
El bullying no solo deja huella en los niños que lo sufren en la escuela o en las redes sociales; también impacta profundamente a los padres, reactivando emociones y heridas del pasado que influyen en la dinámica familiar y en la manera en que los adultos responden ante el sufrimiento de sus hijos.
La forma en que los padres gestionan estas situaciones puede ser determinante para el bienestar emocional de los menores, según analizaron las doctoras Sheryl Ziegler y Becky Kennedy en el pódcast Good Inside.
Bullying: definición y diferencia con otras conductas hirientes
La confusión entre bullying y comportamientos puntualmente hirientes es frecuente tanto entre niños como entre adultos. La especialista entrevistada subrayó la importancia de precisar los términos: “La palabra bullying es tan seria que quiero asegurarme de que estamos hablando de lo mismo”.
Según su explicación, el bullying se caracteriza por ser una conducta repetitiva, intencionada y orientada a ejercer poder sobre otra persona. No basta con un episodio aislado de exclusión o rudeza para considerarlo acoso escolar; es necesario que exista una intención deliberada de hacer daño y una reiteración en el tiempo.
Durante la conversación, ambas expertas en psicología ejemplificaron la diferencia: si un niño no es invitado a un juego una vez, se trata de una conducta hiriente, pero si otro menor lo señala y lo excluye de manera sistemática, se acerca al bullying. Ziegler insistió en que identificar correctamente la situación es fundamental, ya que de ello depende la respuesta adecuada de los adultos.
Impacto del bullying en la vida familiar

El impacto del bullying trasciende el ámbito escolar y se instala en el núcleo familiar, activando recuerdos y emociones profundas en los padres. Este fenómeno, según Ziegler, es común y aseguró: “La reacción de los padres puede estar influida por heridas de su propia infancia”.
Muchos adultos arrastran historias no resueltas de su niñez, desde apodos crueles hasta exclusiones en el autobús escolar, que resurgen cuando sus hijos atraviesan situaciones similares. Esta reactivación emocional puede llevar a los padres a responder de manera impulsiva, a veces con mayor intensidad que la que experimenta el propio niño.
Kennedy advirtió que, en ocasiones, los adultos intentan reparar el dolor de su pasado a través de la defensa de sus hijos, lo que puede distorsionar la percepción de las necesidades reales del menor.
La doctora Ziegler añadió que el bullying suele alcanzar su punto máximo en la secundaria, justo cuando los adolescentes buscan mayor independencia y los padres pierden acceso directo al entorno social de sus hijos.
Esta distancia puede aumentar la ansiedad y la sensación de impotencia en los adultos, quienes deben aprender a distinguir entre sus propias emociones y las de sus hijos para acompañarlos de manera efectiva.
Señales de alerta: identificar el bullying en casa

Detectar que un niño está siendo víctima de bullying no siempre resulta sencillo, especialmente en la preadolescencia y adolescencia, cuando la comunicación directa suele disminuir.
Las especialistas del pódcast Good Inside recomendaron a los padres estar atentos a cambios sutiles en el comportamiento: almuerzos que regresan intactos, quejas recurrentes de dolor de estómago o cabeza antes de ir a la escuela, descenso en el rendimiento académico y absentismo escolar.
Estos síntomas físicos pueden ser la manifestación del malestar emocional que experimenta el menor ante un entorno que percibe como hostil. “El bullying tiene consecuencias como bajo rendimiento académico y ausentismo escolar”, advirtió la especialista entrevistada.
La presentadora añadió que, en ocasiones, los padres pueden interpretar estos signos como intentos de manipulación o simple resistencia, cuando en realidad son formas en que el cuerpo del niño expresa su angustia.
Ante esto, la empatía y la curiosidad, según las expertas, son herramientas clave para abrir el diálogo y comprender lo que ocurre. Recordar experiencias propias de la infancia puede ayudar a los adultos a conectar con el sufrimiento de sus hijos y a evitar respuestas automáticas que minimicen el problema.

Bullying digital como desafío creciente
La irrupción de la tecnología amplificó el alcance y la intensidad del bullying. A diferencia de generaciones anteriores, los niños y adolescentes actuales no pueden desconectarse al llegar a casa. Ziegler describió en el pódcast cómo los chats grupales y las redes sociales se convirtieron en nuevos escenarios de exclusión y acoso, donde la humillación puede multiplicarse.
Incluso la exclusión de un grupo de chat puede resultar tan dolorosa como los comentarios ofensivos, ya que deja al menor aislado y sin información sobre lo que ocurre en su entorno social. Esta realidad exige a los padres una mayor vigilancia y comprensión de los espacios digitales en los que se mueven sus hijos.
Estrategias para padres: cómo actuar antes de reaccionar
Ante la noticia de que un hijo haya sido víctima de bullying o de conductas hirientes, la reacción instintiva de muchos padres es intervenir de inmediato. Sin embargo, las especialistas recomendaron una aproximación más pausada y empática. La validación emocional es el primer paso: escuchar, mostrar comprensión y reconocer el dolor del menor sin apresurarse a buscar soluciones.
Ziegler sugirió que, en situaciones de exclusión puntual, basta con expresar empatía y dejar que el niño tome la iniciativa sobre cómo proceder. “Menos es más”, afirmó, destacando la importancia de evitar la sobreintervención.
En casos de acoso reiterado, la especialista aconsejó comunicar al hijo que se trata de un asunto de seguridad y que se actuará en conjunto, involucrándolo en la toma de decisiones y asegurándole que no se dará ningún paso sin su consentimiento.

Consejos prácticos y errores frecuentes
La comunicación abierta y la empatía son pilares fundamentales para acompañar a los hijos en situaciones de bullying. Las especialistas que participaron en la entrevista de Good Inside recomendaron evitar tanto la minimización como la sobreactuación del hecho.
Ziegler propuso que los padres compartan, de manera casual y sin dramatismo, recuerdos propios de la infancia relacionados con la exclusión o el acoso. Este “gossip terapéutico” puede abrir la puerta a conversaciones más profundas, aunque la reacción inicial del niño sea de indiferencia o rechazo.

Como recordaron las especialistas durante el episodio de Good Inside, incluso en los momentos de mayor dificultad, la esencia de cada persona permanece y el acompañamiento familiar puede ser el ancla que ayude a los niños a atravesar el dolor sin perder la confianza en sí mismos.
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