Incendios en el Amazonas: por qué los bosques no se enfrían y el planeta mira con preocupación

El hallazgo de que los bosques quemados retienen calor durante décadas plantea nuevas interrogantes sobre la eficacia de las políticas de restauración y la preservación de la biodiversidad

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Estudios recientes evidencian cómo las
Estudios recientes evidencian cómo las alteraciones provocadas por los incendios en la Amazonía modifican de forma persistente el equilibrio térmico y ecológico de la región (EVARISTO SA / AFP)

Un estudio respaldado por la NASA reveló que los bosques amazónicos dañados por incendios permanecen hasta 2,6 °C más calientes que aquellos intactos o talados selectivamente, manteniendo este exceso térmico al menos durante 30 años. Este fenómeno, observado en el Arco de Deforestación del sudeste de Brasil, dificulta la recuperación ecológica de los ecosistemas y reduce su capacidad para almacenar carbono y resistir el estrés climático.

Según Columbia Climate School, estos resultados enfatizan la urgencia de prevenir incendios en la Amazonía y replantear las estrategias de restauración y mitigación climática a nivel global.

Impacto duradero del fuego en los bosques amazónicos

El estudio, publicado el 25 de julio de 2025 en Environmental Research Letters, confirmó que los bosques amazónicos quemados muestran temperaturas superficiales significativamente más elevadas que aquellos talados selectivamente o intactos.

Además, se detectó una mayor inestabilidad térmica diaria en los bosques afectados: experimentan fluctuaciones de temperatura extremas y cruzan más veces umbrales fisiológicos perjudiciales para los árboles.

Durante los picos de calor en la estación seca, aproximadamente el 87 % de las hojas expuestas al sol en estos bosques pierde más energía por respiración de la que gana por fotosíntesis, frente al 72–74 % observado en bosques talados selectivamente o intactos. El análisis revela que los bosques quemados tienen una probabilidad diez veces mayor de superar el umbral de daño irreversible en comparación con los otros tipos analizados.

“Estamos encontrando que las quemas tienen impactos ecológicos importantes a lo largo de grandes escalas temporales y que la regeneración está mucho más en riesgo: es más lenta o no ocurre en absoluto”, afirmó Savannah S. Cooley, autora principal e investigadora del NASA Ames Research Center y doctora por la Universidad de Columbia, en declaraciones recogidas por Columbia Climate School.

El legado de los incendios
El legado de los incendios se manifiesta en una recuperación ecológica limitada, alterando por años la capacidad de los ecosistemas para mantener sus funciones vitales (EFE/Raphael Alves)

Cambios estructurales profundos y acumulación de calor

El fuego genera cambios fundamentales en la estructura de los bosques amazónicos, responsables del aumento y persistencia del calor. A diferencia de ecosistemas como sabanas o bosques de pino, la Amazonía evolucionó en ambientes húmedos, poco propensos a incendios naturales, por lo que muchas especies carecen de mecanismos para tolerar el daño por fuego.

Tras un incendio, la capa superior del dosel se reduce, desaparece buena parte de la vegetación en los niveles medio e inferior y disminuye la superficie foliar. Esto limita el sombreado y la transpiración, procesos esenciales para enfriar el bosque. Al quedar expuestas, las superficies absorben más radiación solar y el aire cercano al dosel se calienta.

Además, los incendios generan bordes junto a áreas deforestadas, permitiendo la entrada de aire más cálido al interior del bosque. El ecosistema mantiene este calor adicional hasta que la vegetación se regenera, lo que puede demorar décadas.

El fuego, según el estudio, es el principal factor que prolonga el estrés térmico en los bosques degradados del Amazonas. En contraste, la tala selectiva, que respeta el dosel, no genera aumentos similares de temperatura, lo que realza la importancia de evitar incendios y optar por prácticas de bajo impacto, como recomienda Columbia Climate School.

La pérdida de cobertura vegetal
La pérdida de cobertura vegetal tras el fuego expone el interior del bosque a condiciones extremas, dificultando el restablecimiento de la microclimatología original (GREENPEACE / CHRISTIAN BRAGA)

Análisis satelital y modelo a escala de hoja

La investigación utilizó imágenes satelitales del municipio de Feliz Natal, en el Arco de Deforestación del sudeste amazónico, donde los incendios y la tala aumentaron desde la década de 1980. Por primera vez, compararon térmicamente bosques quemados, talados selectivamente e intactos usando observaciones de alta resolución.

El equipo combinó tres años de datos de temperatura superficial del instrumento ECOSTRESS de la NASA con información tridimensional del dosel obtenida por la misión GEDI lidar. El análisis integró más de 6.700 observaciones emparejadas del Amazonas en estación seca. Mediante un modelo jerárquico, los científicos cruzaron datos de temperatura y estructura del bosque para rastrear la frecuencia con la que las hojas superaban los umbrales fisiológicos críticos.

Analizaron la altura del dosel, el tiempo desde el disturbio y reconstruyeron la recuperación térmica a largo plazo en cada capa del bosque, lo que aportó una visión inédita a escala de hoja sobre el estrés térmico y la vulnerabilidad ligada a la estructura forestal.

La integración de datos espaciales
La integración de datos espaciales avanzados permite identificar patrones ocultos de estrés térmico y entender la respuesta de cada estrato vegetal ante los disturbios (NASA)

Implicaciones: restauración y política climática

Los hallazgos aportan información crucial para el diseño de políticas de restauración y mitigación del cambio climático. Tradicionalmente, se consideraba que los bosques degradados formaban una categoría homogénea. Sin embargo, el análisis demostró que el fuego genera impactos térmicos de larga duración, invisibles mediante imágenes ópticas satelitales convencionales.

Los bosques dañados por incendios pueden lucir “recuperados” en imágenes ópticas, pero en verdad continúan bajo un estrés térmico elevado. Este matiz es fundamental, ya que los bosques tropicales absorben grandes volúmenes de dióxido de carbono y resultan claves en los programas globales de restauración y compensación de emisiones.

Si los bosques quemados permanecen estresados durante décadas, los beneficios de la regeneración pasiva podrían estar sobreestimados. Considerar datos fisiológicos sobre el calor ofrecerá una evaluación más realista del funcionamiento de los bosques en estrategias contra el cambio climático.

Nueva evidencia científica impulsa la
Nueva evidencia científica impulsa la revisión de las estrategias globales, orientando los esfuerzos hacia prácticas que consideren la singularidad de los daños causados por el fuego (REUTERS/Bruno Kelly)

Llamado a la acción: prevención y reducción de emisiones

Savannah S. Cooley remarcó la importancia de actuar para disminuir el daño a la biodiversidad y las especies sometidas a este estrés térmico. “Los ecosistemas tropicales degradados, especialmente los bosques quemados, están experimentando estrés térmico”, explicó Cooley.

Y agregó: “Pero hay mucho que podemos hacer para minimizar el daño a la biodiversidad y a las especies que están expuestas a este estrés, tanto en la gestión forestal, mediante la reducción de incendios, como en la mitigación del carbono con una reducción rápida y agresiva de las emisiones y el avance hacia una economía sostenible y limpia”.

El estudio concluye que, aunque los desafíos para la recuperación de los bosques amazónicos tras el fuego son significativos, existen oportunidades concretas para reducir el daño. La prevención de incendios y la aceleración en la reducción de emisiones de carbono se perfilan como estrategias fundamentales para proteger la biodiversidad y mantener los bosques amazónicos como sumideros de carbono en la lucha mundial contra el cambio climático.