
El Atlántico registró un notable crecimiento del sargazo, una alga marina cuya proliferación fue documentada por un reciente estudio de la Florida Atlantic University. Esta investigación, que abarca datos desde la década de 1980 hasta 2023, vincula el aumento explosivo del sargazo con la contaminación por nutrientes de origen humano, lo que genera un fuerte impacto sobre comunidades costeras en América Latina y el Caribe.
Un equipo del Harbor Branch Oceanographic Institute, encabezado por Brian Lapointe, junto a Deanna F. Webber y Rachel Brewton, rastreó la expansión del sargazo, antes restringido al Mar de los Sargazos, hacia todo el Atlántico Norte.
El estudio destaca la formación casi anual del Gran Cinturón Atlántico de Sargazo (GASB), una franja de algas que se extiende desde África Occidental hasta el Golfo de México y el Caribe. En mayo, la biomasa de este cinturón alcanzó el récord de 37,5 millones de toneladas, sin incluir las 7,3 millones presentes históricamente en el Mar de los Sargazos.

Dinámica de la proliferación y cambios químicos
La investigación recurrió a observaciones oceanográficas, imágenes satelitales y análisis biogeoquímicos avanzados para entender la evolución del sargazo. Los resultados demuestran una relación directa entre el crecimiento rápido de estas algas y el aumento de nutrientes terrestres procedentes de la agricultura, aguas residuales y deposición atmosférica.
Lapointe señaló: “Al examinar los cambios en la composición de nutrientes —especialmente nitrógeno, fósforo y carbono— y cómo varían en el tiempo y el espacio, comenzamos a entender las fuerzas ambientales que impulsan este fenómeno”.
Desde 2011, con excepción de 2013, el Gran Cinturón Atlántico de Sargazo fue recurrente y su biomasa creció hasta máximos históricos. La tecnología de teledetección permitió identificar extensos bancos de sargazo en el Golfo de México desde 2004, coincidiendo con un mayor aporte de nutrientes de ríos como el Misisipi y el Atchafalaya. Estas descargas dieron lugar a eventos de alta biomasa y varamientos masivos en playas, costosos operativos de limpieza y hasta el cierre de una planta nuclear en Florida en 1991.
El sargazo prospera en aguas costeras ricas en nutrientes y puede duplicar su biomasa en solo once días bajo condiciones óptimas. Desde la década de 1980, el nitrógeno de estas algas aumentó más del 50%, mientras que el fósforo disminuyó levemente, elevando la relación nitrógeno-fósforo. Este cambio refleja una transición de fuentes naturales, como el afloramiento, hacia aportes terrestres.
También se detectó un crecimiento del carbono en la composición química del sargazo, lo que evidencia el impacto de la contaminación humana sobre los productores primarios marinos.

Consecuencias sociales y ambientales
El estudio examinó el reciclaje de nutrientes dentro de los bancos de sargazo, donde la excreción de organismos marinos asociados y la descomposición microbiana mantienen el crecimiento incluso en zonas pobres en nutrientes. Datos recogidos cerca del Amazonas sostienen la hipótesis de que los nutrientes del río contribuyen al desarrollo del GASB, con variaciones en biomasa relacionadas con los ciclos de inundación y sequía en la cuenca.
El origen de este cinturón podría vincularse con la fase negativa de la Oscilación del Atlántico Norte entre 2009 y 2010, que habría desplazado aguas superficiales y sargazo hacia el trópico.
Sin embargo, los investigadores advierten que no hay pruebas directas de este movimiento y datos genéticos indican que ya existían variedades de sargazo en la región tropical, lo que resalta un papel subestimado de esta zona en el desarrollo inicial del GASB.

Las consecuencias del avance del sargazo impactan directamente en comunidades costeras: floraciones masivas bloquean playas, afectan la pesca y el turismo, y representan riesgos para la salud pública. Lapointe enfatizó la importancia de comprender sus causas para mitigar los efectos, subrayando que el aporte de la Florida Atlantic University permite conectar la contaminación terrestre, la circulación oceánica y la expansión de estas algas en el Atlántico.
El estudio recibió apoyo del Departamento de Manejo de Emergencias de Florida, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, el Programa de Monitoreo y Respuesta a Floraciones de Algas Nocivas de la NOAA, la Fundación del Harbor Branch Oceanographic Institute, la NASA y la National Science Foundation.
La proliferación del sargazo en el Atlántico dejó de ser solo un asunto científico y ya representa un desafío inmediato y tangible para las poblaciones costeras, que deben enfrentar las consecuencias de este fenómeno en su vida diaria y economía local.
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