
En un rincón apartado de la región de West Midlands, en el Reino Unido, se encuentra uno de los fragmentos de bosque más estudiados del planeta. Este pequeño ecosistema, compuesto principalmente por robles ingleses de 180 años de antigüedad, se ha convertido en el epicentro de un experimento global que busca entender cómo los bosques podrían adaptarse a los niveles crecientes de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, una cuestión crucial para el futuro del clima del planeta.
Bosques como sumideros de carbono
Como menciona New Scientist, los bosques del mundo desempeñan un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático al absorber grandes cantidades de CO2. En cifras globales, los bosques retiran aproximadamente 7.6 mil millones de toneladas de CO2 cada año.
Sin embargo, este equilibrio podría verse alterado si los niveles de CO2 continúan su ascenso. Las proyecciones indican que, para 2050, la concentración de CO2 en la atmósfera podría aumentar en un 40%, alcanzando los 570 partes por millón (ppm).
Este cambio podría poner a prueba la capacidad de los bosques para seguir desempeñando su función como sumideros de carbono.
Con la finalidad de predecir cómo los bosques reaccionarán a estas nuevas concentraciones de CO2, un equipo de científicos ha comenzado a estudiar un fragmento de bosque en Staffordshire, donde se ha simulado un aumento en los niveles de CO2 desde 2017, llevándolos a 570 ppm, el nivel proyectado para mediados de siglo.
El foco del experimento es observar cómo los robles maduros de este bosque responden al incremento de CO2, lo que podría ofrecer pistas sobre la futura capacidad de los bosques para mitigar el cambio climático.
Resultados preliminares
A pesar de la incertidumbre que genera el futuro cambio climático, los primeros resultados de los experimentos son prometedores. Los robles maduros en Staffordshire han mostrado una notable respuesta al aumento de CO2, incrementando su tasa de fotosíntesis en aproximadamente un 11% y produciendo más madera en comparación con los árboles cercanos expuestos a las condiciones atmosféricas actuales.
Este hallazgo sugiere que los árboles pueden adaptarse al nuevo entorno, absorbiendo más CO2 del aire y ayudando a mitigar el cambio climático.

El fenómeno observado en los robles maduros es consistente con experimentos previos realizados en árboles más jóvenes, que ya habían mostrado que un aumento de CO2 puede acelerar la fotosíntesis.
Sin embargo, la respuesta de los árboles maduros ha sido un tema poco estudiado, lo que hace que este experimento en particular sea crucial para entender cómo los bosques más antiguos reaccionarán ante el aumento de CO2.
La diferencia con otros experimentos
No obstante, el aumento de la fotosíntesis en los robles de Staffordshire no se debe únicamente al CO2. Un factor clave en esta adaptación parece ser la disponibilidad de nitrógeno en el suelo, un nutriente esencial para el crecimiento de los árboles.
A diferencia de un experimento similar realizado en un bosque de eucaliptos en Australia, donde los árboles no mostraron un aumento en su crecimiento debido a la falta de nutrientes, el bosque de Staffordshire se beneficia de un suelo rico en nitrógeno, en parte gracias a los fertilizantes utilizados en las tierras agrícolas cercanas.
Este hallazgo subraya la importancia de los nutrientes en el proceso de absorción de carbono por parte de los árboles. Los científicos han descubierto que los robles en Staffordshire han comenzado a desarrollar nuevas redes de raíces para acceder a reservas frescas de nitrógeno en el suelo, así como a reducir la liberación de nitrógeno a través de sus raíces y hojas.
Esta adaptación parece haber permitido que el bosque continúe mostrando signos de crecimiento bajo las condiciones de CO2 elevado, un aspecto clave para determinar si los bosques seguirán siendo efectivos sumideros de carbono a medida que los niveles de CO2 continúan aumentando.
Desafíos a largo plazo

A pesar de los resultados positivos en el corto plazo, los científicos advierten que este aumento de fotosíntesis podría ser insostenible a largo plazo debido a la eventual escasez de nitrógeno.
En experimentos previos realizados con árboles jóvenes bajo condiciones de CO2 elevado, se observó que los nutrientes del suelo se agotaban con el tiempo, lo que reducía la tasa de fotosíntesis y limitaba la capacidad de los árboles para absorber CO2.
Esto plantea una preocupación sobre la durabilidad de la respuesta de los robles maduros en Staffordshire si los niveles de CO2 continúan aumentando.
Más allá del CO2
Aunque los resultados preliminares son alentadores, los bosques no solo enfrentan el desafío del aumento de CO2. El cambio climático también traerá consigo un incremento de eventos climáticos extremos, como olas de calor, sequías e inundaciones, que podrían afectar la salud de los árboles y, en consecuencia, su capacidad para actuar como sumideros de carbono.
Además, aunque los árboles pueden almacenar carbono en forma de madera, este carbono eventualmente se libera cuando los árboles mueren y sus cuerpos se descomponen.
Por lo tanto, aunque los bosques seguirán desempeñando un papel crucial en la absorción de CO2, no deben ser considerados como una solución definitiva para el cambio climático.
Un papel importante, pero no suficiente
A pesar de los avances en la comprensión del papel de los bosques en la absorción de CO2, los científicos subrayan que no podemos depender exclusivamente de ellos para resolver la crisis climática.
Si bien es probable que los bosques continúen desempeñando un papel importante como sumideros de carbono, su capacidad para mitigar el cambio climático dependerá de una serie de factores, incluidos la disponibilidad de nutrientes, la salud general de los ecosistemas y los efectos de otros impactos climáticos.
Los resultados obtenidos en Staffordshire ofrecen un rayo de esperanza, pero también sirven como recordatorio de que el cambio climático requiere soluciones multifacéticas y a largo plazo, que incluyan tanto la conservación de los bosques como la reducción de las emisiones de CO2.
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