“La menopausia no es una enfermedad, no es sinónimo de vejez”. Con esta afirmación, Valeria Espinoza, coach ecuatoriana especializada en salud femenina, desafía los estigmas que aún rodean a la menopausia y propone una visión renovadora sobre este proceso natural. Su experiencia personal, marcada por una menopausia temprana a los 44 años, la llevó a transformar el desconcierto inicial en una misión de vida: acompañar y empoderar a otras mujeres para que vivan esta etapa con información, autoconocimiento y libertad.
Espinoza recordó en diálogo con el podcast Planes el impacto que supuso recibir el diagnóstico cuando era madre de un niño pequeño. “El médico me dijo: ‘estás en menopausia’… entré en shock. Nadie me daba ánimos, todo era negativo”, relata. Ante la falta de recursos y el predominio de mensajes desalentadores, decidió formarse en salud hormonal y aplicar en sí misma los cambios que más tarde recomendaría a otras mujeres. “Empecé a coachearme a mí misma, cambié mi estilo de vida… y funcionó”, afirma. Durante la pandemia, comenzó a ofrecer talleres y charlas online, encontrando una respuesta entusiasta de mujeres que buscaban información y apoyo.

Uno de los principales obstáculos que identifica Espinoza es el peso de los tabúes sociales. La menopausia, señala, sigue asociándose erróneamente a enfermedad o decadencia, lo que genera vergüenza y soledad. “Muchas veces tengo amigos que me dicen: ‘habla con mi esposa porque está mal de la cabeza’. Eso es un insulto. Aunque a veces se diga en chiste, queda en la sociedad”, advierte. Para ella, es esencial que la conversación se abra no solo entre mujeres, sino también en los hogares, los espacios laborales y la sociedad en general, para erradicar la idea de que la menopausia marca el final de la productividad o la vitalidad.
La falta de información y de recursos adecuados fue una de las motivaciones que impulsó a Espinoza a especializarse en salud hormonal. Recuerda que, al buscar formación, apenas encontró un párrafo dedicado a la menopausia en los manuales de estudio. Esta carencia la llevó a profundizar en el tema y a desarrollar un enfoque integral que combina el autoconocimiento, la disciplina y el acompañamiento profesional. “Hoy en día tenemos acceso a libros, pódcasts, terapias y comunidades que nos ayudan a transitar esta etapa de una mejor manera”, destaca.
En cuanto a los síntomas, Espinoza explica que la perimenopausia suele comenzar alrededor de los 45 años y puede extenderse durante siete años, caracterizándose por la fluctuación de los periodos menstruales, sofocos, alteraciones del sueño, cambios de ánimo y, en muchos casos, variaciones en la sexualidad. Recomienda a las mujeres llevar un registro de sus síntomas y consultar con profesionales de la salud para monitorear los niveles hormonales y recibir orientación personalizada. “La primera señal es que los periodos menstruales empiezan a fluctuar. También aparecen sofocos, cambios en el sueño y en el ánimo. Recomiendo anotarlo todo, llevar un diario para entender cómo evoluciona el cuerpo”, aconseja.

La sexualidad, lejos de desaparecer, puede transformarse y enriquecerse en esta etapa. Espinoza subraya la importancia de la comunicación con la pareja y el acompañamiento médico para abordar posibles molestias, como la disminución de la libido o la sequedad vaginal. “Con comunicación y acompañamiento médico se puede redescubrir una vida sexual plena, aunque diferente”, sostiene. Además, destaca que los hombres también atraviesan cambios hormonales, conocidos como andropausia, aunque suelen hablar menos de ello. “Es fundamental que los hombres también conozcan los cambios que atraviesan las mujeres y acompañen ese proceso”, insiste.
El estilo de vida influye en la intensidad de los síntomas. Espinoza señala que la actividad física regular, una alimentación equilibrada y el manejo del estrés contribuyen a un tránsito más saludable. “Las mujeres que hacen actividad años antes tienen síntomas mucho más leves”, afirma.
En su caso, la disciplina en el ejercicio y la revisión de hábitos alimenticios le permitieron revertir problemas como la osteopenia y la prediabetes. Recomienda incorporar ejercicios de fuerza y cardio, reducir el consumo de azúcar y priorizar alimentos naturales. En cuanto a la suplementación, sugiere el uso de omega-3, vitamina D3, probióticos y magnesio, siempre bajo supervisión médica y tras la realización de exámenes que determinen las necesidades individuales.
El acompañamiento profesional y la comunidad resultan fundamentales para Espinoza. En sus talleres grupales, observa cómo el intercambio de experiencias y el apoyo mutuo ayudan a las mujeres a superar la vergüenza y la soledad. “Cuando tú estás acompañada, guiada, te sientes parte de una tribu o de un grupo, es diferente. Y también te motiva”, explica. Considera que la menopausia debe abordarse desde una perspectiva holística, integrando el bienestar físico, emocional y social.

La participación de los hombres en este proceso es otro aspecto clave. Espinoza destaca la necesidad de empatía y comunicación en la pareja y la familia, para que los cambios hormonales no se vivan en aislamiento ni se conviertan en motivo de conflicto. “Es una gran oportunidad para buscar espacios de comunicación”, afirma, y anima a las parejas a compartir actividades y conversaciones que fortalezcan el vínculo durante esta etapa de transición.
Lejos de concebir la menopausia como un final, Espinoza la presenta como una oportunidad de renacimiento y creatividad. “Dejas de crear vida con tus órganos reproductivos y empiezas a crear con tu mente: nuevas ideas, creatividad y propósito”, reflexiona. Relata casos de mujeres que, al reenfocar su atención en actividades que les apasionan, experimentan una notable mejoría en sus síntomas y una renovada sensación de bienestar.
La propuesta de Valeria Espinoza invita a mirar la menopausia como una etapa de autenticidad, libertad y propósito, en la que el autoconocimiento y el acompañamiento abren la puerta a una vida más plena y consciente.
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