en contextos adversos? El estudio identifica algunos factores clave, entre ellos el clima escolar, la antigüedad del director, el tiempo efectivo de clase y la formación docente. Los hallazgos, alineados con los de otras investigaciones, surgen del análisis cruzado de los resultados de la prueba Aprender 2023 de primaria y del Relevamiento Anual 2023 de la Secretaría de Educación de la Nación.

Los autores señalan que estos factores resultan importantes para orientar políticas educativas que apunten a fortalecer la equidad del sistema educativo. Y que su influencia se registra tanto en las escuelas estatales como en las privadas.

El clima escolar se refiere al ambiente que perciben los estudiantes en el aula (y abarca desde cuestiones de orden y disciplina hasta los vínculos entre compañeros y con los docentes). El peso de la antigüedad del director tiene que ver con la estabilidad de la conducción y con un mejor conocimiento de la escuela y del equipo docente. La formación, tanto de los directivos como de los docentes, es otro factor que incide fuertemente en los aprendizajes. Finalmente, la cantidad de horas de clase también puede hacer la diferencia, indica el informe, titulado “El nivel socioeconómico no lo define todo: el rol de las escuelas en el rendimiento”.

“La escuela puede ser la que rompe el círculo vicioso de la pobreza. Pero su mera existencia y la asistencia de niños y jóvenes no garantiza que lo sea. El desafío es grande. El compromiso, la formación y experiencia del equipo directivo y docente, así como el tiempo efectivo de clases –y evitar el ausentismo– son fundamentales para que los niños y jóvenes aprendan y tengan mayores oportunidades en la vida”, afirmó Cecilia Adrogué, investigadora del CEDH y la Universidad de San Andrés, y coautora del informe.

Estos factores escolares pueden llegar a contrarrestar la influencia de las condiciones sociales de origen, señala el informe. Entre las variables “extraescolares”, las que más condicionan los aprendizajes de los chicos son el nivel socioeconómico, la educación de la madre, la presencia de libros en el hogar y la asistencia a la sala de 3 años. Los autores plantean que las políticas educativas también pueden incidir sobre algunas de estas dimensiones (por ejemplo, distribuyendo libros, o ampliando la oferta de jardines de infantes estatales).

A partir de estas condiciones iniciales, los investigadores calcularon un rendimiento “esperado” para cada escuela argentina, considerando el contexto socioeconómico de sus estudiantes. Al comparar el rendimiento esperado con los resultados reales en las pruebas Aprender, encontraron que un 35% de las escuelas supera las expectativas, mientras que un 39% se encuentra por debajo de lo esperado. Este contraste muestra que, en muchos casos, la escuela logra sobreponerse a las limitaciones que impone el contexto social.

El gráfico muestra el porcentaje
El gráfico muestra el porcentaje de escuelas que rinden por debajo y por encima de lo esperado en función de las condiciones sociales de sus estudiantes. Fuente: Argentinos por la Educación (a partir de los resultados de la prueba Aprender 2023 de Lengua y Matemática)

El informe destaca que las provincias de Neuquén (41%), Chubut (40%), Entre Ríos (38%) y Mendoza (38%) son las que tienen las mayores proporciones de escuelas que rinden por encima de lo esperado. Por el contrario, Formosa (59%), Corrientes, Santiago del Estero y Misiones (53%) concentran la mayor cantidad de escuelas con desempeños por debajo de lo esperable según el contexto.

“El informe echa luz sobre un aspecto sumamente esperanzador: el hecho de que, independientemente del contexto de origen de los alumnos, la escuela tiene un margen de acción importante para promover el logro académico de sus estudiantes”, planteó Luis Arocha, director del Colegio María de Guadalupe, ubicado en un contexto de alta vulnerabilidad (el barrio popular Las Tunas, en Tigre) y ganador en 2024 del premio a la “mejor escuela del mundo” por su colaboración con la comunidad. Se trata de una “escuela resiliente”: así denominan los expertos a las instituciones educativas cuyos logros se destacan por encima de lo que cabría esperar a partir de su contexto social.

Para Arocha, los datos del informe “invitan a las escuelas y comunidades educativas a resignificar su acción diaria, ya que si bien las escuelas no pueden solucionar todos los problemas derivados de la situación de vulnerabilidad social de sus alumnos, sí pueden hacer muchísimo para que se rompa el círculo vicioso de la pobreza, asumiendo su responsabilidad como ámbitos de aprendizaje significativo”.

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